Se encontraron cadáveres de persona s dentro de autos calcinados, en los restos humeantes de casas o junto a vehículos, aparentemente derrotados por el humo y las llamas antes de que pudieran colocarse detrás del volante para escapar. En algunos casos, solo quedaron algunos fragmentos de huesos, tan pequeños que los investigadores forenses tuvieron que utilizar canastillas para recogerlos y dividirlos.

Hasta el lunes se ha confirmado la muerte de al menos 29 personas a causa del incendio forestal que convirtió la localidad de Paradise, y las zonas aledañas del norte de California, en un infierno que igualó a la conflagración más letal en la historia de la entidad, y la búsqueda de cuerpos continúa.

De acuerdo al departamento de policía, hay casi 230 personas desaparecidas , cuatro días después de que el incendio arrasó con la localidad de 27.000 habitantes y prácticamente la borró del mapa con llamas tan intensas que derritieron automóviles.

Los cuerpos quedaron tan dañados por las llamas que las autoridades solicitaron la presencia de un laboratorio móvil de ADN y consultaron a antropólogos forenses para ayudar a identificar a las víctimas.

Cada vez más fatigados y pesimistas, amigos y familiares de las personas desaparecidas llamaron a hospitales, departamentos de policía, refugios y a la morgue con la esperanza de conocer el destino de sus seres queridos. Paradise era una comunidad popular entre los jubilados y casi una cuarta parte de sus habitantes tenía más de 65 años de edad.

Tad Teays seguía esperando noticias sobre su madre, quien tiene 90 años, padece de demencia y vive a kilómetro y medio (una milla) de distancia de su casa en Paradise . Y Barbara Hall intentó en vano averiguar si su tía y el esposo de ella, quienes tienen entre 80 y 90 años de edad, pudieron salir de la casa de retiro de la localidad.

“¿Salieron en su auto? ¿Pudieron escapar? ¿Su carro se desbarrancó en alguna montaña? No lo sé”, dijo Hall, quien dijo que la pareja solo tenía un número telefónico fijo y no entran las llamadas.

Megan James, de Terranova, Canadá , buscaba noticias en Twitter sobre su tía y el esposo de ella, cuya casa en Paradise fue consumida por las llamas y sus vehículos seguían en la propiedad. El lunes pidió en Twitter que alguien más se encargara de las publicaciones, diciendo que estaba “exhausta física y emocionalmente”.

“Necesito dormir y llorar”, publicó James. “Solo RECEN. Por favor”.

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