Al menos 109 personas murieron después de seguir los preceptos de Paul Mackenzie Nthenge de ayunar para "conocer a Jesús". Entre esas personas estaba la madre de Issa Ali, quien decidió dejar todo atrás por “buscar a Jesús”.
Issa recuerda a la perfección el momento en que su vida cambió. Hace dos años, su madre tomó todas sus pertenencias y se fue al bosque de Shakahola, en el sureste de Kenia, para seguir a Mackenzie.
“Les dijo que allí se produciría la segunda venida de Jesús”, relató el joven de 16 años al diario The Guardian.
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A principios de este año, Issa volvió a ver a su madre, pero estaba “casi irreconocible”. De ser una mujer de buena constitución se había convertido en una persona frágil, delgada, demacrada.
“Nos dijo que podía ser la última vez que la viéramos, que su vida terrenal había perdido todo sentido y que pronto iría al cielo. Intentamos detenerla, pero no pudimos: no era ella misma”, contó Ali al medio.
No volvió a saber de ella hasta la semana pasada que comenzó el descubrimiento de decenas de cuerpos en fosas de miembros de la secta. Aunque no le han confirmado oficialmente que su madre está entre las víctimas mortales, unos amigos le dijeron que sí, que la mujer había fallecido.
Mackenzie fue detenido el pasado 15 de abril, acusado de atraer seguidores al bosque y lavarles el cerebro para convencerlos de que ayunaran hasta morir. De ese modo, aseguraba, se reunirían “con Jesús”.
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Aunque oficialmente se habla de poco más de 100 fallecidos, Hassan Musa, responsable regional de la Cruz Roja Keniana, dijo que familias han denunciado la desaparición de 410 personas, entre ellas 227 menores de 18 años.
Joyce Makori, de 38 años, tuvo más suerte que Issa. Ella sí logró encontrar vivo a su marido, Daniel, en el bosque.
Denuncian desaparición de más de 400 personas
Makori narró a The Guardian que tenía casi una década de matrimonio pero Daniel cambió en cuanto conoció a Mackenzie. Se distanció y terminó por abandonarla a ella y a sus hijos por la secta.
A veces les llamaba por teléfono, pero siempre dejaba a Makori preocupada por sus palabras. Por ejemplo, les decía que el mundo se acabaría en junio de este año.
Cuando Makori se enteró de que estaban descubriendo cuerpos de seguidores de la secta, se dirigió a Malindi para buscar a su esposo.
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En los últimos días, él se mostraba angustiado. “Voy a morir. Me han quitado el teléfono y sospechan que estoy compartiendo información con el exterior. En este camino en el que estoy podría ser capturado, morir en el bosque o ser asesinado… No puedo irme”, le dijo la ýltima vez que habló con él.
Finalmente, con ayuda de la policía, encontró a su esposo vivo. Sin embargo, se cree que aún hay muchos seguidores de la secta en el bosque.
El ministro de Interior de Kenia, Kithure Kindiki, anunció la suspensión hasta nuevo aviso de las excavaciones en una zona donde se han encontrado los cadáveres.
"Las exhumaciones están suspendidas por ahora debido a las lluvias fuertes y se reanudarán en el momento en el que se determine que es seguro hacerlo. No queremos alterar las evidencias", dijo Kindiki desde el bosque de Shakahola, en el condado de Kilifi (sur), donde las autoridades empezaron el pasado 21 de abril estas excavaciones tras recibir información confidencial. * Con información de agencias
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