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El Cairo.— En medio de la revuelta popular que en 2011 puso fin a 30 años de mandato del presidente Hosni Mubarak, el apodado “faraón” aseguró que moriría en Egipto y no abandonaría su patria, donde ayer falleció a los 91 años después de haber sido intervenido en el estómago y pasar un mes en cuidados intensivos.
Tras verse forzado a dejar el poder por las protestas masivas en las calles de Egipto, Mubarak fue juzgado sólo por una pequeña parte de los crímenes que le atribuyen sus oponentes, que denunciaron el uso de tortura, una corrupción extendida a todos los niveles y la falta de libertades básicas bajo su régimen.
A pesar de poseer millones de dólares en cuentas bancarias de Suiza, el mandatario con peso de caballero, casado con la egipciobritánica Suzanne Zabet, no quiso huir junto a su esposa, como sí hizo su homólogo tunecino Zine el Abidine Ben Ali.
En medio de crisis cardíacas y amenazado con morir en cualquier momento, Mubarak se enfrentó a la Justicia en Egipto meses después de abandonar el poder forzado por la calle en 2011. Fue puesto bajo arresto en la localidad turística de Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo, que se había convertido en su retiro y sede oficial de muchas reuniones en sus últimos años.
En agosto de ese año el otrora “top gun”, piloto de élite de la Fuerza Aérea egipcia, compareció en el tribunal en una camilla, vestido con el mono blanco de los acusados, semblante digno en medio del circo mediático y la humillación. La rendición de cuentas llegó en junio de 2012, cuando Mubarak fue condenado a cadena perpetua por su implicación en la muerte de cerca de un millar de manifestantes durante la revolución egipcia, pero medio año después la sentencia fue anulada y, en la repetición del juicio, a finales de 2014, fue absuelto.
Sólo le quedaba una pena por descontar: por apropiación de fondos públicos reservados a los palacios presidenciales, indicador del estilo de vida lujoso que la familia Mubarak había adoptado y por la que había sido odiada, y en marzo de 2017 el “faraón” quedó finalmente en libertad.
Tras su excarcelación, el anciano dictador pareció resurgir y sus problemas de salud, que le mantuvieron en una cama de hospital la mayor parte de sus seis años de reclusión, desaparecieron hasta que en enero fue sometido a una operación y su estado de salud degeneró.
Nacido en 1928 en la provincia de Menufia, en el Delta del Nilo, estudió en la Academia Militar de El Cairo y se convirtió en comandante de las Fuerzas del Aire, lo cual le permitió ascender en el escalafón social y casarse con la cosmopolita y aristócrata Suzanne Zabet, que sería la cara amable de su régimen.
No fue su actuación política, sino su participación en la ofensiva que Egipto lanzó contra Israel en 1973, en la conocida como guerra de Yom Kipur, lo que le valió su fama y popularidad en los primeros años como presidente. Sin embargo, sus abusos en nombre de la lucha contra el terrorismo, la represión y la corrupción pusieron fin al reinado de “el faraón”.