DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza.- Un ataque aéreo israelí en el sur de Líbano mató a un comandante destacado del grupo armado Hezbolá, según dijo este lunes un funcionario de seguridad libanés, entre preocupaciones a que se expanda el conflicto entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza.
El suceso seguía a un aumento de los choques entre la milicia con apoyo iraní y el ejército israelí en la frontera.
Otro ataque israelí en Beirut mató hace menos de una semana a un alto dirigente de Hamas, y dos días después Hezbolá hizo un amplio ataque de misiles contra una base militar israelí como represalia.
Mientras tanto, en el centro de Gaza, médicos, pacientes y personas desplazadas huían del principal hospital de la zona conforme se acercaban los combates entre fuerzas israelíes y milicianos palestinos, según dijeron testigos el lunes. Perder el centro médico asestaría otro gran golpe para un sistema de salud devastado por tres meses de guerra.
Médicos Sin Fronteras y otros grupos humanitarios se retiraron en los últimos días del hospital Mártires de Al Aqsa en Deir al-Balah, señalando que era demasiado peligroso. Eso extendió el pánico entre la gente que se refugiaba allí, y muchos se sumaron a los cientos de miles de personas que han huido al sur del asediado territorio.
Israel dice que prácticamente ha completado las operaciones grandes de combate en el norte de la Franja de Gaza y ahora se centra en la región central y en la ciudad sureña de Jan Yunis. Las autoridades israelíes han dicho que los combates continuarán durante muchos meses, mientras el ejército trata de desmantelar a Hamas y recuperar a decenas de rehenes capturados durante el ataque miliciano del 7 de octubre que desencadenó la guerra.
La ofensiva ya ha matado a unos 22 mil palestinos, arrasado amplias extensiones de la Franja de Gaza, desplazado a casi el 85% de su población de 2.3 millones de personas y dejado a un cuarto de sus residentes en riesgo de hambruna.
También amenaza con provocar una guerra más amplia con la milicia libanesa Hezbolá y otros grupos armados con respaldo iraní aliados con Hamas.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, estaba de vuelta en la región esta semana. Estados Unidos, que ha proporcionado ayuda militar y apoyo diplomático cruciales para la ofensiva, ha pedido a Israel que tome más medidas para evitar el daño a los civiles, aunque se ha mantenido a su lado en el rechazo a las peticiones internacionales de un cese el fuego.
Decenas de miles de personas han buscado cobijo en los hospitales de Gaza, que también tienen problemas para atender a docenas de personas heridas cada día en los ataques israelíes. Apenas 13 de los 36 hospitales de Gaza funcionan aunque sea de forma parcial, según la oficina humanitaria de Naciones Unidas.
Omar al-Darawi, empleado del Hospital Mártires de Al-Aqsa, dijo que el lugar había sufrido varios ataques en los últimos días. Miles de personas se marcharon tras la salida de los grupos humanitarios, señaló, y los pacientes se han concentrado en una planta para que los médicos puedan atenderlos con más facilidad.
“Tenemos un gran número de heridos que no pueden moverse”, dijo. “Necesitan tratamiento especial que no está disponible”.
Cada día llegan más muertos y heridos, mientras las fuerzas israelíes avanzan en el centro de Gaza tras fuertes bombardeos. El Ministerio de Salud dijo el lunes por la mañana que 73 cuerpos y 99 heridos habían sido trasladados al hospital en apenas 24 horas.
El personal de la Organización Mundial de la Salud que visitó el lugar el domingo presenció “escenas enfermizas de personas de todas las edades atendidas en suelos manchados de sangre y en pasillos caóticos”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, jefe de la agencia de Naciones Unidas. “El baño de sangre en Gaza debe terminar”.
La situación era más penosa en el norte de Gaza, una zona que las fuerzas israelíes aislaron del resto del territorio a finales de octubre.
Se han demolido barrios enteros y cientos de miles de personas han huido, mientras que los que permanecen allí enfrentan graves desabastecimientos de comida, agua y suministros médicos. La OMS dijo el domingo por la noche que no había podido entregar suministros en el norte de Gaza en 12 días.
Incluso allí, Israel sigue luchando contra lo que describe como pequeños grupos de milicianos.
Un ataque aéreo destruyó el domingo por la mañana una vivienda de cuatro pisos llena de personas desplazadas en el campo de refugiados urbano de Jabaliya y mató al menos a 70 personas, incluidos mujeres y niños, indicó Mahmoud Bassal, vocero de la defensa civil de Gaza. No había confirmación inmediata del Ministerio de Salud, que ha tenido problemas para seguir operando en el norte.
Las labores de búsqueda continuaban el lunes. La defensa civil difundió un explícito video que mostraba los efectos del ataque, en el que se veían varios cuerpos tirados entre los escombros.
El campo de Jabaliya, construido para refugiados palestinos de la guerra de 1948 en torno a la formación de Israel, es ahora un denso e intrincado vecindario donde se han registrado combates durante semanas.
Más de 22 mil 800 palestinos han muerto y más de 58 mil han resultado heridos desde que comenzó la guerra, según el Ministerio de Salud en la Gaza gestionada por Hamas. La cifra de muertos no distingue entre civiles y combatientes. Las autoridades de salud dicen que unos dos tercios de los fallecidos eran mujeres y niños.
Israel responsabiliza a Hamas por las bajas civiles porque el grupo opera en zonas residenciales densamente pobladas, aunque el ejército no suele hacer comentarios sobre ataques concretos. El ejército dice haber matado a unos 8 mil milicianos, sin presentar pruebas, y que 176 de sus soldados han muerto en la ofensiva.
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El asesinato de un comandante de Hezbolá en el sur de Líbano coincidía con la visita a Oriente Medio de Blinken, que el domingo volvió a reunirse con los líderes de Jordania y Qatar y habló sobre la necesidad de que Israel ajuste sus operaciones militares para minimizar el daño a los civiles y permitir la entrada de más ayuda en el territorio. Pero su principal objetivo parecía ser impedir que la guerra se expandiera.
El ejército israelí no hizo comentarios inmediatos sobre el ataque. Indicó que sus cazas habían atacado infraestructura de Hezbolá en el sur de Líbano.
El funcionario de seguridad libanés, que hablaba bajo condición de anonimato en línea con las regulaciones internas, dijo que Israel había atacado a un comandante de las Fuerzas Radwan, una unidad de élite de Hezbollah, sin dar su nombre. El ataque alcanzó una camioneta Honda en la población sureña de Khirbet Selm cuando el comandante la manejaba, añadió el funcionario.
Hezbollah no respondió en un primer momento a una petición de comentarios.
La ronda de cohetes de Hezbollah que alcanzó el sábado una base de control de tráfico aéreo en el norte de Israel fue uno de los ataques más grandes en los tres meses de combates de baja intensidad en la frontera. El grupo armado dijo que era una “respuesta inicial” a la muerte del número dos de la rama política de Hamás, Saleh Arouri.
En general, Israel ha intentado limitar los combates en el norte. La capacidad militar de Hezbolá es mucho mayor a la de Hamás. Pero los líderes israelíes han dicho que su paciencia se está agotando y que si las tensiones no pueden resolverse de forma diplomática están dispuestos a ir a la guerra.
Hezbollah comenzó a lanzar cohetes poco después de que el ataque de Hamás del 7 de octubre en el sur de Israel desencadenara la guerra en Gaza. Hamás y otros milicianos mataron a unas 1 mil 200 personas ese día, en su mayoría civiles, y se llevaron a unos 250 rehenes, de los que un centenar fueron liberados durante un cese el fuego en noviembre.
Hezbollah ha dicho que sus ataques, que han hecho que decenas de miles de israelíes abandonen sus hogares, pretenden aliviar la presión sobre Gaza. Pero el grupo parece reacio a arriesgarse a una guerra abierta que llevaría una destrucción masiva al Líbano.
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