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Jerusalén/Rafah.— Israel bombardeó ayer Rafah, en el sur de Gaza, horas después de haber advertido a los palestinos que salieran de algunas zonas, a la vez que acordó enviar una delegación a El Cairo para seguir negociando un posible alto el fuego.
El Ejército israelí confirmó haber bombardeado la ciudad sureña de Rafah, donde más de un millón de palestinos se refugian tras el inicio de la ofensiva terrestre en Gaza, el pasado 27 de octubre, que obligó a la población del norte a abandonar sus hogares, muchos ahora destruidos.
Un comunicado castrense indicó que se trató de “ataques selectivos contra objetivos terroristas de Hamás en el este de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza”.
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Sin embargo, hasta el momento las tropas y los tanques israelíes no han cruzado la valla que separa Israel del sur de Gaza, constató la agencia EFE. En una rueda de prensa, el portavoz del Ejército, Daniel Hagari, recordó que las tropas están preparadas para una incursión terrestre en Rafah tras la orden de evacuación emitida la mañana del lunes, la cual afecta a unos 100 mil gazatíes.
La organización islamista Hamas, que desató el conflicto actual cuando atacó Israel, el 7 de octubre, y mató a más de mil israelíes, además de secuestrar a cientos, advirtió a Israel que cualquier toma militar de Rafah no será algo sencillo y que su brazo armado, las Brigadas al Qasam, están preparadas para defender a su pueblo.
Naciones Unidas también advirtió de las consecuencias que tendría una incursión terrestre a Rafah por parte de las fuerzas israelíes.
“Una invasión terrestre de Rafah sería intolerable por sus devastadoras consecuencias humanitarias y su impacto desestabilizador en la región”, dijo el secretario general del organismo, António Guterres.
La mañana comenzó tensa, con la orden de Israel a los palestinos para que abandonaran algunas zonas de Rafah porque serían atacadas. Poco después, el presidente estadounidense Joe Biden y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tuvieron una conversación telefónica en la que el primero reiteró su rechazo a una invasión de Rafah porque la considera un “error”, y logró que el líder israelí accediera a garantizar que el paso fronterizo de Kerem Shalom —cerrado desde un ataque con cohetes lanzado por Hamas— esté abierto para la ayuda humanitaria.
La Unión Europea (UE) también expresó su rechazo a una incursión en Rafah. El alto representante para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, abogó por un alto el fuego en Gaza para lograr la liberación de rehenes israelíes y aliviar la hambruna de los palestinos.
Horas más tarde, Ismail Haniyeh, jefe del buró político de Hamas, anunció que la organización aceptaba una propuesta de alto el fuego en Gaza presentada por los mediadores Qatar y Egipto.
Un alto cargo del movimiento islamista palestino, Jalil al-Hayya, dijo a la cadena Al Jazeera que la proposición contempla tres fases, cada una de una duración de 42 días. Esta incluiría una retirada israelí completa de la Franja de Gaza, el regreso de los desplazados y un canje de rehenes aún cautivos en el territorio por presos palestinos detenidos en Israel, para un “alto el fuego permanente”.
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“La pelota está en el tejado” de Israel, declaró bajo anonimato un responsable de este grupo, catalogado como terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea.
La oficina de Netanyahu respondió que la propuesta que aceptó Hamas queda “muy lejos de las exigencias” de su país y no es la que ellos habían aprobado. Aun así, aseguró que enviará una delegación “para agotar las posibilidades de alcanzar un acuerdo”.
¿Huir adónde?
Miles de palestinos, aterrorizados por la posibilidad del ataque terrestre israelí, tomaron sus escasas pertenencias y abandonaron en medio de la lluvia la parte oriental de Rafah.
El ejército israelí declaró que amplió “la zona humanitaria a Al Mawasi”, una localidad situada sobre la costa a unos 10 kilómetros de Rafah. La zona “no tiene espacio suficiente para que instalemos nuestras tiendas de campaña”, declaró Abdul Rahman Abu Jazar, un palestino de 36 años. “¿Adónde podemos ir? No sabemos”, añadió. “No hay hospitales y está lejos de los servicios que muchos necesitan”, indicó y añadió que un miembro de su familia dependía de diálisis.