Miami.— Hablar de inflación en Estados Unidos es hablar de, por lo menos, tres iy diferentes entre sí, pero afectadas por las mismas variables. Datos precisos de la Reserva Federal (FED) de Nueva York señalan que la inflación llegó en mayo a cifras históricas de 8.6%, pero el impacto no es igual para todos los habitantes del país.

De acuerdo con los hábitos de consumo de las diversas comunidades en la Unión Americana registrados por el banco central de Estados Unidos, se da a conocer claramente que la inflación que viven los hispanos o los afroamericanos es distinta de quienes conforman la mayoría de los habitantes del país; es decir, los blancos. Algunos analistas no lo ponen por origen racial, sino por nivel socioeconómico; en otras palabras, a quienes tienen más, la inflación les pega menos. Pero la mayoría de los grupos étnicos hispanos y afroamericanos están en las clases más vulnerables económicamente.

Según un informe del banco central, la inflación para quienes conforman las comunidades hispanas en la Unión Americana se encuentra situada en 9.2% y para las comunidades afroamericanas en 8.8%.

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“Hemos visto un aumento sin precedentes en los precios [de productos y servicios], porque también los eventos que hemos vivido son sin precedentes”, dice a EL UNIVERSAL el economista Iván Jiménez, dominicano radicado en Miami, Florida, desde hace más de dos décadas. “Ese aumento de precios se ha traducido en que las personas con menores ingresos, que, aunque han visto el mayor aumento en sus salarios en los últimos 50 años, ahora se enfrentan también al mayor aumento de precios jamás registrado”.

El termómetro

Marisa Tavares, quien vive en Miami desde hace una década, afirma a este diario que “una señal inequívoca de que la economía no anda bien y hoy, podríamos decir, anda pésima, es el costo de la gasolina; para mí, ese es el principio de todo”.

Comenta que se mudó de Los Ángeles a Miami “porque se suponía que Miami era como 30% más económico que California. Pero hoy ya no sé cuál ciudad o estado es más caro. En todas partes es invivible”.

A decir de los especialistas, detrás de la inflación hay tres elementos clave: la crisis energética del petróleo y sus derivados; la interrupción de la cadena de suministros en el mundo por la misma razón petrolera y la crisis que se vive por la invasión de Rusia a Ucrania, y el aumento masivo y muchas veces desproporcionado de los productos y servicios.

“Nos pueden decir misa y explicar por qué está sucediendo todo esto, pero a la mayoría de las personas no nos interesa; necesitamos resolver nuestro día a día”, dice desesperada Marisa. “Yo todavía estoy un poco mejor que otros que veo en la calle, en los supermercados, sufriendo; no quiero imaginar a los que dejó de alcanzarles el dinero y no saben qué hacer. Todo esto es inmisericorde”.

Iván Jiménez explica que “lo que sucedió fue porque entramos en un proceso comercial donde el mundo se estancó por muchos meses, donde se le dijo a todo el mundo ‘quédese en casa’ y luego se despertó la demanda [de productos y servicios] sin estar preparados o con una respuesta adecuada para responder. Todos [los especialistas y gobernantes] en el mundo creían que terminando o aminorando suficiente la pandemia, la producción comercial volvería a la normalidad, pero no fue así”.

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El Covid-19

El informe de la FED también señala que se vio que las diferencias entre las tasas de inflación de una comunidad a otra vienen desde la crisis provocada por el Covid-19, es decir, que durante 2020 y 2021 los grupos menos favorecidos económicamente han sufrido una mayor inflación.

La FED de Nueva York ha destacado la importancia de reunir todos los datos a su alcance para tomarlos en cuenta cada vez que se va a aplicar una nueva política monetaria para buscar la estabilidad económica de Estados Unidos. El Covid-19 está también dentro de ese espectro de información necesaria el día de hoy.

“Las disparidades demográficas que señala la FED [respecto a la existencia de tres inflaciones simultáneas] ya se notaba desde el primer año del coronavirus”, señala Jiménez, “e incluso, es muy probable que las diferencias entre los niveles socioeconómicos o étnicos de los que habla la FED sean aún mayores”.

“La nueva realidad ya no sólo es que debemos vivir cuidándonos del Covid; ahora también tenemos que esperar a que esta nueva realidad nos deje volver a vivir con mayores recursos”, comenta Marisa. “La verdad es que nadie esperábamos que tratar de detener [lo más posible] al virus iba a traer todo este caos [económico] lleno de inseguridad y miedo. Igual o más miedo que al bicho ese”.

La deflación

“A raíz del Covid, el gobierno de Estados Unidos se dio a la tarea de evitar una deflación”, dice el especialista en economía. “Para evitar eso, le dio liquidez tanto al sistema financiero [del país] como al sistema de vivienda, a los hogares estadounidenses y a las empresas, los pequeños empresarios, el comercio. Al existir tanta liquidez económica, tanta circulación en el sistema económico, se evitó la calamidad de un proceso de deflación, que es cuando los precios de los productos bajan y la economía se estanca porque las personas y los negocios dejan de tener actividad financiera porque creen que van a poder conseguir los precios de los productos más baratos en el futuro. Un proceso deflacionario en la economía de un país es sumamente peligroso”.

Así las cosas, cuando el gobierno federal decide inyectarle liquidez a la actividad económica ciudadana y comercial para que no se estanque, a pesar de las circunstancias de la pandemia, se crea una demanda que evita la deflación, pero trae otros problemas.

“Dadas las circunstancias, lo que se crearon fueron procesos ineficientes de entrega, de logística y de producción”, subraya Jiménez. “Había más personas que querían comprar que los productos existentes, y eso fue disparando poco a poco los precios, hasta llegar [a la realidad de] hoy”.

Cuadrilátero político

La otra arena; sin embargo, en la que muchos están discutiendo la inflación, es en el cuadrilátero político de los partidos políticos y sus líderes. Seguidores de republicanos y demócratas no dejan de echarse culpas unos a otros y de enfatizar que en las siguientes elecciones del 8 de noviembre, el presidente Joe Biden perderá su mayoría y que será el principio del regreso de un republicano a la presidencia estadounidense.

“Que sigan votando por demócratas”, dice a este diario Mary Horowitz, quien vive en San Diego, California. “Gracias Biden porque ahora mucha gente se queda sin comer, sin poder echar gasolina y menos pagar su renta. Ahora sólo estamos esperando que suban los precios de los seguros médicos y las medicinas. Pero querían a [Joe] Biden, ¿no? Y ni siquiera a los que esperaban su green card [una reforma migratoria] les dio eso. Sigan creyendo en las mentiras de los demócratas”.

Jaime Rubio, originario de México y residente de Arizona, piensa distinto. “Muchos le quieren echar la culpa al gobierno actual, pero desde mi punto de vista están equivocados. Todo este desastre comenzó durante la pandemia, con Donald Trump. No supo manejar el primer año de la pandemia y desde ahí ya venimos mal. Todo esto ya se veía venir, fuera quien fuera presidente”.

La carga del desempleo

El desempleo que causó la pandemia y el tipo de recuperación que se ha venido reportando, todavía hasta hace unos meses, de manera optimista, “puede traer una carga engañosa” y agrava el panorama económico del país, advierte Jiménez. Porque se han creado empleos, sí, pero con salarios bajos. “Las personas que ganan un salario o tratan de salir adelante con un ingreso por debajo de la media, por debajo de lo que gana 50% de la población, son las más afectadas por este proceso inflacionario”.

En esa media es donde están la mayoría de los hombres y mujeres de origen hispano y afroamericano. “Familias a las que la inflación les está pegando muy fuerte y de momento no tienen cómo defenderse”, comenta Jiménez. “Los empleos continúan abriéndose, pero los salarios no están ayudando y familias completas están teniendo problemas simplemente para comer todos los días”.

La FED

En situaciones como la que se vive actualmente en Estados Unidos, la Reserva Federal tiene dos mandatos: crear el mayor número de empleos posible y controlar la inflación. “Lo que ha estado intentando [la FED] es reducir la velocidad de la inflación y una medida dramática, que no había tomado en muchos años, fue la de subir la tasa de interés a 0.75%. Pero ahí no acaba, ha indicado que va a continuar incrementando esta tasa de interés hasta que se logre controlar la inflación”, expone Jiménez.

La Reserva Federal opera como un sistema descentralizado, apoyado por una red de 12 bancos regionales, a través de la cual se obtiene y analiza información regional sobre usos y costumbres de consumo, para poner en marcha las decisiones de política monetaria más adecuada. Las decisiones finales salen del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés).


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