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Si los republicanos logran sus objetivos, el juicio político que se abrirá este martes en el Senado contra el presidente de Estados Unidos , Donald Trump, podría cerrarse en solo dos semanas, dejándolo como el más rápido de la historia.
El juicio a Bill Clinton en 1999 se extendió por cinco semanas y el de Andrew Johnson en 1868, tres meses.
Un juicio corto resultaría ventajoso para Trump porque le permitiría celebrar su muy probable absolución durante el discurso anual sobre el estado de la Unión, el 4 de febrero en el Congreso.
Los republicanos, que cuentan con mayoría en el Senado, han cerrado filas en torno al magnate inmobiliario por lo que se espera que el presidente logre eludir los cargos de "abuso de poder" y "obstrucción al Congreso" que se le imputan.
Pero la partida de ajedrez que está por comenzar se anuncia bastante cerrada, porque la reglas de juego y el orden del día fueron objeto de una ardua negociación.
Recién el martes, en la apertura de la sesión, los 100 senadores se pronunciarán sobre el tiempo asignado a la presentación de la acusación, a cargo de los demócratas de la Cámara de Representantes, y de la defensa, que será realizada por los abogados de Donald Trump, así como la extensión prevista para las preguntas de los senadores cuando se desempeñen como un jurado.
Un juicio que se ciña a estas etapas podría concluir en dos semanas.
Pero la oposición quiere que el Senado cite a declarar a cuatro testigos cuya comparecencia juzga necesaria para determinar si Trump es culpable de los cargos en su contra, vinculados a una llamada telefónica en la que el presidente estadounidense pidió a su homólogo ucraniano que investigara a Joe Biden, probable candidato presidencial demócrata en las elecciones 2020, y a su hijo Hunter.
Entre esos testimonios figuran el del jefe del gabinete de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, y el de John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional.
Los demócratas, que durante la investigación en la Cámara de Representantes chocaron una y otra vez contra la negativa del gobierno a cooperar, exigen también que se liberen documentos clave.
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Estos pedidos serán votados en el Senado, que no intervendrá como tal hasta que finalice la fase inicial del proceso.
El jefe de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, dijo que planeaba trabajar en "coordinación total" con la Casa Blanca.
En teoría, quienes apoyan al presidente tienen todas las cartas en la mano para barrer con cualquier exigencia. Los republicanos cuentan con 53 bancas en el Senado, contra 47 de los demócratas, lo que les otorga mayorías para torcer a su favor las batallas que puedan presentarse durante el proceso.
Cuatro republicanos
La Casa Blanca, por su parte, ha dejado en claro que no quiere testimonios. "Es muy improbable que (el juicio político ) se extienda más allá de dos semanas", dijo un funcionario del gobierno. "El presidente debe ser absuelto", "y rápido", agregó.
Por esa razón, los demócratas ejercen presión sobre un puñado de republicanos que podrían llegar a apoyar sus pedidos de testigos y documentación. Precisan cuatro votos "prestados" para obtener una mayoría simple.
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"Durante los próximos días, cada uno de nosotros, demócratas y republicanos, enfrentaremos la opción de comenzar este juicio en busca de la verdad o al servicio del deseo del presidente de encubrirlo", dijo el jueves el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
La senadora republicana de Maine, Susan Collins, dijo tener una "tendencia a creer que disponer de información complementaria sería útil". "Es probable que yo apoye una moción para citar a testigos a comparecer", agregó.
Mitt Romney, senador por Utah, también republicano, advirtió asimismo que votaría a favor de escuchar los testimonios, de no ocurrir "sorpresa" alguna.
Pero ningún otro republicano ha llegado tan lejos.
Si finalmente cuatro republicanos suman sus votos a las mociones de los demócratas para convocar a testigos y solicitar documentos, el juicio se extenderá más allá de las dos semanas iniciales. En el juicio a Clinton, eso prolongó el proceso tres semanas.
De ser ese el caso, desde tiendas presidenciales amenazan con dar batalla y pedir más testimonios aún, una pulseada que demoraría todavía más el juicio.
Por ejemplo, los republicanos dicen que quieren escuchar el testimonio de Hunter Biden, hijo de Joe Biden, sobre su trabajo para la compañía de gas ucraniana Burisma, o el del denunciante anónimo que en agosto advirtió sobre la llamada telefónica entre Donald Trump y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que desató este proceso.
Poco importa si ellos tienen elementos que aportar para demostrar la culpabilidad o inocencia del 45 presidente de Estados Unidos.
lsm