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Teherán.— Irán y Paquistán ahondaron ayer su crisis bilateral después de que Islamabad bombardeó instalaciones de grupos insurgentes en territorio iraní en las que murieron al menos 10 personas, como respuesta a los ataques de Teherán de hace dos días.
En torno a las 4:30 horas local (1.00 GMT), Paquistán atacó con tres drones tres zonas residenciales en las que fueron destruidas cuatro viviendas de un pueblo iraní en la provincia de Sistán y Baluchistán, cerca de la frontera con suelo paquistaní, según la versión de Teherán.
El Ejército de Paquistán afirmó que los ataques en suelo iraní iban dirigidos contra “al menos siete escondites de los grupos terroristas Ejército de Liberación Baluchi y Frente de Liberación Baluchi”, ambas organizaciones insurgentes activas en Paquistán.
Explicó que empleó drones, misiles y municiones loitering o merodeadoras (capaces de aguardar alrededor del objetivo hasta tenerlo localizado plenamente) para llevar a cabo el ataque.
Irán convocó al encargado de negocios paquistaní para “pedir explicaciones” sobre el ataque.
“La historia aquí es sobre Irán flexionando sus músculos, tal vez indignado por lo que vio como un grave asalto a su país”, dijo Shashank Joshi, editor de defensa en The Economist, al programa Today de Radio 4 de la BBC, refiriéndose al atentado mortal en Kerman a principios de este mes, que describió como “el peor ataque terrorista en Irán desde la revolución de 1979”. “Irán está herido y está reaccionando”, afirmó.
No obstante, declaró que si bien “esta no era la primera vez que se producían tensiones fronterizas [entre Irán y Paquistán]”, sí es “de lejos, la escalada más grave de tensiones que recuerda”.
El general retirado del ejército estadounidense Wesley Clark, excomandante supremo aliado de la OTAN, dijo a CNN que las hostilidades reflejan que Irán “se esfuerza por consolidar su papel como líder en la región”.
“Está buscando la hegemonía regional”, dijo a la cadena. “Y cuando Estados Unidos e Israel están ahí, e Israel está librando esta campaña contra Hamas, entonces Irán siente la necesidad de contraatacar y afirmarse”.
Michael Kugelman, director para el Sur de Asia del Wilson Center, declaró a la BBC que “la respuesta de Paquistán eleva el riesgo de escalada, pero también supone una oportunidad para dar marcha atrás en el abismo. En efecto, ambos bandos están ahora empatados”.
“El gobierno y el ejército han estado bajo una inmensa presión”, dijo Abdullah Khan, analista del Instituto Paquistaní de Estudios de Conflictos y Seguridad. “Irán celebró el ataque [del martes] en sus medios y la percepción pública paquistaní de un ejército fuerte ya no es como solía ser, por lo que tuvo que responder”.
El Ministerio paquistaní de Relaciones Exteriores anunció en un comunicado que se habían llevado a cabo “una serie de ataques militares altamente coordinados” y “con precisión contra guaridas terroristas en la provincia de Sistán-Baluchistán en Irán”.
Ambos países suelen acusarse mutuamente de permitir que grupos armados operen en el territorio de su vecino, pero es raro que sus fuerzas regulares reaccionen.
El Ejército de Liberación Baluche, un grupo étnico separatista que ha operado en la región desde 2000, dijo que los ataques “martirizaron a baluchis inocentes”.
El pueblo baluchi se encuentra entre Paquistán, Afganistán e Irán. Durante mucho tiempo ha mostrado una veta ferozmente independiente y siempre les molestó ser gobernados tanto por Islamabad como por Teherán, con insurgencias que han burbujeado a lo largo de la porosa región fronteriza durante décadas.
Baluchistán ha sido testigo de una serie de ataques mortales en los últimos años, alimentados por una insurgencia de décadas de separatistas que exigen la independencia del país, molestos por lo que dicen es el monopolio estatal y la explotación de minerales de la región.
China se dijo dispuesta a “tener un papel positivo para calmar la situación”. El presidente Joe Biden estimó que los ataques demuestran que Irán “no es particularmente muy querido en la región”. La Unión Europea expresó su preocupación.