Charleston.— La aspirante republicana Nikki Haley, que el sábado pasado sufrió otra derrota ante Donald Trump en el que era su feudo, Carolina del Sur, no arroja la toalla.

Ayer domingo volvió a pedir fondos a sus simpatizantes para financiar la carrera electoral primaria al menos hasta el decisivo 5 de marzo, el supermartes en que se deciden más de 800 delegados del partido, posicionándose como una opción viable en caso de que la campaña del favorito republicano, repleta de escándalos, implosione.

En un largo mensaje enviado la mañana del ayer por mensaje de texto a sus seguidores, anunció que se dirigía a Michigan —siguiente estado en celebrar primarias— y luego preparará el supermartes.

“Pero para ello necesito tu ayuda para financiar mi batalla. ¿Puedes enviar una generosa donación para ayudarme a pagar este próximo tramo crítico?”, reza el mensaje.

Más tarde, sus estrategas de mercadotecnia pusieron en venta una camiseta con un lema muy simple: “No fear” (Sin miedo) con el nombre de la candidata y la bandera nacional en las mangas.

“En Estados Unidos tenemos elecciones, no coronaciones”, dijo Haley en el mensaje, en referencia a las voces que le piden abandonar la carrera ante la certeza casi absoluta de que Trump la ganará.

Los resultados de Carolina del Sur han dado finalmente 47 delegados a Trump y solo tres a Haley, de manera que hasta el momento la diferencia es de 110 delegados contra 20, y los medios destacan que Haley jugaba en teoría en terreno favorito en Carolina del Sur (donde nació, creció y fue gobernadora de 2011 a 2017).

En pos de los moderados

Uno de los detalles que llamó la atención fue el tono comedido que Trump utilizó para celebrar su victoria en Carolina del Sur: ni llamó a Haley Nimbra —haciendo burla de su nombre de pila, Nimarata Nikki—, ni la ofendió, pero la ignoró por completo, lo que no pasó desapercibido para nadie. The New York Times interpreta este nuevo tono de Trump como una señal de que va a intentar acercarse a los votantes moderados, aquellos que compartiendo sus ideas detestan el tono rudo del expresidente, “un tono vengativo y de matón”, como lo define Haley.

Mientras el camino de Haley a una victoria es cada vez más estrecho, su decisión de no retirarse genera dudas sobre su final en un partido dominado por Trump y si extender la batalla por la nominación es un entremés para otra candidatura presidencial en 2028.

Sandie Ellis, de 66 años y habitante de Columbia, la capital de Carolina del Sur, dijo que votó por Trump pero que tendrá en mente a Haley para el futuro.

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