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San José. La justicia de Ecuador dictó este martes un fallo emblemático al condenar a una ecuatoriana a tres años de prisión por ahorcar de un árbol a Spayk, un perro de raza husky siberiano y de 19 meses, el 17 de noviembre de 2022 en la localidad de La Argelia, en el sur de Quito.
“Sentencia histórica”, proclamó la abogada ecuatoriana Marianella Irigoyen, especialista en Derecho Ambiental y coordinadora de Animal Libre Ecuador, organización no estatal fundada en 2010 en Chile y con presencia en Perú, Paraguay, Argentina. Bolivia. Irigoyen encabezó la denuncia penal que la agrupación presentó contra la mujer que mató al perro.
“Es la primera vez que una persona que mata a un animal va a cumplir cárcel”, informó Irigoyen a EL UNIVERSAL.
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La mujer, identificada solo como María C., tiene antecedentes de violencia y recibirá terapia psicológica, agregó.
Luego de diversas postergaciones, la audiencia finalmente se llevó a cabo este martes con la presentación de pruebas y otros elementos en el primer caso que se juzga en Ecuador con prisión por la muerte de un animal de compañía.
Una espeluznante y sanguinaria escena sacudió a Ecuador cuando la mujer colgó y ahorcó de un árbol a Spayk, propiedad de una familia vecina de La Argelia.
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Las imágenes circularon en redes sociales de internet y mostraron a las personas que auxiliaron al animal, pero solo pudieron bajarlo ya muerto tras una agonía en la que se escucharon sus gritos.
El hecho ocurrió cerca de las 11:00 horas. Los vecinos salieron alarmados por el llanto desesperado de Spayk, que vivía en un ambiente tranquilo y amoroso con su familia en el mismo barrio y que, por un descuido de sus dueños, salió de su casa, describió Irigoyen.
Al percatarse de que el animal salió de su casa, la mujer se le aproximó, le colocó una soga al cuello y lo jaló hasta un árbol ubicado afuera de su casa.
“A vista de todos los moradores del sector, incluso menores de edad, procedió a jalar de la soga hasta suspender a Spayk. Él movía sus patas”, narró, al insistir en que el deceso del animal se produjo con “crueldad y ensañamiento”.
“Fueron segundos de desesperación”, subrayó.
El caso Spayk estremeció a la sociedad ecuatoriana por el sadismo y la violencia explícita de la autora del delito. Irigoyen aseguró que, antes de Spayk, la mujer asesinó a otros perros de la misma comunidad.
Esta situación sería “un factor clave para que sea considerada incluso peligrosa para los seres humanos”, alegó.
Por el delito de muerte a animal de fauna urbana, tipificado y sancionado un artículo del Código Orgánico Integral Penal de Ecuador, Irigoyen presentó el 28 de noviembre una querella contra la asesina.
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El Código estableció que la persona que mate a un animal que sea parte de la fauna urbana será sancionada con pena privativa de libertad de seis meses a un año, pero que si la muerte se produce como resultado de actos de crueldad será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años.
También determinó que se impondrá el máximo de la pena —tres años de cárcel— si se actúa con ensañamiento contra el animal.
Al aclarar que tampoco son errores humanos “sino delitos”, la parte acusadora desistió de solicitar una reparación económica. “Una muerte”, recordó Irigoyen, “no se repara con dinero”.
Con mayor, igual o menor despliegue de agresividad y odio, calvarios como los que vivió Spayk en Ecuador se registraron con repetida frecuencia en el resto de América Latina y el Caribe con otros animales y parecieron evidenciar un retroceso en la convivencia social.
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