Bruselas.— La agresión armada emprendida por el presidente ruso contra Ucrania hace 18 meses se ha distinguido por la presencia del elemento sorpresa como factor determinante en el campo de batalla.

El 24 de febrero de 2022, Rusia inicia la En el verano de 2024, contra todos los cálculos militares, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky le devuelve la bofetada a Putin llevando la guerra al suelo del agresor.

Las fuerzas ucranianas iniciaron el 6 de agosto una sorpresiva operación a gran escala en el óblast (provincia) de Kursk, región fronteriza de ambiente rural, caracterizada por sus colinas y barrancos, albergue de la tercera central nuclear más grande del país y que aparece en el almanaque castrense como la zona que marcó un punto de inflexión definitivo en la campaña para expulsar a las tropas de Hitler de la entonces Unión Soviética en 1943.

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Con base en información de blogueros militares rusos y publicaciones de imágenes geolocalizadas, el Institute for the Study of War reportó el 12 de agosto que las fuerzas ucranianas se habían adentrado hasta 24 kilómetros en Rusia, extendiendo la línea del frente alrededor de 40 kilómetros. La agrupación ucraniana ha tomado el control de 28 asentamientos, reconoció ese mismo día el gobernador de la provincia de Kursk, Alexei Smirnov. Zelensky dijo ayer que controlan 74 localidades. Son varias las lecciones preliminares que arroja la ofensiva, que pasará a la historia como la mayor incursión militar registrada en suelo ruso desde la Segunda Guerra Mundial. La entrada de las fuerzas ucranianas en territorio ruso pone en entredicho la imagen del régimen de Vladimir Putin, basada en proyectar fortaleza. El asalto ucraniano provocó en seis días el desplazamiento forzado de unos 100 mil civiles rusos.

“Independientemente de que las fuerzas ucranianas permanezcan en Rusia o no, evidencian la fragilidad de todo el sistema de Putin, no sólo de sus capacidades militares e inteligencia, sino la viabilidad de dar instrucciones de arriba hacia abajo”, dice Walter Clemens, experto asociado del Davis Center for Russian and Eurasian Studies y profesor emérito del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Boston.

“La Federación Rusa probablemente está demasiado dispersa para funcionar eficientemente. Ahora, a los problemas asociados al tamaño y las discordias étnicas, se suma la carga de la guerra”, puntualiza Clemens en un análisis publicado por el Center for European Policy Analysis de Washington. La ofensiva ordenada por Zelensky está borrando las últimas líneas rojas de Putin, quien había amenazado con apretar el botón nuclear si la soberanía nacional se veía amenazada.

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“Los objetivos de la ambiciosa incursión en Kursk siguen rodeados de misterio y sujetos a mucho debate, pero es claro que la decisión de Ucrania de invadir Rusia ha conseguido ridiculizar por completo las líneas rojas de Vladimir Putin y los temores de una escalada con Occidente”, señala Peter Dickinson, experto del Atlantic Council, un think tank especializado en temas de defensa.

“La ofensiva de verano de Ucrania es un parteaguas en la guerra y un hito histórico por mérito propio. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Rusia ha sido invadida por un ejército extranjero”. señala.

Maxim Trudolyubov, investigador asociado al Kennan Institute, plataforma estadounidense de estudio especializada en Eurasia, dice que la incursión pone de manifiesto la incompetencia y falta de capacidad de mando para gestionar una crisis inesperada. Además, abona a la fragilidad del régimen, que fue exhibida en junio de 2023 por la milicia rusa Wagner de Yevgueni Prigozhin, que detuvo su marcha de insurrección a sólo 330 kilómetros de Moscú. “La sorpresiva maniobra de Ucrania ha tomado al ejército ruso y al Servicio Federal de Seguridad completamente desprevenidos. Eso deja al descubierto una fragilidad subyacente del régimen”, asegura Trudolyubov.

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Sobre Ucrania, la batalla por Kursk demuestra su capacidad de llevar a cabo operaciones coordinadas a gran escala en territorio ruso combinando diversas capacidades. La campaña involucra unos 2 mil soldados de la 22 Brigada Mecanizada y la 82 Brigada de Asalto Aéreo, vehículos blindados, sistemas de defensa antiaérea y drones.

Si bien los expertos coinciden en que es demasiado pronto para emitir juicios definitivos no sólo sobre el éxito de la incursión, sino también sobre la finalidad, hay elementos que permiten identificar probables objetivos perseguidos por las fuerzas de Zelensky.

Desde la perspectiva bélica, el objetivo más evidente es probablemente aliviar la presión en el sur y el este del país, donde Rusia ha estado avanzando, a paso lento, pero constante, en los últimos meses. Al parecer, la tesis de los comandantes ucranianos es que las tropas rusas se verán obligadas a replegarse para defender una frontera porosa.

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Para Dickinson, la ofensiva igualmente crea oportunidades para que Ucrania recupere la iniciativa militar tras un año de costosas y desmoralizadoras operaciones defensivas. “En términos sicológicos, llevar la guerra a Rusia ha permitido a Ucrania asestar un poderoso golpe a la moral del enemigo. Los avances del ejército ucraniano en el óblast de Kursk están sembrando el pánico en toda la región circundante y minando los esfuerzos de Putin por evitar que la invasión de Ucrania perturbe la vida cotidiana de rusos de a pie”.

Para los ucranianos, supone una inyección de moral, resucitando las esperanzas de que la nación, pese al agotamiento de la guerra, tiene un ejército capaz de sumar éxitos.

Andrzej Wilk, del Departamento de Seguridad y Defensa del Centro de Estudios del Este (OSW, en polaco) de Varsovia, no descarta la posibilidad de que Rusia tolere una ocupación temporal de parte de su territorio. Consistiría en ganar tiempo mientras recluta nuevas tropas de las “profundidades” de la Federación para expulsar a los invasores.

“Esto se debe a que, desde el punto de vista militar, el tiempo juega en contra de los ucranianos, que comprometen fuerzas relativamente importantes en una operación auxiliar, mientras que carecen de reservas en las principales zonas de conflicto”.

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Tomando en consideración estas realidades, Wilk señala que la principal razón de la incursión ucraniana es política.

“Kiev está demostrando que su ejército todavía puede tomar la iniciativa, incluso amenazando directamente el territorio del agresor. Cabe destacar que la entrada en la provincia se sincronizó con el desembarco en Tendrovskaya Kosa, frente a la costa del mar Negro en la parte ocupada de la provincia de Kherson; sin embargo, el desembarco resultó infructuoso”, indica.

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