San José.— Cuando los buques de guerra de Estados Unidos zarparon en 1934 de los muelles de Puerto Príncipe con las tropas estadounidenses que invadieron Haití en 1915 para sofocar una mortal ola de violencia política, miles de haitianos desenfundaron sus armas y desde tierra, frente a la bahía capitalina, sonrientes y desafiantes, despidieron a las fuerzas de ocupación con un concierto de balazos al aire.
Si una de las metas de Estados Unidos al ocupar Haití fue desarmar a los habitantes de ese país a los que nunca convenció— como sí sucedió en otras naciones invadidas por Washington— a aprender a jugar béisbol, ¿por qué los haitianos se mofaron de las fuerzas expedicionarias que permanecieron 19 años como poderoso ejército foráneo interventor?
Y si la más reciente transferencia documentada de armas al gobierno de Haití se registró en 1985, por 10 millones de dólares, ¿por qué los haitianos convirtieron a su país en el siglo XXI en uno de los mayores recipientes del contrabando de armamento— fusiles de asalto, pistolas, municiones, cargadores y demás insumos— en las islas del mar Caribe?
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Postrado en un torbellino de violencia por un incontrolable azote de las pandillas criminales, sumergido en una creciente anarquía política e institucional y tupido por un masivo colapso de inseguridad y corrupción, Haití pasó de 2021 a 2024 de tierra de nadie a… país de nadie y a guarida clandestina del tráfico de armas y otros pertrechos.
El tráfico ilícito de armas, como fusiles de asalto, pistolas, municiones, cargadores y demás insumos, operó en los últimos años por cuatro rutas aéreas, marítimas y terrestres hacia Haití en un comercio pirata con 11 pistas furtivas de aviación, reveló la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD, por sus siglas en inglés) en informes de 2023.
Los reportes establecieron que EU— y en especial Florida— y República Dominicana fueron fuentes básicas del abastecimiento de armas y otros equipos a Haití. República Dominicana y Haití comparten una porosa y frágil frontera terrestre. El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó en octubre de 2022 un embargo de armas a Haití, pero sin éxito.
Negocio pujante
Al comparecer el 25 de enero de este año ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la egipcia Ghada Fathi Waly, directora ejecutiva de ONUDD, denunció que “armas y municiones ilícitas, compradas en EU fueron transportadas a puertos marítimos específicos en República Dominicana y luego a Haití, a través de cruces fronterizos terrestres”. En un informe de octubre de 2023, del que EL UNIVERSAL tiene copia, ONUDD describió que “la principal fuente de armas de fuego y municiones en Haití se encuentra en Estados Unidos, y en particular en Florida”.
“Pistolas [de acceso popular] que se comercian por 400 dólares o 500 dólares en puntos de venta de armas con licencia federal o ferias privadas de armas en EU, se pueden revender por hasta 10 mil dólares en Haití, aunque los precios varían según las preferencias locales y el suministro internacional (...) Los fusiles de mayor potencia, como los AK-47, los AR-15 y los Galils, suelen estar en mayor demanda por parte de las pandillas, lo que exige precios correspondientemente más altos. Una red de criminales, incluidos los miembros de la diáspora haitiana, a menudo obtienen armas de fuego de todo EU”, reveló. La ONUDD calculó que entre 150 y 200 bandas o pandillas operan en Haití. Con un menú de matonismo, implacable y despiadado por su capacidad de fuego, desataron el terror para imponer y generalizar el miedo.
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El estudio destacó:
—Se trafican armas de fuego y municiones cada vez más sofisticadas y de alto calibre a Haití en medio de una situación de seguridad sin precedentes y en rápido deterioro.
—Haití siguió como punto de transbordo de drogas que entran por barco en puertos públicos, privados e informales y en avión en pistas clandestinas.
—Describieron un “oleoducto de hierro” que traspasó las fronteras de EU para remitir armas y municiones a otros países de América, como Haití. Con frecuencia, el armamento fue adquirido, vía testaferros, en estados de EU con leyes flexibles de armas, y transportado a Florida, para ocultarlo y reenviarlo a Haití.
—Los límites de Haití son porosos. El desafío de patrullar mil 771 kilómetros de costa y 392 kilómetros de frontera terrestre con República Dominicana abrumó las capacidades de las fuerzas por falta de personal y recursos y ser “blanco de pandillas”.
En Haití cundió el miedo para referirse en público a las hondas dificultades internas. Una fuente de la diáspora haitiana en República Dominicana, que pidió anonimato por temor a represalias a su familia en Haití, insistió en que “urge que el embargo mundial de armas a Haití sea efectivo”. “Una de las más importantes tareas de cualquier fuerza internacional de paz y de seguridad que vaya a instalarse próximamente en Haití deberá ser el desarme de la población civil, porque la situación es sumamente grave”, explicó la fuente, con carrera diplomática. “No puede ser que desde República Dominicana y EU siga fluyendo gran cantidad de armas hacia Haití para fomentar la violencia criminal. Esto hay que detenerlo lo antes posible”, advirtió.
Una fuerza multinacional integrada por efectivos militares y policiales africanos y caribeños ingresará probablemente el próximo 26 de este mes a territorio haitiano, con el gigantesco objetivo de pacificarlo. La fuerza, autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU, estará encabezada por Kenia, con participación de Burkina Faso y de países del Caribe anglosajón. Bahamas prometió enviar 150 oficiales de sus Fuerzas de Defensa para ayudar a la seguridad marítima de la misión multinacional, que buscará estabilizar a Haití con un respaldo esencial a la debilitada policía haitiana. La ONU reconoció este mes la existencia de problemas de financiamiento de la fuerza.
La crisis generalizada de Haití, que se intensificó en julio de 2021 con el asesinato del presidente Jovenel Moïse se agravó en 2022 y 2023. Sin reales opciones democráticas vía electoral, Haití se hundió en 2024 en uno de sus más complicados conflictos del siglo XXI, con sangrientas pandillas paramilitares que este año pactaron apoderarse de la capital y otros centros urbanos. La ONU reportó que la violencia criminal en Haití en 2023 dejó 4 mil 789 asesinatos de ambos sexos, con 2 mil 490 secuestrados, mil 689 heridos y una de las más elevadas tasas mundiales de homicidios: 40.9 por cada 100 mil personas, lo que duplicó la cifra de 2022 y agitó el drama humanitario en la nación de 11 millones 700 mil haitianos. Con unos mil 500 asesinatos de enero a abril de este año, el pánico se agudizó en un incontenible y forzado éxodo interno y externo.
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Convulsión eterna
Tras el homicidio del presidente, el cargo de primer ministro recayó en julio de 2021 sobre Ariel Henry, cuya gestión nunca logró enderezar el rumbo nacional. Henry aceptó dimitir en marzo anterior y entregar el gobierno a un Consejo Presidencial de Transición, que se instaló el 25 de abril y empezó a buscar la redirección del país. El magnicidio de Moïse, ejecutado por un comando de mercenarios extranjeros (principalmente colombianos), atizó el violento entorno haitiano y se convirtió en un hecho sin precedentes en casi 125 años de tempestades políticas en la empobrecida isla caribeña.
La intervención y ocupación militar de EU, de 1915 a 1934, afianzó las estructuras políticas haitianas sin cambiar las económicas. Con la salida de los infantes de marina de EU, la turbulencia prosiguió y en 1957, ante el ascenso al poder de la dictadura dinástica de la familia de los Duvalier, inició una supuesta fase de estabilidad con hambre, pobreza, represión e intolerancia. Los Duvalier fueron derrocados en 1986, cuando se quedaron sin el patrocinio político de EU.
El paisaje de miseria crónica persistió luego de 1986 en un incendio de ingobernabilidad: golpes de Estado, una invasión armada de EU (1994-1998) con tropas multinacionales, una ocupación (2004 a 2015) de cascos azules de ONU, fraudes electorales y conjuras palaciegas y cuartelarias de políticos, militares y paramilitares. Luego del crimen de Moïse, la crisis se prolongó.
Haití recibirá este mes a una nueva fuerza foránea. Ya curtidos por la presencia de tropas extranjeras en 10 misiones en Haití de 1993 a 2023, los haitianos parecieron reaccionar con mezclas de aparente indiferencia y curiosidad y de evidente malestar y rechazo.
La duda persistió acerca de si, en vez de un concierto de balazos de “despedida” como en 1934 a las tropas estadounidenses, habrá uno de “bienvenida” en 2024 a los soldados y policías africanos y caribeños.