San José/Madrid.— La decisión del Vaticano de negarse a bendecir como matrimonio las uniones entre personas del mismo sexo desató polémica y críticas, por lo que se considera falta de modernización de la Iglesia católica y denuncias de discriminación.
En una declaración en Roma, el Vaticano definió que “no es lícito impartir una bendición sobre relaciones o parejas, incluso estables, que involucran actividad sexual fuera del matrimonio, como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”.
El documento fue publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, principal oficina doctrinal del Vaticano. Subraya que los sacerdotes no pueden consagrar la unión de personas del mismo sexo, puesto que “Dios no puede bendecir el pecado”. Ello a pesar de que el papa Francisco se había mostrado favorable a la unión civil entre personas del mismo sexo el 21 de octubre de 2020.
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En América Latina y el Caribe, el documento ahondó una controversia jurídica continental sobre derechos humanos. “La Iglesia reserva la palabra matrimonio para heterosexuales”, explicó a EL UNIVERSAL el disidente cubano Dagoberto Valdés, religioso, exmiembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano y director de Convivencia, revista digital de Cuba. “Es bendecir el sacramento del matrimonio, no es negarse a bendecir a un homosexual”, insistió. La Iglesia, indicó, no se opone “a que las civilmente unidas, heterosexuales u homosexuales, reclamen derechos civiles. Una cosa es reconocimiento civil y otra el religioso”.
La italiana Annalisa Melandri, de la Comisión de Derechos Humanos de República Dominicana, calificó a la Congregación como “el nombre moderno de la Santa Inquisición”. Con la decisión, añadió, reafirma “que el matrimonio es sagrado, porque su fin último es la procreación. Esto es una discriminación con las uniones del mismo sexo. Con sus dogmas anacrónicos que alimentan la homofobia, la Iglesia se queda atrás en la modernidad.
“Lo lícito o ilícito lo determina la justicia y no la Iglesia católica”, adujo la argentina Elena Reynaga, presidenta de la (no estatal) Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe. “Los matrimonios igualitarios ya son ley en muchos países. Eso es lo importante: que se les respeten y reconozcan sus derechos”, afirmó Reynaga a este diario.
Para el abogado costarricense Marco Castillo, activista de la comunidad LGBTTTI de Costa Rica y directivo de la organización Pro Derechos Humanos de este país, la posición de la Santa Sede “no es nada nuevo, pero es involucionar, continuar con su vieja política de discriminación”.
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“El Vaticano había dado algunas señales de aceptación y ahora va para atrás, lo cual es coherente con su política más fundamentalista, más atrasada, y menos respetuosa de las diferencias y derechos humanos”, insistió.
Para el abogado y politólogo salvadoreño Benjamín Cuéllar, dirigente de Víctimas Demandantes (Vidas), colectivo de El Salvador de defensa de derechos humanos, “la Congregación insiste en la clásica respuesta de ligar sexualidad y reproducción. Entonces, toda sexualidad no reproductiva es pecado, lo cual afecta sólo a parejas homosexuales”.
En Europa, el teólogo Evaristo Villar, del colectivo Redes Cristianas, señaló que el rechazo tajante de la Iglesia católica a bendecir uniones del mismo sexo pone de relieve el enorme poder del que sigue gozando la curia más tradicional del Vaticano, aunque no cree “que le quite puntos al liderazgo mundial del Papa en el aspecto sociopolítico”. La decisión “confirma a la inmensa mayoría de la gente que la Iglesia necesita un repaso muy fuerte por la modernidad y la actualización.
“Relacionar el amor y el sexo con el pecado está dentro de la lógica de la doctrina de la Iglesia. Lo que hay que preguntarse es si esa línea es la correcta”.