Bruselas.— Empeñado en aniquilar toda amenaza contra el pueblo israelí tras el brutal asalto de los fundamentalistas de Hamas hace casi un año, el primer ministro, , ha iniciado otro conflicto a gran escala.

El nuevo frente está marcado en la frontera norte, la que comparte con Líbano, en donde Israel ha intercambiado golpes durante meses con miembros de , una agrupación chiita bien estructurada, clasificada por Estados Unidos como terrorista, de gran influencia política e ideológica y con sólidos nexos militares y financieros con Irán.

La campaña militar tiene lugar en un contexto de divisiones internas en la cúpula israelí sobre la conveniencia de emprender una guerra terrestre paralela a la iniciada en Gaza en represalia por las atrocidades cometidas por los fundamentalistas palestinos de Hamas durante el sorpresivo ataque del 7 de octubre en el que murieron casi mil 200 personas.

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Palestinos pasan junto a una casa destruida tras un ataque aéreo de Israel en la Franja de Gaza. Foto: Mohamed Saber / EFE
Palestinos pasan junto a una casa destruida tras un ataque aéreo de Israel en la Franja de Gaza. Foto: Mohamed Saber / EFE

Si bien es comprensible la intención de Israel de restablecer la seguridad a lo largo de su frontera norte, la escalada plantea serios peligros, advierte Internacional Crisis Group, una organización especializada en solución de conflictos con sede en Bruselas. “Las consecuencias para Israel pueden resultar mucho más graves que las del devastador ataque de Hamas del 7 de octubre”, alerta ICG.

“Si Irán, junto con sus aliados no estatales en Siria, Irak y Yemen, decide unirse a la pelea y proteger a Hezbolá, un activo que ha construido durante décadas, sobre todo para disuadir a Israel de ataques contra Irán, tal confrontación podría convertirse en una guerra regional que atraería casi con toda seguridad a Estados Unidos”.

Por lo pronto, Irán atacó el martes a Israel con casi 200 misiles, elevando la tensión ante la posibilidad de un conflicto regional.

El choque en suelo libanés, además, exacerba el costo humanitario. La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), sostiene, con base en datos del Ministerio de Sanidad de Gaza, que hasta el 22 de septiembre el conflicto había tenido un saldo de al menos 41 mil 431 palestinos muertos y 95 mil 818 heridos.

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Durante el mismo periodo, citando al ejército de Israel y fuentes imparciales israelíes, han perdido la vida más de mil 546 israelíes y extranjeros. La cifra incluye 346 soldados muertos en Gaza o en la frontera con Israel. Otros 2 mil 287 soldados israelíes han resultado heridos. El miércoles se reportaron ocho soldados muertos en enfrentamientos en Líbano, tras iniciarse la incursión terrestre “limitada”.

A esto se añade el sufrimiento del desplazamiento forzado. El intercambio de misiles entre Hezbolá e Israel tiene a 80 mil ciudadanos israelíes y más 110 mil libaneses en situación de refugiados.

De acuerdo con el ICG, es probable que una guerra con Hezbolá provoque “más desplazamientos desde el norte y seguramente Israel terminaría llegando a un acuerdo similar al que ya está sobre la mesa, sólo que a un precio más alto; es difícil ver cómo los residentes israelíes podrán regresar al norte en ausencia de un acuerdo”.

“El Partido de Dios” está en confrontación con Israel desde la invasión de Líbano en 1982. Desde entonces, el grupo ha sido autor de numerosos atentados contra objetivos israelíes y sus socios occidentales.

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La última fase de enfrentamientos entre las partes se recrudeció a partir de la incursión militar israelí en Gaza, como parte de una movilización en apoyo a Hamas, y desde junio se han intensificado aumentando la posibilidad de un choque militar mucho amplio. Pero Hezbolá no es Hamás, dos organizaciones de ideología fundamentalista con ramas militares y políticas.

De acuerdo con el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos (CRS), la fracción libanesa chiita dirigida por el asesinado Hassan Nasralá, cuenta con al menos 40 mil o 50 mil combatientes, entre los que se encuentra una unidad de élite entrenada para llevar a cabo operaciones especiales, la Fuerza Radwan. A esta cifra se añade un arsenal de cohetes, misiles y aviones no tripulados que se estima en más de 150 mil unidades, lo que la convierte en la organización no estatal mejor armada del mundo.

A esto se suma el apoyo incondicional de Teherán. El informe de 2022 sobre terrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos, precisa que Irán proporciona “la mayor parte de su financiación, entrenamiento, armas, explosivos, así como de la ayuda política, diplomática, monetaria y organizativa”.

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A la contribución iraní, se añaden los ingresos procedentes de la red criminal creada en países de África, América Latina y la Unión Europea. Europol sostiene que las fracciones establecidas en la Europa rica contribuyen al transporte y distribución de drogas ilícitas, concretamente anfetaminas; tráfico de armas y lavado de dinero.

Además, cuenta con otros teatros operativos. Según el análisis elaborado por los especialistas del CRS sobre Medio Oriente, Clayton Thomas y Jim Zanotti, Hezbolá tiene presencia en Siria. Allí tiene el aval del presidente Bashar al-Assad para el libre tránsito de armas iraníes.

En Yemen, tiene lazos con los hutíes, grupo insurgente que tiene entre sus fuentes de financiamiento la piratería contra el transporte marítimo en el mar Rojo.

“La única manera que queda para asegurar el retorno de las comunidades del norte de Israel a sus hogares, será mediante la acción militar”, aseguró Yoav Gallant.

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Para el experto en Israel-Palestina de la Universidad de Utrecht, Peter Malcontent, la actual situación en Líbano debe verse en el contexto de las explosiones masivas de miles de unidades de bípers y otros dispositivos usados por personal de Hezbolá en distintas partes del Líbano los días 17 y 18 de septiembre. “Los cuadros superiores de Hezbolá han sido eliminados (...) Hezbolá ha recibido un gran golpe, y es el momento para que Israel inicie la campaña de ataques”, sostiene Malcontent.

Por su parte, Han Bouwmeester, general de brigada y catedrático de la Facultad de Ciencias Militares de la Academia de Defensa de los Países Bajos, sostiene que los misiles israelíes intentan asustar al pueblo libanés. “El apoyo libanés a Hezbolá está disminuyendo y es probable que se vea aún más mermado por estos ataques aéreos, que incluyen víctimas civiles”.

La Coordinadora Especial de la ONU para el Líbano, Jeanine Hennis Plasschaert, afirma que los acontecimientos de los últimos días suponen “una escalada extremadamente preocupante en un contexto de volatilidad inadmisible”.

Así es como llega Israel al primer aniversario del conflicto con Hamas del 7 de octubre. Lejos de la paz, con frentes abiertos en Gaza, Líbano y Yemen, con la amenaza de un conflicto regional con Irán, con los rehenes aún en poder de Hamas y con un reguero de sangre y destrucción.

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