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El sorpresivo hallazgo de algunos restos óseos humanos en un local anexo a la Nunciatura Apostólica en Roma, la embajada vaticana ante el gobierno italiano, revivió especulaciones sobre la desaparición jamás aclarada de la joven Emanuela Orlandi en 1983 .
La noche de este martes, la sala de prensa de la Santa Sede confirmó que durante algunos trabajos de remodelación en la sede de la nunciatura, ubicada en Vía Po 27, se “encontraron algunos fragmentos óseos humanos ”.
Precisó que el Cuerpo de la Gendarmería Vaticana intervino prontamente en el lugar, informó a los superiores de la sede católica que inmediatamente comunicaron el hecho a las autoridades italianas para “las oportunas investigaciones y la necesaria colaboración bilateral”.
Aclaró además que, en este momento, el procurador en Jefe de Roma, Giuseppe Pignatone, ha delegado a la Policía Científica y a la Escuadra Móvil de la Prefectura de Roma las pericias necesarias para establecer la edad, el sexo y la fecha de la muerte.
Aunque oficialmente todavía no se vinculan esos restos con los de Orlandi, la prensa italiana ya aventura hipótesis sobre el destino la muchacha, con ciudadanía vaticana, que desapareció sin dejar rastro el 22 de junio de 1983.
Por lo pronto, la autoridad judicial italiana ha dispuesto los exámenes técnicos, sobre todo la extracción del ADN, para verificar si se trata de Emanuela, o de Mirella Gregori, otra muchacha desaparecida en Roma ese mismo año.
Orlandi era hija de un funcionario de la Prefectura de la Casa Pontificia y tenía 15 años cuando desapareció tras asistir a una lección de música, en el edificio del Apollinare, ubicado a pocos pasos de Piazza Navona.
El destino de esta muchacha mantuvo en vilo a toda Italia en las semanas posteriores a su desaparición, e incluso el Papa Juan Pablo II hizo varios llamados públicos por su vida. Pero ella nunca regresó a su casa.
A lo largo de 35 años se multiplicaron las investigaciones, las hipótesis y las desilusiones para la familia, que aún exige el esclarecimiento del caso. No obstante el paso de los años, los italianos han seguido apasionadamente cada nuevo indicio.
lsm