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Washington no está siendo lo que esperaban la hija predilecta del presidente Donald Trump, Ivanka, y su marido, Jared Kushner, cuando dejaron su espectacular ático del Upper East Side neoyorquino y su exclusivo círculo empresarial de Manhattan.
La pareja se instaló en la capital estadounidense tras la investidura de Trump en enero, pero la emoción inicial se convirtió pronto en decepción: se sienten rechazados por la élite política e incapaces de moderar al presidente.
La ciudad “deshincha su autoestima cada día”, comentó un amigo neoyorquino de la pareja a la revista Vanity Fair, que esta semana publica un revelador artículo titulado Exiliados en la Avenida Pensilvania: Cómo Jared e Ivanka fueron repelidos por la élite de Washington.
El exhaustivo relato se basa en conversaciones con otros asesores de la Casa Blanca, amigos personales del matrimonio y otras personas cercanas al clan Trump.
Su posición como los asesores más cercanos de un presidente con récord de impopularidad les está pasando factura no sólo a la hora de encontrar su sitio en la capital, sino también entre sus amistades neoyorquinas.
Kushner, quien viene de una prominente familia demócrata, llegó a hablar en una entrevista de “exfoliación” de aquellos que no apoyan que trabaje para Trump.
Algunos de sus millonarios amigos progresistas de Manhattan se distanciaron de ellos desde su mudanza a Washington, pero otros confiaban en que la joven pareja cumpliera la promesa de ser “una fuerza moderadora” del explosivo presidente.
Sin embargo, incluso los propios Ivanka y Jared están frustrados por no haber podido evitar que Trump tome medidas como la salida del Acuerdo de París contra el cambio climático o la prohibición de que las personas transexuales sirvan en las Fuerzas Armadas.
La negativa de Trump a condenar la violencia de los supremacistas blancos tras los hechos en Charlottesville, el 12 de agosto, representó el “fin del mito” de Ivanka y Jared como fuerza cosmopolita y moderada en la Casa Blanca.
A esto se suma la presión por la investigación sobre los posibles vínculos de la campaña de Trump con el Kremlin para favorecer al magnate, unas pesquisas por las que Kushner compareció ante el Congreso.