San José.— Una secuencia de fotografías captadas en los disturbios callejeros que estallaron desde el 29 de septiembre en Cuba en un clamor popular de libertad, alimentos, agua y electricidad, mostró a un fornido agente de la seguridad política de la isla en el preciso instante en el que, encubierto como civil y con camisa roja, gorra negra y pantalón azul, agredió y lanzó al suelo a una mujer indefensa en una protesta en La Habana.
Las fotografías fueron tomadas por el reportero gráfico español Ramón Espinosa, de The Associated Press (AP), el 1 de octubre anterior en el área del cruce de la calle Línea y la avenida F de El Vedado, en el municipio Plaza de la Revolución de La Habana.
Espinosa reconfirmó ayer a EL UNIVERSAL la ubicación del violento episodio: en El Vedado, que alberga al centro neurálgico político, militar y policial de la Revolución Cubana. Las imágenes fueron logradas en el contexto de una ola de descontento social que surgió en Cuba luego de que el huracán Ian la atacó, el 26 y el 27 de septiembre pasados.
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En el texto de una de las fotografías, la AP informó que “un policía vestido de civil” se enfrentó a la manifestante en una protesta que pidió restablecer el servicio eléctrico tras seis días de apagones por la devastación ocasionada por Ian en La Habana.
“Guarden esta foto”, sugirió Alas Tensas, revista digital cubana sobre feminismo, al referirse a la gráfica de Espinosa, sobre la que no fue posible obtener la identidad de la mujer agredida.
Esa fotografía es “manifestación de todo el horror y abuso del régimen maltratador en el poder contra los más vulnerables”, tuiteó la revista, que funciona sin pertenecer al aparato oficialista de medios de prensa y propaganda dominado por el Partido Comunista de Cuba (PCC), único legal en la isla.
Pese a que EL UNIVERSAL le solicitó ayer en la mañana una reacción oficial sobre los actos represivos exhibidos por las fotografías y datos del agente, la Embajada de Cuba en México se abstuvo de responder.
El régimen desplegó brigadas represivas policiales y paramilitares —encubiertas como civiles y armadas de garrotes y bates de beisbol— para contener el creciente desasosiego interno y ordenó arrestos, cuyo número exacto se desconoce. El primer secretario del PCC y presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, acusó el domingo pasado que “lamentablemente hay un grupo de personas que, de manera muy vulgar, yo diría que, de manera indecente, independientemente de las afectaciones que tengan, hacen reclamos desde posiciones de incomprensión total, retando y ofendiendo a la misma gente que está en función de resolverles sus problemas”.
Díaz-Canel alegó que, aunque las autoridades luchan por restablecer los servicios, entre los que protestan hay actitudes “ilegítimas” y “contrarrevolucionarias”, por lo que serán enjuiciados y severamente “atendidos con el rigor de las leyes” por cometer “vandalismo” al bloquear calles o lanzar piedras.
“La orden de reprimir” que Díaz-Canel emitió para enfrentar el estallido social del 11 de julio de 2021 “está dada”, denunció la periodista independiente o “no oficialista” María Matienzo, corresponsal en la isla de Cubanet, medio digital de EU. Las fotografías “hablan por sí solas”, tuiteó Matienzo. Díaz-Canel es la “continuidad de la violencia que promovió Fidel Castro”, recalcó.
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La secuela de Ian detonó en Cuba el más prolongado estallido de protestas callejeras y provocó, a partir del 29 de septiembre pasado, una incesante movilización en varias partes con reclamos de libertad, electricidad, agua y de “abajo la dictadura”. El violento paso del meteoro sumió a Cuba en una de sus más graves tragedias naturales del siglo XXI y agudizó el profundo deterioro de la red energética, de suministro de agua y de producción y distribución de alimentos.
La crisis se recrudeció en 2022, y Díaz-Canel insistió en atribuirla al embargo económico que EU impuso a Cuba desde 1962 y recalcó que contrarrevolucionarios de Florida atizaron las protestas.
En las escenas de AP en El Vedado se apreció la respuesta del agente que fue identificado en Twitter como Yurieski Simón Gil. A su lado apareció su hermano, identificado en la red social como Yosvany Simón Gil, de pantalón claro y camiseta rosada.
Sin éxito, EL UNIVERSAL intentó obtener confirmación independiente sobre ambas identidades y otros aspectos personales difundidos en Twitter y Facebook. Desafiante, Yosvany tuiteó que “aquí no hay miedo, aquí no se rinde nadie”, recordó a sus enemigos una de sus condiciones físicas masculinas al narrar que “a nosotros nos sobran dos cosas” que les faltan “a ustedes” y advirtió que “la lista” tampoco es “de víctimas”.
Amenazó —según esas cuentas— con que la lista será la de tres fusiles AK-47 “que van a convertir en zombis a unos cuantos que quieran venir a amezar [sic] nuestra paz y la seguridad de nuestros hijos”.
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