El secretario general de la , António Guterres, lanzó este jueves una "llamada a la acción climática" para combatir el calor extremo que sufre el planeta, después de que el domingo se registrara el día más caluroso de la historia, y que esa marca fuera superada el lunes y de nuevo el martes, según el sistema Copérnico de la Unión Europea (UE).

El calor extremo mata ya a medio millón de personas por año, lo que supone 30 veces más que los temidos ciclones, y la Organización Meteorológica Mundial ha alertado de rápido aumento de las olas de calor "en escala, intensidad, frecuencia y duración", recordó el secretario general.

"La Tierra se está volviendo más caliente y peligrosa para todos, en todas partes (...) El calor extremo es la nueva anormalidad", recordó Guterres, vinculando este fenómeno a la acción humana y el consumo de combustibles fósiles.

Por eso, consideró urgente lanzar una "llamada a la acción climática" que articuló en cuatro ejes.

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El primero consiste en cuidar a los más vulnerables al calor, entre los que citó a los pobres urbanos, los discapacitados, los ancianos, las lactantes, los enfermos y los desplazados: a todos ellos el calor extremo les afecta más porque "amplifica las desigualdades, atiza la inseguridad alimentaria y empuja a más personas a la pobreza".

A todos ellos pueden ayudarles medidas de "enfriamiento de bajo carbono" alcanzables mediante un diseño urbano adaptado, o mejorando la eficiencia de las tecnologías de enfriamiento, además de un sistema más eficaz de alerta temprana accesible a todo, para lo que será necesario un mayor compromiso financiero de los más ricos.

En segundo lugar, Guterres consideró prioritario mejorar la protección de los trabajadores, pues un 70 % de la fuerza laboral mundial (2 mil 400 millones) están expuestos al calor extremo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y se encuentran principalmente en África (9 de cada 10) y en Asia-Pacífico (3 de cada 4).

Esta exposición laboral al calor tiene efectos económicos: la productividad cae un 50% con temperaturas de más de 34 grados, y el "estrés climático" va a costar a la economía global 2 mil 400 millones en 2030, por lo que son urgentes medidas de protección basadas en los derechos humanos.

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El tercer eje supone un mejor uso de los datos científicos, de forma concertada, que puede aportar mejoras en las infraestructuras urbanas, las cosechas, los depósitos de agua, los sistemas de salud y los suministros eléctricos, y que pueden cambiar la vida de las grandes ciudades, donde el calentamiento crece el doble que en la media global.

Por último, Guterres subrayó que todas esas medidas deben entenderse dentro de la lucha contra el , pues "para vencer a los síntomas, debemos atacar la enfermedad, y la enfermedad es la locura de estar incendiando nuestro único hogar, es la adicción a los combustibles fósiles y es la inacción climática".

En ese sentido, reclamó a todos los países que redacten un plan de acción climática para el año próximo, y pidió que también el sector privado, así como las administraciones locales o regionales, se pongan manos a la obra, teniendo siempre claros dos objetivos: terminar con nuevos proyectos de carbono y "cortar en un 30% el consumo global de combustibles fósiles para 2030".


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