“No me quedó otra opción [que irme a abortar a otra parte], sólo de buscar aquí mismo [en alguna clínica de Texas] podía meterme en problemas [legales]”, cuenta Bianca a EL UNIVERSAL. La joven de 22 años nació en El Paso, Texas, y sus padres son mexicanos. “Fue muy triste todo, la manera tan (…) ni sé cómo decirlo, cuando me embaracé y luego todos los insultos que me dijo mi expareja [por haber quedado encinta]. No tenía muchas opciones, aún estoy en el college [en la universidad], de verdad se me estaba cayendo el mundo, sólo pude pensar en no tenerlo”.
Bianca, quien pidió el anonimato, tenía que apurarse porque ya sumaba nueve semanas de embarazo. “Busqué lugares, precios y a dónde podía ir sin que mis papás ni mi familia se pusieran a preguntar. Tengo una amiga de cuando era chica que se fue a vivir a Denver [Colorado] y arreglé para ir allá [a visitarla]”, comenta con voz triste.
“Yo sola no hubiera podido hacerlo, definitivamente ellos [en la fundación] son un gran apoyo”, subraya la joven. “Ya sabes, eso es muy común aquí [en EU]. Soy afortunada a pesar de lo que hice, encontré quienes me ayudaran y todavía estoy recibiendo apoyo con un sicólogo que visito cuando lo necesito”.
Toda esta situación comenzó desde marzo de 2020 cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott, republicano, comenzó a hablar de impulsar una ley que prohibiera a cualquier mujer realizarse un aborto en su territorio y, después de jaloneos políticos en pro y en contra, finalmente el 19 de mayo pasado firmó la ley que entró en vigor el 1 de septiembre.
Una ley que castiga con cárcel casi cualquier tipo de embarazo interrumpido después de las primeras seis semanas de embarazo, incluidos los provocados por violaciones o incestos.
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Bianca viajó a Denver un fin de semana, fue en avión. Se le atendió en el Comprehensive Women’s Health Center (Centro de Salud Comprensivo para las Mujeres) donde cobraron 150 dólares por una consulta que incluía un ultrasonido y 450 dólares por el aborto.
“Lo mío fue un momento de descuido y de confiar en una persona que en realidad no era como yo creía, supongo que esto ha sucedido muchas veces [con muchas mujeres]. Pero tener que buscar lejos de donde vives para hacer valer tus derechos [sobre tu cuerpo para abortar] yo creo que es muy cruel.
“El gobernador [Abbott] porque no es mujer, no sabe nada de mujeres y es capaz de hacer lo que hizo [con la ley que penaliza el aborto en Texas]”.
Varias organizaciones han intentado congelar la ley antiaborto; sin embargo, ningún juez estatal ha querido detenerla.
Esta norma prohíbe que algún medico o cualquier persona practique un aborto una vez que se han detectado los latidos del corazón del feto. Por eso es conocida como la Ley del Corazón. De acuerdo con la ciencia, en promedio, los latidos de un feto logran escucharse a partir de la sexta semana, pero es demasiado pronto, señalan los expertos, para que una mujer sepa que está embarazada.
Sin embargo, el gobernador Abbott, quien en 1984 se convirtió al catolicismo y su esposa Cecilia es nieta de mexicanos, señala constantemente que la ley promulgada no prohíbe ningún aborto, puesto que tienen seis semanas las mujeres para tomar esa decisión y ejecutarla dentro del estado texano.
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