Bruselas.— El mayor operativo de seguridad en la historia de la capital británica, iniciado meticulosamente a partir de la tarde del 8 de septiembre, alcanzará su clímax este lunes con motivo del último adiós a la reina Isabel II.
Será el primer funeral de Estado dedicado a un monarca inglés desde 1952 y el primer funeral de Estado de cualquier tipo en la Gran Bretaña desde 1965, cuando se honró la muerte del primer ministro Winston Churchill.
Al acto solemne en la Abadía de Westminster, el mismo lugar en donde la reina fue coronada en 1953, se espera se congreguen jefes de Estado, primeros ministros, presidentes, reyes y reinas, así como las máximas figuras de la vida pública internacional. En total, unas 500 personalidades relevantes de todo el mundo se unirán a una comitiva que sumará 2 mil invitados especiales.
Entre los líderes que dijeron sí a la invitación emitida por el Palacio de Buckingham se encuentra el presidente estadounidense Joe Biden y sus homólogos de Canadá y Australia, Justin Trudeau y Anthony Albanese, respectivamente.
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Además estará presente la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los jefes de gobierno de las mayores economías europeas, el alemán Frank-Walter Steinmeier, el francés Emmanuel Macron y el italiano Sergio Mattarella.
También confirmaron figuras controvertidas, como el populista presidente brasileño Jair Bolsonaro y el autoritario mandatario turco Tayyip Erdogan.
Todos los reyes y las reinas de Europa estarán presentes, incluyendo el rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima de los Países Bajos; el rey Felipe VI y la reina Letizia de España; el rey Harald V y la reina Sonia de Noruega, y el príncipe Alberto II y la princesa Charlene de Mónaco. Fuera de Europa llega el emperador Naruhito de Japón. Las primeras celebridades han comenzado a arribar desde el viernes.
La congregación nunca antes vista en un funeral de la Corona británica implica la operación de seguridad más meticulosa en la historia de Londres, una ciudad de 9 millones de habitantes y con antecedentes de terrorismo islámico de gran impacto, como el atentado con explosivos en el sistema de transporte que se cobró la vida de 52 civiles en julio de 2005.
Aunque el extremismo radical de alcance sofisticado o ejecutado por actores solitarios no supone el único problema. Hay riesgo de protestas, criminalidad y de incidentes asociados a la concentración de multitudes.
En apoyo a la misión titánica asignada a la Policía Metropolitana, compuesta por 34 mil oficiales, trabajan conjuntamente las distintas fuerzas de seguridad.
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Mundo cibernético bajo revisión
La vigilancia en el mundo digital está bajo responsabilidad del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ), mientras que las actividades en el bajo mundo son tarea del Servicio de Seguridad interna MIS. La prevención de amenazas del exterior recae en el Servicio de Inteligencia Secreto MI6. Todos en alerta máxima.
El operativo que emplea tácticas militares y de inteligencia inició al fallecer la reina en el castillo de Balmoral en Escocia. Al paso de los días se ha hecho visible, particularmente desde la noche del martes pasado, cuando fueron desplegados unos mil 500 militares. A partir de ese día, los francotiradores y oficiales con binoculares se apoderaron de los puntos más elevados del barrio de Westminster, epicentro de los eventos con motivo del último viaje de la reina de Inglaterra y la proclamación del rey Carlos III.
Entre las barricadas metálicas y los bloques de hormigón que cortan el paso vial hay también perros adiestrados para la identificación de explosivos, así como centenares de voluntarios civiles que portan chalecos fluorescentes. Las autoridades aconsejan a la ciudadanía avisar a la policía si detecta algo sospechoso, al tiempo que se reserva el derecho a realizar registros aislados.
“Es un enorme desafío para la Policía Metropolitana y para mí personalmente, pero nos hemos estado preparando durante muchos, muchos años”, afirma Mark Rowley, quien tomó las riendas de la comisaría londinense el pasado 12 de septiembre. “Desplegaremos a miles de oficiales por el nivel de seguridad requerido y por las millones de personas que quieren ofrecer su respeto”.
De acuerdo con Pete Fussey, profesor de sociología de la Universidad de Essex, en este tipo de eventos la seguridad no es absoluta para los invitados, pero sí está convencido de que la policía trabaja contrarreloj para anticiparse ante cualquier incidente.
El lunes se ha decretado como día festivo por el rey Carlos III. El Departamento de Comercio, Energía e Industria Estratégica justifica la decisión asegurando que es “para permitir que las personas, los negocios y las organizaciones muestren respeto por Su Majestad y conmemoren su reino, al tiempo que se marca el último día del periodo de luto nacional”. En el fondo, el cierre de oficinas, escuelas y algunos negocios facilita el trabajo policiaco al no tener que dispersar los recursos de seguridad.
Por la mañana del lunes, el féretro que llegó a Westminster Hall, y el miércoles, será llevado en procesión a la abadía para las exequias, a unos cuantos metros. Al finalizar el servicio religioso se desplazará al Arco de Wellington, en donde será colocado en un coche fúnebre para ser llevado a la capilla de Saint George en el castillo de Windsor, a las afueras de la capital. El viaje en carretera se le conoce como el “Largo Paseo”.
Habrá un último servicio religioso televisado antes de dar sepultura en una ceremonia privada que tendrá lugar en la Capilla Memorial del castillo de Wind-sor. Por deseo de la reina, descansará junto a los restos de su esposo, el príncipe Felipe.
Los tabloides británicos anticipan que el funeral de la reina será la “transmisión más vista de todos los tiempos”. Estiman que la audiencia en todo el mundo podría alcanzar los 4 mil millones de televidentes, cuatro veces por encima del número de personas que vio la boda del príncipe Carlos con Diana.
Así como impondrá nuevos números de audiencia lo hará en términos de costos. Si bien no hay cifras oficiales, funerales celebrados en el pasado ofrecen pistas de lo que podría costar. Eventos, a escala modesta, como el funeral de Isabel Bowes-Lyon, madre de la reina, y la princesa Diana, costaron 5.4 millones de libras y entre 3 y 5 millones de libras esterlinas, respectivamente.
Los gastos del funeral y la coronación del rey Carlos III el próximo año podrían costarle a las arcas británicas unos 6 mil millones de libras, sostiene el diario The Economic Times. Esto, sin contar la factura en lista de espera por cambiarle el rostro, de reina a rey, a las monedas, billetes, buzones, estampillas y pasaportes.