La huelga de actores de Hollywood volvió a traer al centro de la escena el debate sobre la inteligencia artificial (IA).
Entre muchas otras cosas, los actores, como millones de personas, temen que su identidad sea explotada a través de la inteligencia artificial, y que ellos no reciban a cambio remuneración. Incluso, que ni siquiera se les pida su consentimiento.
Algunos escritores han expresado su preocupación por contratos en los que se les pide autorizar el uso de inteligencia artificial, temerosos de que sus libros terminen siendo escritos por un bot y ellos dejen de recibir un sueldo.
No sólo se han negado, sino que algunos exigen también que las portadas de los libros sean diseñadas por seres humanos, y no robots.
Su temor no es irreal. En Nueva York, un bot escribió una novela completa, inspirada en On the Road, de Jack Kerouac.
El chatbot de inteligencia artificial de Google, Med-PaLM, aprobó un examen que le permitiría ejercer la carrera de Medicina.
En Oregon, Estados Unidos, EMI, otro chatbot, engañó al público e hizo pasar sus composiciones musicales como piezas del músico alemán Johann Sebastian Bach.
Recientemente, en Naciones Unidas robots humanoides operados por inteligencia artificial dijeron que un día, no muy lejos, serán capaces de dirigir el mundo “con mayor eficiencia” que los humanos.
Científicos y empresarios insisten en que no hay que temerle a la inteligencia artificial, sino aprovechar todas sus ventajas.
Advierten que quien no se suba a este barco se quedará atrás.
Tienen razón, hasta cierto punto...
El verdadero problema es que mientras la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, la regulación en la mayoría de los países es inexistente.
Bajo esas condiciones, la inteligencia artificial sí se convierte en una amenaza para millones de empleos y se presta a abusos de todo tipo.
Los artistas de Hollywood se encuentran peleando porque saben que si no lo hacen, los harán a un lado por un bot y la remuneración se quedará en manos de las empresas.
Lo mismo en muchos otros empleos.
“La inteligencia artificial jamás reemplazará la creatividad, las ideas, el ‘toque’”, se dice.
Lo cierto es que con el avance tecnológico, la inteligencia artificial hoy es mucho más sofisticada que apenas hace un par de años.
También es una realidad que hay dueños de empresas que sólo piensan en los negocios, funcionarios que sólo piensan en el dinero.
Si pueden ahorrarse miles despidiendo a personal y trabajando con bots, lo harán.
La propia Organización de las Naciones Unidas advirtió que si no se implementan reglas, normas, a tiempo, la inteligencia artificial se convertirá en una de las peores pesadillas de la humanidad.
Si a eso se le suma alguna crisis económica, las empresas, los estudios de cine, las grandes editoriales, etcétera, no dudarán en hacer lo que sea con tal de sobrevivir, aunque eso signifique dejar a millones de personas sin empleo.
Es urgente que se comience a elaborar el marco bajo el cual la humanidad convivirá con la inteligencia artificial. De lo contrario, la amenaza de los humanoides que “hablaron” ante la ONU se volverá realidad.