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San José.— El hondureño Héctor Ramón García Hernández ya consumió más de 20 de sus 42 años en el ir y venir entre México y Estados Unidos desde y hacia Honduras como migrante irregular, sin futuro ni empleo en su tierra natal, pese a que es perito mercantil, tras vivir sin documentos ocho años en suelo estadounidense y experimentar seis deportaciones.
Su más reciente fracaso ocurrió en mayo de 2018, cuando fue capturado en Laredo, Texas, y quedó detenido hasta enero de 2019, cuando fue deportado a Honduras. “Ha sido una dura lucha por sobrevivir”, dijo el hondureño, oriundo de Tegucigalpa, divorciado y con seis hijos de varias relaciones. “La primera vez que me fui a EU fue en 1998”, recordó, al relatar a EL UNIVERSAL que en esa ocasión fue detenido en la ciudad mexicana de Monterrey.
“Me agarró Migración de México y me regresó por tierra a Guatemala. La segunda vez fue en 2005 y logré llegar a EU. Estuve viviendo en varias ciudades hasta que me deportaron en 2013. Uno debía tener por lo menos dos trabajos para sobrevivir y ayudar a la familia en Honduras. Ese mismo año intenté regresar con dos de mis hijas, que tenían 13 y 8 años, pero las autoridades migratorias [estadounidenses] nos detuvieron en Laredo”, relató. “Me deportaron esa vez y mis hijas, por ser menores, pudieron entrar. Viven con una hermana en Houston, Texas” que tiene permiso de residencia temporal, explicó.
García reside ahora en el norcentral departamento (estado) de Yoro, porque la familia tuvo que abandonar la vivienda que él compró a su madre, Norma, en Tegucigalpa con el dinero que ganó como indocumentado en EU de 2005 a 2013, por amenazas de muerte y acoso de una de las pandillas juveniles o maras criminales hondureñas. “Me volví a ir en 2015 con un hermano, que logró pasar a EU, pero a mí me agarraron las autoridades estadounidenses y me deportaron a Honduras. En 2017 me volví a ir y me volvieron a agarrar cruzando el río Bravo, entrando a Laredo”. Finalmente vino el fallido intento de 2018.
Al preguntársele por qué, siendo perito mercantil, debió migrar a EU, respondió que “en Honduras es bien difícil hallar empleo. Me gradué y nunca encontré trabajo... Me dediqué a comercio y tampoco me iba bien”. Y piensa volver a intentarlo. “Siempre tengo la idea de llegar, porque allá están mis hijas. Lastimosamente ellas no están legales. Aquí vivo de lo que me salga. No tengo trabajo. Es bien duro. Vivo con mi mamá... Vivo del dinero que mi hermana le manda a mi mamá. Es una lucha por sobrevivir”.