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Con océanos más cálidos sirviendo como combustible, los huracanes del Atlántico tienen ahora más del doble de probabilidades que antes de intensificarse rápidamente a huracanes a poderosos y catastróficos, según un estudio publicado días antes de que Otis impactara como un monstruoso huracán categoría 5 en Acapulco, Guerrero, causando estragos.
El mes pasado, el huracán Lee pasó de apenas ser un huracán de 129 kilómetros por hora (80 millas) a la tormenta más poderosa de categoría 5 con vientos de 249 km/h (155 mph) en 24 horas. En 2017, antes de que devastara Puerto Rico, el huracán María pasó de ser una tormenta de categoría 1 con 145 km/h (90 mph) a tener vientos de 257 km/h (160 mph) en solo 15 horas.
Aunque en el Pacífico, Otis pasó de ser una tormenta tropical a un huracán de la máxima categoría en el lapso de 12 horas.
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El nuevo estudio, publicado en la revista Scientific Reports, examinó la evolución de la velocidad de los vientos en cada huracán del Atlántico entre 1970 y 2020 y concluye que todas las tempestades del Atlántico, grandes o pequeñas, tienden a ser más fuertes.
El estudio analizó 830 ciclones tropicales del Atlántico desde 1971. Encontró que, en los últimos 20 años, el 8.1% de las veces las tormentas pasaron de ser una tormenta menor de categoría 1 a un huracán mayor en sólo 24 horas. Esto ocurrió sólo el 3.2% del tiempo entre 1971 y 1990, según un estudio publicado en la revista Scientific Reports. Los huracanes de categoría 1 alcanzan un máximo de 153 km/h (95 mph) y un huracán debe tener vientos de al menos 178 km/h (111 mph) para convertirse en huracán de categoría 1.
Esos son los casos más extremos, pero el hecho de que la tasa de turbocompresor se haya casi triplicado es inquietante, dijo la autora del estudio, Andra Garner, científica climática de la Universidad Rowan en Nueva Jersey.
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Esta es una tendencia muy caracterizada en la costa atlántica de Estados Unidos y en el mar Caribe, pero menos notable en el golfo de México.
Comunidades costeras, las más vulnerables por paso de huracanes
Según Garner, esta situación es muy preocupante para las comunidades costeras, pues cuando una tempestad se intensifica con mayor rapidez, más difícil es anticiparla.
“Sabemos que nuestras tormentas más fuertes y dañinas a menudo se intensifican muy rápidamente en algún momento de su vida”, dijo Garner, destacando María de 2017, que según algunos investigadores mató a casi 3 mil personas directa e indirectamente. “Estamos hablando de algo que es difícil de predecir y que ciertamente puede conducir a una tormenta más destructiva”.
Y esto “se ha vuelto más común en los últimos 50 años”, afirmó Garner. “Todo esto ha sucedido durante un período en el que hemos visto cómo las aguas del océano se calientan”.
“El 90% del exceso de calentamiento que los humanos han causado en el planeta ha ido a parar a nuestros océanos”, afirmó Garner.
Este año, los océanos han establecido récords de calor mensualmente desde abril y los científicos advierten sobre temperaturas fuera de serie.
Garner descubrió que la rápida intensificación de los huracanes se produjo principalmente a lo largo de la costa este de Estados Unidos, del lado del Atlántico, más que en el Golfo de México. * Con información de AFP
vare/mcc