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San José
Al anunciar el pasado 21 de abril que Chile se retirará de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), porque el bloque se ideologizó y perdió su sentido original de defensa democrática, el presidente chileno, Salvador Piñera, consolidó un proceso hemisférico: el colapso de los órganos de integración de América Latina y el Caribe por la división regional que generaron los conflictos en Venezuela y en Nicaragua.
Para agravar el panorama, Venezuela se retirará el próximo 27 de abril de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en una ruta que abrió desde 2017 al denunciarla como instrumento imperial de Estados Unidos.
“Y nos vamos pa’ la calle a celebrar que no tenemos nada que ver con ese organismo vetusto, manipulador, que está al servicio de EU”, proclamó anteanoche el venezolano Diosdado Cabello, segundo del régimen de Venezuela. “Los países más serviles se están saliendo de la Unasur, porque es una orden de EU”, alertó.
A este escenario se sumaron la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) y también la Asociación de Estados del Caribe (AEC), en desconfianza y sin consenso sobre las crisis por la pugna democrática en Nicaragua, que estalló en el año pasado, y en Venezuela, que se agravó desde 2014.
Como dinosaurios. “Los organismos internacionales hemisféricos están totalmente desfasados, anticuados”, alegó Melvin Sáenz, exembajador de Costa Rica en España, Colombia, Perú, Cuba y Panamá y la Organización de Naciones Unidas. “Son dinosaurios que no pudieron entrar al Arca de Noé y no tienen ninguna capacidad política ni institucional para resolver los grandes problemas”, dijo Sáenz a EL UNIVERSAL.
Colombia salió de Unasur en 2018 y Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú y Paraguay en 2019, al aducir que esa institución, creada en 2004 y operativa desde 2011, acuerpó a Venezuela y descuidó su base democrática. Los siete y Guayana crearon el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur) el 22 de marzo pasado.
La Celac, nacida en 2010, realizó su más reciente cumbre de mandatarios en 2016. El Salvador, a cargo de la siguiente, nunca logró efectuarla ni citar a una con la Unión Europea (UE).
El Grupo de Lima, creado en 2017 para consultas sobre Venezuela, desconoció en enero de este año a Nicolás Maduro como presidente de ese país, le acusó de reelegirse en 2018 en comicios ilegítimos y reconoció a Juan Guaidó como mandatario interino, a partir de ese mes.
Acusada de romper el orden democrático al elegir una Asamblea Constituyente, Venezuela, que en 2011 entró al Mercado Común del Sur (Mercosur), fue suspendida de ese bloque en 2017 por Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay, que lo fundaron en 1991.
Sólo tres presidentes —los izquierdistas Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Salvador Sánchez, de El Salvador; y Daniel Ortega, de Nicaragua y anfitrión— acudieron el 29 de marzo anterior a Managua a una cita de los 25 de mandatarios de la AEC. Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Surinam y San Vicente y las Granadinas continúan en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba).
La Comunidad del Caribe (Caricom), formada en 1973 por excolonias británicas y ahora con excolonias de Francia y de Holanda y territorios de ultramar de ambos países, tiene a sus socios divididos por apoyar o rechazar a los gobiernos de Caracas y Managua.
Por eso, sin vías “de concertación”, Sáenz sentenció: “Las presiones unilaterales debieran ser el camino a seguir por ahora”.