La junta militar de Myanmar reconoció haber realizado un ataque aéreo contra una aldea del centro del país que provocó decenas de muertos y una firme condena internacional.
El Alto Comisario de Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, se dijo "horrorizado" por la acción, entre cuyas víctimas había escolares, así como otros civiles.
El balance del ataque ocurrido el martes por la mañana en el remoto distrito de Kanbalu, en la región de Sagaing, es todavía incierto.
El servicio birmano de la BBC, The Irrawaddy y Radio Free Asia informaron de al menos 50 muertos y decenas de heridos en este ataque contra la aldea de Pazi Gyi.
Un socorrista vinculado a las milicias antigolpe Fuerza de Defensa del Pueblo dijo que el número de muertos podía llegar al centenar de personas, entre las que había mujeres y niños.
La junta militar confirmó el martes por la noche que el ataque tuvo lugar, pero no precisó cuántas personas murieron.
Según su portavoz Zaw Min Tun, la acción se produjo durante la apertura de una oficina local de la Fuerza de Defensa del Pueblo, los grupos armados antijunta que proliferaron por el país tras el golpe militar de 2021.
El portavoz militar afirmó que algunas víctimas eran combatientes antigolpistas en uniforme, pero que "podía haber alguna gente con ropa de civil", y aseguró que parte de las muertes se debieron a "minas plantadas por las FDP en la zona".
Una fuente de seguridad señaló a AFP que un avión de caza y un helicóptero de combate fueron desplegados para el ataque.
Myanmar está desgarrada por un violento conflicto entre la junta militar y sus oponentes desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021, que derrocó a la dirigente civil Aung San Suu Kyi.
El ejército se apoya en su superioridad aérea, gracias a sus aviones de fabricación rusa y china, para compensar sus dificultades en el terreno ante grupos rebeldes que controlan partes enteras del país.
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El ataque del martes, uno de los más mortíferos realizados por la junta, ocurrió poco antes de las celebraciones del Thingyan, el Año Nuevo birmano, que duran varios días.
"Esto refuerza el clima de miedo. Habrá más reticencia para organizar eventos masivos ante el riesgo de bombardeos", denunció Phil Robertson, director adjunto para Asia de Human Rights Watch.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, "condenó firmemente el ataque" y "reiteró su llamado al ejército a acabar con la campaña de violencia contra la población", según un comunicado de su portavoz Stephane Dujarric.
Estados Unidos también se declaró "profundamente preocupado" por el ataque que "subraya todavía más el desprecio del régimen por la vida humana", dijo el portavoz de su diplomacia Vedant Patel.
"La UE está profundamente consternada por los informes sobre las últimas atrocidades cometidas por el régimen militar" birmano, dijo Nabila Massrali, portavoz de la Unión Europea para Asuntos Exteriores.
La región de Sagaing, cerca de la segunda mayor ciudad del país Mandalay, es uno de los principales focos de resistencia al régimen militar, con combates intensos desde hace meses.
Los videos supuestamente grabados en el lugar -cuya autenticidad no se pudo verificar- muestran cuerpos sin vida en un terreno quemado, donde apenas quedó en pie una estructura de un inmueble arrasado.
El Gobierno de Unidad Nacional de Birmania, un Ejecutivo en la sombra formado por antiguos diputados del partido de Aung San Suu Kyi, condenaron un "acto de odio".
El jefe de la junta militar, Min Aung Hlaing, supeditó la celebración de las elecciones que ha prometido desde que tomó el poder al restablecimiento de la "paz y la estabilidad" en el país. En febrero, la junta reconoció que un tercio del país escapa a su control.
Una organización local de derechos humanos cifra en más de 3 mil 200 personas las víctimas mortales de la represión de la junta desde el golpe, en tanto el ejército ofreció un balance de más de 5 mil, cuyas muertes atribuye a sus oponentes.
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