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Miami.— El colapso de la torre sur del complejo Champlain Towers, en Surfside, Florida, reverberó en el planeta, pero más fuerte en América Latina, en especial en la comunidad judía, pues muchos de los desaparecidos eran miembros de este colectivo. Según cifras oficiales, 44% de los lugareños se identifican como latinos y más de 50% como judíos.
“Desde que se construyó el edificio fue una especie de imán para los judíos latinoamericanos y de otros países”, contó a GDA la mexicana Aída Shalkow Phillips, quien iba a las torres con frecuencia. “Mi marido tenía una tía que fue de las primeras en comprar y nos prestó una de las salas [de fiesta]”. Aunque la mujer murió hace seis años, el vínculo con Champlain Towers permaneció: “Mi suegra tiene muchos conocidos ahí. Una de sus mejores amigas, Myriam Blank Caspi Notkin y su esposo Arnie, están desaparecidos”. Los Notkin son parte de los latinoamericanos que estaban en la torre sur.
Los cálculos oficiales hablan de 34 latinos, pero temen que la cifra sea mayor. “Todas las familias están vinculadas por varias generaciones”, indicó Shalkow Phillips. “Muchos iban a la sinagoga Temple Menorah, otros preferían (...) otras (...) a corta distancia. Hay seis templos a un máximo de 12 cuadras de distancia de las torres”.
Doble dolor
De los seis venezolanos desaparecidos, cuatro estaban de visita. Igual, dos de los puertorriqueños y al menos un argentino. “Mucha gente había venido al funeral de un amigo que había fallecido esta semana, otros a acompañar a sus hijos”, indicó el rabino argentino Mario Rojzman, de la sinagoga Beth Torah Benny Rok Campus. Se refería a George Matz, quien murió de Covid-19.
El puertorriqueño Jay Kleiman voló desde la isla para ver a su madre Nancy Kress Levin y a su hermano Frankie, además de asistir a las exequias de Matz. Los Kleiman tenían dos departamentos en el piso 8. Jay se quedó en el de su mamá. Frankie residía en el otro con su esposa Annie Ortiz y el hijo de ella, Luis Andrés Bermúdez, de 26 años, diagnosticado desde la infancia con distrofia muscular. Un piso más abajo estaban Deborah Berezdivin y su novio Ilan Naibryf. La chica, nacida en Puerto Rico de madre costarricense y padre boricua, estudiaba en la Universidad Tulane, Nueva Orleans. La familia de su novio es argentina asentada en la ciudad dormitorio de Weston. “Ella viajó acompañándolo a él, que era muy amigo de uno de los hijos del señor fallecido”, explicó la costarricense Sandra Rubinstein, tía de Berezdivin.
El rabino Rojzman alertó que la desgracia “va a tomar una magnitud (...) peor cuando se conozcan las edades de los fallecidos. Había muchos chicos que viajaron para el funeral y en algún lugar se tenían que quedar. Los abuelos les prestaron los departamentos”.
Los de toda la vida
Tres de ellos eran los venezolanos Moisés El Chino Rodan, Andrés Levine y Luis Sadovnic. Levine y Sadovnic eran primos y su familia tenía un apartamento. Vivían en Miami y habían recibido a Rodan, quien se mudó desde Venezuela. Pasaron la noche con la argentina Nicole Langesfeld, hija del agente de bienes raíces Pablo Lagensfeld. Sadovnic era su novio. Los tres tenían boda este año. Sus familias se trasladaron a Miami el viernes, gracias a visas humanitarias. También está desaparecido Claudio Bonnefoy Bachelet, primo hermano del padre de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Bonnefoy estaba retirado tras una larga carrera en la ONU.
Según Rojzman, hay muchos más... GDA pudo observar cómo los chicos lloraban en silencio y eran consolados por dos perros de apoyo emocional.
León y Cristina Beatriz Elvira Oliwkowicz tenían más de dos décadas como propietarios en Champlain Towers, desde que salieron de Venezuela con su hija Daniela, quien les había dado un nieto. La colombiana Marina Azen llevaba muchos años.
Era la misma situación de los cubanos estadounidenses Manuel Lafont, Juan Sr., su esposa Ana y su hijo Juan, Gil y Betty Guerra, Maggie Vázquez-Bello y sus amigas Rosa Saez y Francis R. Plasencia, Antonio y Gladys Lozano, Ángela y Julio Velásquez y su sobrina Theresa que estaba de visita. Graciela y Gino Catarossi, de Argentina, compartían un departamento con su hija Graciela y su nieta Estella. Antes había llegado Andrea, la otra hija.
Los turistas
Los argentinos Andrés Galfrascoli, Fabián Nuñez y la hija de ambos, Sofía Nuñez, habían llegado para vacunarse contra el Covid y visitar Miami. El mismo plan de los colombianos Luis Fernando Barth, su esposa Catalina Gómez y su hija Valeria, de 14 años.
La misma idea tuvieron los paraguayos Sophia López Moreira, su marido, el empresario Luis Pettengill, los tres hijos de la pareja y Leidy Luna Villalba, de 23 años, que viajó con la familia como niñera. Ninguno ha dado señales de vida. Unas cuadras más arriba y otras más abajo la Gran Miami sigue de fiesta, pero con el corazón roto.