Bruselas.— Desde el sorpresivo atentado perpetrado por los fundamentalistas de Hamas el 7 de octubre del año pasado a unos kilómetros de la frontera con Gaza, la comunidad de inteligencia de Israel ha venido trabajando para reivindicar su prestigio ante el mayor fracaso en materia de seguridad desde la fundación del país.
Luego de que la nación hebrea se viera confrontada con su Pearl Harbor, la inteligencia israelí ha venido sumando una serie de éxitos, descritos por algunos expertos como “asombrosos”.
Las “victorias” acumuladas en los últimos meses han sido principalmente contra Hezbolá en Líbano, una milicia mucho más sofisticada y preparada que los combatientes de Hamas, responsables de masacrar a casi mil 200 personas y secuestrar a 251 civiles y soldados.
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La eliminación sistemática de líderes del grupo chiita libanés ha sido el resultado de un quirúrgico trabajo de inteligencia. La cacería comenzó el 30 de julio, cuando en un bombardeo en Beirut fue aniquilado el comandante Fuad Shukr, “el jefe militar de mayor rango”.
En las semanas posteriores fueron eliminados otros altos mandos de la organización, como Ibrahim Aqil, quien era buscado por Estados Unidos por su participación en el atentado de 1983 contra la embajada estadounidense en Líbano y a su nombre tenía una recompensa por siete millones de dólares.
El grupo quedaría descabezado el 27 de septiembre luego del asesinado del clérigo chiita Hassan Nasralá, quien dirigía a los fundamentalistas del llamado Partido de Dios desde 1992.
Estos asesinatos se han producido en medio de bombardeos contra blancos estratégicos y en el contexto de una operación de sabotaje caracterizada en convertir en explosivos portátiles miles de buscapersonas, radios de dos vías y walkie-talkies usados por Hezbolá.
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Las unidades fueron intervenidas por la agencia de espionaje Mossad, habrían sido usadas por los mercenarios desde 2015 y finalmente activadas a distancias con un mensaje cifrado que requería pulsar dos botones simultáneamente. Los que no murieron, quedaron incapacitados para combatir al perder las manos.
Los servicios de inteligencia de Israel son de primera clase. Están compuestos por tres brazos principales, el Instituto Central de Inteligencia y Operaciones Especiales (Mossad en hebreo), el servicio de inteligencia militar (Aman) y de seguridad interna (Shin Bet).
Cada instancia trabaja sobre diversos hilos de información tratando de desarticular potenciales amenazas. Entre las múltiples vías de recaudación de datos están las escuchas telefónicas, la intervención informática, las fuentes humanas que informan sobre las actividades del adversario, y las imágenes aéreas.
“Los servicios israelíes son los mejores de su clase en operaciones de redes informáticas, como la intromisión clandestina en los teléfonos y sistemas informáticos del adversario; sus capacidades son tan buenas y tan sigilosas que han provocado más de una controversia”, sostiene en un análisis Emily Harding, directora del Programa de Inteligencia, Seguridad Nacional y Tecnología del Center for Strategic and International Studies (CSIS).
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Creada en 1949 por el entonces primer ministro David Ben Gurion, Mossad ha tenido a su cargo la responsabilidad de recopilar inteligencia humana, la realización de misiones encubiertas y el combate al terrorismo.
En lo más alto de la lista de sus prioridades está la recopilación de información sobre los grupos terroristas palestinos y los partidarios de Irán, quienes representan una amenaza potencialmente existencial para el Estado de Israel.
Por lo tanto, Hamas debió ser en teoría un objetivo perenne de alta prioridad para la inteligencia israelí, al igual que Teherán y Hezbolá en Líbano.
Entonces, ¿dónde estaba la información sobre la operación de Hamas? ¿Cómo pudieron tomar por sorpresa a los servicios de inteligencia israelíes si son de los mejores del mundo? ¿Por qué Israel ha sido exitoso contra Hezbolá, una agrupación supuestamente más sofisticada? Son algunos planteamientos que circulan entre los estudiosos.
Si bien es probable que nunca se conozca la historia completa del fallo de inteligencia del 7 de octubre, existen algunas hipótesis de las probables causas.
“Es muy probable que la comunidad de inteligencia sabía que se estaba tramando un atentado, pero la advertencia era demasiado general para dar lugar a una acción decisiva, preventiva o de reforzamiento de las defensas”, dice Harding.
“Los responsables políticos a menudo quieren precisión: un ataque de esta entidad ocurrirá en este lugar a tal hora. Rara vez, o nunca, se consigue una imagen tan clara (…) algunos informes indican que los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes estaban atentos al aumento de las tensiones, pero no hubo una advertencia precisa de un ataque inminente”.
Para Tricia Bacon, miembro del Proyecto sobre Amenazas Transnacionales del CSIS, el error estuvo probablemente en que Israel no entendió adecuadamente las intenciones de Hamas.
“Evaluar la amenaza de grupos militantes exige comprender tanto su capacidad como su intención. Como quedó claro el 7 de octubre, el cálculo falla cuando un grupo consigue ocultar sus intenciones”.
Daniel Byman, investigador principal del CSIS, asegura que el desempeño de Israel ha sido mejor contra Hezbolá que contra Hamas no por ajustes o mejorías en el ejercicio de la inteligencia, sino porque previamente clasificaron a la organización como una amenaza más grave y en consecuencia se prepararon.
Señala que los servicios militares y de inteligencia de Israel se han esforzado por rectificar los errores cometidos en la confrontación con Hezbolá durante la guerra de 34 días en 2006.
“En cambio, los funcionarios israelíes creían antes del 7 de octubre que Hamas no tenía ni la intención ni la capacidad de lanzar un gran ataque contra Israel, por lo tanto, aunque los servicios de inteligencia israelíes obtuvieron información detallada y creíble de que Hamas estaba planeando un ataque, lo consideraron una aspiración y no una realidad mortal. Israel no habría descartado con tal arrogancia un plan de Hezbolá en ese sentido”.
El profesor de la Universidad de Georgetown señala que los golpes a Hezbolá han mejorado la reputación de la inteligencia israelí luego del daño causado por el ataque sorpresa de hace un año.
Esto es relevante, continúa, porque contribuye a que la población crea una vez más que el gobierno es capaz de protegerlos. El reto actual para los servicios de inteligencia de Israel y sus aliados, no es estratégico, sino táctico, porque habrá que esperar una respuesta de Hezbolá, pero es difícil de predecir por los cambios provocados por la eliminación de los mandos más altos. “Puede que ni los propios dirigentes de Hezbolá sepan con certeza”, señala en un análisis Byman.