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Un juez federal de California ordenó ayer a la administración de Donald Trump mantener el programa que protege de la deportación a los llamados dreamers en los mismos términos en que estaba vigente antes de que el mandatario ordenara, en septiembre, su cancelación.
Trump anunció que el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) expiraría a principios de marzo próximo. Sin embargo, el juez de distrito William Alsup determinó que el programa deberá mantenerse en vigor mientras se desarrolla el litigio que presentaron, en noviembre pasado, la Universidad de California, la ciudad de San José y el condado de Santa Clara, en California, y los estados de Maine, Minnesota y Maryland, entre otros.
Según reportaron medios estadounidenses, Alsup argumentó que la cancelación del DACA, que ha permitido vivir y trabajar en EU a jóvenes indocumentados llevados ilegalmente, siendo niños, a suelo estadounidense por sus padres, fue una decisión “arbitraria y caprichosa”.
El juez aclaró que la orden que emitió no es válida para aquellos que hayan hecho solicitudes nuevas para ingresar al programa. La orden tampoco evitaría que los agentes migratorios deporten a los beneficiarios que sean considerados una amenaza para la seguridad nacional.
El anuncio se produjo horas después de que Trump dijera que la solución al limbo en el que él mismo colocó a 690 mil dreamers, en su mayoría mexicanos, debe ser una “ley de amor” que, se mostró convencido, se podrá consensuar de forma bipartidista. Así lo expresó en una reunión en la Casa Blanca, en la que participaron una veintena de congresistas de ambos partidos. No quedó claro, sin embargo, qué tipo de ley sería, ni qué podría incluir. Trump sólo dijo a los legisladores que lleguen a un acuerdo, sea cual sea, y que él lo firmará aunque “no esté enamorado” del resultado final. “Mi posición será la que acuerden las personas que están en esta sala”, aseguró.
Demócratas y republicanos lo han criticado por ello, alegando que precisamente la falta de claridad es un elemento que dificulta las negociaciones, además de la facilidad de dinamitar las charlas con peticiones multimillonarias para la construcción del muro en la frontera con México.
Es precisamente esta barrera física la que se mantiene como elemento indispensable para poder llegar a un acuerdo. “Me encantaría no construir el muro, pero necesitamos el muro”, insistió Trump, quien luego tuiteó que “nuestro país necesita la seguridad del Muro en la frontera sur, que debe ser parte de cualquier aprobación para el DACA”.
Sin embargo hubo dudas incluso a qué se refiere Trump con el “muro”: por momentos se vislumbraba una valla en más de mil kilómetros de frontera, por otros no era más un sistema de contención, una muralla metafórica que incluya tanto verjas como más tecnología.
Según la portavoz de la Casa Blanca, Trump “no ha abandonado” la idea de que México acabe pagando la cuenta, a pesar de que en sus últimos discursos ya no promete eso a sus seguidores. También podría incluir una revisión de algunos de los sistemas de migración legal más controvertidos y atacados por los conservadores, como el que favorece la reunificación familiar (conocida como “migración en cadena”) o el sistema de lotería de visados.
Como sea, el mandatario mostró su disposición a acelerar el tema migratorio, empezando por los dreamers y dejó la puerta abierta a que, tras solucionar este asunto —incluyendo un mayor presupuesto para vigilar la frontera—, se podría empezar a hablar de una reforma migratoria de largo alcance, a la que se oponen conservadores. “Haremos DACA. Entonces podremos empezar con una reforma integral de inmigración”, confió el presidente, asegurando que si se llega a esa segunda fase de negociación está dispuesto a “cargar” con todas las críticas que le puedan llegar. Con información de Víctor Sancho/Corresponsal