San José
Obligada a retroceder y quedar a la defensiva, al perder puntos claves de dominio en Argentina en 2015, en Brasil en 2016, en Ecuador en 2017, en Bolivia en 2019 y en Uruguay en 2020, y aparentar debilitarse en Venezuela y en Nicaragua, la izquierda de América Latina y el Caribe contraatacó al cierre de este año y recuperó posiciones políticas hemisféricas para pasar a la ofensiva.
La oscilación pendular quedó marcada por momentos estelares. El arrasador triunfo del régimen gobernante en Venezuela en los comicios parlamentarios que, sin la oposición, se realizaron el pasado 6 de diciembre y entregaron al cuestionado presidente Nicolás Maduro un monopolio institucional: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, a partir del 5 de enero. Y aunque la oposición, Estados Unidos, la Unión Europea y un bloque americano calificaron la elección de ilegítima, Maduro se consolidará.
El retorno de la izquierda al poder el 8 de noviembre en Bolivia desalojó a las fuerzas de centro y derecha que gobernaron ante la dimisión el 10 de noviembre de 2019, en un caos electoral, de Evo Morales a la presidencia.
Al escenario entró la aguda inestabilidad de la clase política de derecha en Perú con otro cambio de gobierno el mes pasado. También se sumó el éxito el 25 de octubre anterior en un plebiscito del “Sí” a modificar la Constitución Política de Chile y sepultar el saldo de la dictadura militar derechista-pinochetista que gobernó de 1973 a 1990.
Al mapa se unieron el inestable proceso de paz en Colombia, la derrota del ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en comicios municipales del 15 de noviembre anterior y la división de la oposición derechista en Venezuela y en Nicaragua.
Atrapado en un incendio político en 2018, el gobierno de Nicaragua acorraló en 2020 a la oposición para intentar sacarla, vía legislativa, del juego electoral de 2021.
El panorama coincidió con la salida de Donald Trump de la presidencia estadounidense y su reemplazo con Joe Biden a partir del próximo 20 de enero.
En el proceso hubo otros dos hechos: la victoria presidencial en 2018, por primera vez, de la izquierda en México y el ascenso de Andrés Manuel López Obrador al poder en diciembre de ese año, y la llegada del izquierdista Alberto Fernández a la presidencia de Argentina en diciembre de 2019.
Fernández, quien apoyó a Morales para recuperar el timón de Bolivia, derrotó en 2019 al centro-derechista y entonces presidente de Argentina, Mauricio Macri, y, con la expresidenta Cristina Fernández, viuda de Kirchner, en la vicepresidencia, reinstaló en el poder a la izquierda, que gobernó de 2003 a 2015.
El izquierdista Rafael Correa presidió en Ecuador de 2007 a 2017 y fue sucedido por Lenín Moreno, su aliado, pero ambos riñeron. Moreno se distanció en 2017 de la izquierda hemisférica, que en 2016 atestiguó el fin de más de 13 años seguidos de gobiernos izquierdistas en Brasil. El izquierdista Frente Amplio cerró 15 años consecutivos de gobierno en marzo de 2020 en Uruguay.
“América Latina no es una”, su realidad es de “incertidumbre sobre el rumbo político” y de más insatisfacción y frustración que esperanza, dijo el diplomático costarricense Jorge Urbina, exembajador de Costa Rica en la Organización de Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Holanda.
“Veo esas ‘pinceladas’, pero no un viraje continental a la izquierda o el centro-izquierda. No hay grandes movimientos sociales, hay electorados pendulares en la mayoría de países que no marcan una evolución”, adujo Urbina en entrevista con EL UNIVERSAL.
Para el opositor y exdiputado nicaragüense Eliseo Núñez, “los ciclos de poder en América Latina tienen que ver con los altos niveles de inequidad [social]” que refuerzan “la oscilación” de izquierda a derecha.
“Los países que, pese a tener desarrollo económico como Chile, no avanzan en el modelo democrático, tampoco avanzan en [resolver] la inequidad. Los gobiernos de derecha son de las élites y los de izquierda rompen con eso, pero el manejo de gobierno de la izquierda hace que se regrese al de las élites. Este ciclo no es beneficioso para América Latina”, explicó Núñez a este diario.
A juicio del diplomático boliviano Jaime Aparicio, exembajador de Bolivia en la Organización de los Estados Americanos (OEA), “parece que se está rearmando” el plan regional de izquierda.
El proyecto ganó fuerza con el ascenso en 1999 de Hugo Chávez (fallecido en 2013) a la presidencia de Venezuela y que, en el siglo XXI y con Cuba de trasfondo, se posicionó en Bolivia, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina, aunque luego cedió, recordó el diplomático.
“Hay una tendencia” a la izquierda, narró Aparicio a este periódico. “La debilidad de la derecha” ayuda a la izquierda, indicó el analista político y periodista peruano César Campos a este medio. “La izquierda”, subrayó, “ganará espacios por el coronavirus. A una situación desesperada, una respuesta desesperada y así los extremos ganan espacio. Los ganará la izquierda porque sí tiene una intensa actividad”.