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San Francisco.— Mientras miles de bomberos luchaban ayer por quinto día consecutivo para contener los dos grandes incendios en el estado de California, a pesar de las dificultades ocasionadas por los fuertes vientos en la región, las autoridades confirmaron 44 muertes por el fuego.
El incendio Camp, que desde el jueves pasado arrasa al norte de California, igualó al más mortal registrado en la historia del estado.
Unos 4 mil 500 bomberos de lugares lejanos como del estado de Washington y Texas han estado trabajando para ponerle freno al avance de las llamas, mientras equipos de búsqueda respaldados por antropólogos y un laboratorio de ADN intentan identificar restos humanos.
Ayer se encontraron cadáveres de personas dentro de autos calcinados, en los restos humeantes de casas o junto a vehículos, aparentemente derrotados por el humo y las llamas antes de que pudieran colocarse detrás del volante para escapar. En algunos casos, sólo quedaron algunos fragmentos de huesos, tan pequeños que los investigadores forenses tuvieron que utilizar canastillas para recogerlos y dividirlos.
De acuerdo con la policía, hay casi 230 personas desaparecidas, cinco días después de que el incendio arrasó con la localidad de Paradise, que contaba con 27 mil habitantes, con llamas tan intensas que incluso derritieron automóviles.
El incendio Camp, que arrasa una vasta región en el condado de Butte, al norte de Sacramento, capital del estado, es el incendio más grande y destructivo de varios focos activos en el estado, que han provocado la evacuación de más de 250 mil personas, y la destrucción de 6 mil 400 viviendas en la ciudad de Paradise.
Anoche, en conferencia de prensa, las autoridades del norte de California informaron que el número de víctimas fatales provocadas por Camp subió a 42. Agregaron que están comprometidos a reconstruir el poblado de Paradise.
En el sur, Woolsey afecta a los condados de Ventura —donde se ubica Malibú, hogar de varias estrellas de Hollywood— y de Los Ángeles.
Las autoridades informaron el domingo del hallazgo de dos muertos en un vehículo, víctimas de Woolsey, lo que eleva a 44 el balance total de fallecidos por los incendios.
Mientras los residentes de la zona de Malibú pudieron regresar a sus hogares a última hora del domingo, Calabasas, un poco al noreste, recibía órdenes de evacuación.
Camp igualó al desastre de Griffith Park, en Los Ángeles, ocurrido en 1933 y hasta la fecha el incendio más mortífero de la historia de la región, según el Departamento de Bomberos de California.
Alimentado por los vientos, Camp se ha convertido en el incendio más destructor jamás registrado en California, con más de 6 mil 700 inmuebles destruidos.
El incendio arrasó 45 mil hectáreas y sólo se ha podido contener 25%, informaron los bomberos, quienes estimaron que se necesitarán tres semanas para controlarlo totalmente.
Pese a que aún no se ha establecido oficialmente la causa del incendio, los responsables del suministro eléctrico local informaron a las autoridades estatales que se produjo un corto cerca del lugar donde se originó el fuego, informó el diario Sacramento Bee.
En tanto, los bomberos que luchan en el sur contra el Woolsey, “se preparan para la llegada de los peligrosos vientos de Santa Ana [secos y cálidos provenientes de tierra adentro] que podrían extender las llamas”, advirtieron las autoridades. “Desafortunadamente, con estos vientos, no ha terminado, así que tengan cuidado”, dijo Scott Jalbert, responsable del departamento de bomberos.
El Servicio Nacional de Meteorología advirtió sobre las condiciones “EXTREMADAMENTE CRÍTICAS” para los incendios.
Se esperan vientos de 80 kilómetros (km) por hora en la región costera de California, y hasta de 96 km en las áreas montañosas.
Las autoridades advirtieron que la propagación de incendios fue más rápida que en el pasado. En tanto, cada vez más fatigados y pesimistas, amigos y familiares de las personas desaparecidas llamaron a hospitales, departamentos de policía, refugios y a la morgue con la esperanza de conocer el destino de sus seres queridos.
Paradise era una comunidad popular entre los jubilados y casi una cuarta parte de sus habitantes tenía más de 65 años.
Tad Teays seguía esperando ayer noticias sobre su madre, quien tiene 90 años, padece de demencia y vive a kilómetro y medio de su casa en Paradise; mientras Barbara Hall intentó en vano averiguar si su tía y su tío político, quienes tienen entre 80 y 90 años, pudieron salir de la casa de retiro de la localidad.
“¿Pudieron escapar? ¿Su carro se desbarrancó en alguna montaña? No lo sé”, dijo Hall, quien precisó que la pareja sólo tenía un teléfono fijo y no entran las llamadas.
Megan James, de Terranova, Canadá, buscaba noticias en Twitter sobre sus familiares, cuya casa en Paradise fue consumida y sus vehículos seguían en la propiedad. Ayer pidió que alguien más se encargara de las publicaciones, diciendo que estaba “exhausta física y emocionalmente”. “Necesito dormir y llorar”, publicó. “Sólo RECEN. Por favor”.