Washington.— Hoy inicia el quinto día de deliberaciones del jurado que tiene que decidir si Joaquín El Chapo Guzmán es culpable o no de 10 delitos en una corte federal de Estados Unidos.
Los 12 jurados (ocho mujeres y cuatro hombres) suman más de 24 horas de debate sin llegar a un acuerdo unánime sobre el sinaloense. Esto es una sorpresa para los que esperaban que un caso de esta magnitud se resolviera pronto por la cantidad apabullante de evidencias y pruebas. Sólo de la alianza con Juan Carlos Rodríguez Abadía, Chupeta, líder del cártel colombiano Norte del Valle, el Cártel de Sinaloa, de Guzmán, presuntamente movió más de 400 toneladas de cocaína hacia Estados Unidos.
El aislamiento del jurado y la poca comunicación con el exterior hacen imposible tener pistas sobre qué impide que el jurado ponga fin al juicio más importante de la historia de la guerra contra el narcotráfico.
Todo contacto se hace a través de notas a mano que hacen llegar al juez. En cuatro días han emitido 11 mensajes: la mayoría, que quieren terminar sus jornadas de deliberación antes de lo programado.
El jurado también ha preguntado sobre crímenes entre narcotraficantes y sobre metanfetaminas, lo que alimenta las hipótesis de que estarían debatiendo sobre acusaciones de asesinato —dentro del delito de crimen organizado— y la manufactura de droga. De igual manera han pedido la transcripción de las declaraciones de cinco de los principales testigos del caso, casi una semana entera de declaraciones en miles de páginas. Esa podría ser una de las razones por las que tarda el veredicto.
El excesivo volumen del caso presentado por el gobierno, que se sentía bien hilado hasta hace unos días, parece que fue contraproducente: presentar un caso más compacto habría sido más eficiente.
Recopilar y conectar la información de tres meses de juicio, decenas de horas de testimonio y centenares de pruebas no es tarea fácil para llegar a un acuerdo “unánime más allá de toda duda” exigido.
De ahí se deriva otra hipótesis: que haya un debate real sobre si las pruebas contra El Chapo son suficientes. Jeffrey Lichtman, abogado de Guzmán, tuvo muy claro que en los argumentos finales del juicio debía apelar a la “duda”: “Les ruego que miren en sus corazones y si tienen alguna duda, aférrense a ella”, suplicó.
Sólo la demostración de que se ha cometido un delito “más allá de la duda razonable” es permitida para tomar una decisión. Si lo encuentran culpable del principal delito que se le imputa: liderazgo de una empresa criminal continuada, es una sentencia de cadena perpetua. Además hay nueve acusaciones más: siete por narcotráfico, una por posesión de armas y una por lavado de dinero.
Otro de los factores puede ser la tensión a la que se ha sometido al jurado.
Cada minuto que pasa es una pequeña victoria para la defensa de El Chapo, convencida de que el retraso es síntoma de dudas y, por tanto, de opciones de que su cliente pueda escapar de un juicio que parecía tener sentencia antes de iniciar.