San José. – Una sombra de pavor asoló a Puerto Príncipe, la , en la noche y la madrugada del 29 al 30 de junio de este año.

Protegidos en las penumbras, pistoleros fuertemente armados a bordo de motocicletas atacaron sin compasión y asesinaron a 19 personas en las calles de Puerto Príncipe, en una de las múltiples disputas mortales entre pandillas que azotan a diario a esa y a otras ciudades de Haití por el control criminal, político y económico de territorios con sobornos, secuestros, homicidios, violaciones o robos.

El escenario exhibió apenas un episodio del violento entorno haitiano, sacudido en un hecho sin precedentes en más de 60 años en la empobrecida isla caribeña por el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ejecutado al amanecer del miércoles anterior por un comando de mercenarios.

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“Noche oscura”, describió la (no estatal) Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH), de Haití, al describir los hechos de finales de junio anterior.
“No cabe duda de que en el país se está creando un clima de terror con complicidad de las autoridades estatales y los derechos a la vida, la seguridad y la integridad física y mental de los ciudadanos son violados constantemente”, agregó, en un informe obtenido por EL UNIVERSAL.

Al recordar que siguen impunes los crímenes de cinco periodistas, de 2018 a 2021, la RNDDH aseguró que “la institución judicial (está) totalmente borrada” y funciona de dos a cuatro meses al año, aunque el país sufrió constantes masacres y ataques armados en barrios marginales y una oleada de secuestros, violaciones sexuales y otros delitos.

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Violencia política

El fenómeno recrudeció en un país con un prolongado historial paramilitar y parapolicial.

Francois Duvalier, fundador de la dictadura dinástica que gobernó a Haití a sangre y fuego de 1957 a 1986, se inspiró en las “camisas negras” del fascismo italiano y creó en 1959 una temible organización: “Tontons—Macoutes”, con más fuerza que el Ejército y para evitar ser depuesto por los militares en un golpe de Estado.

Ataviados primero de gris y luego de azul, los “Tontons—Macoutes” se llamaron oficialmente Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN), mientras que su referente que estuvo al servicio que gobernó a Italia de 1922 a 1943 se denominó Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional.

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“Papa Doc” o Duvalier padre murió en 1971 y su hijo—Jean—Claude o “Baby Doc”, fallecido en 2014—heredó el poder hasta que en 1986 fue derrocado, pero el mando quedó en las siguientes “roscas” o generaciones que intentaron preservar el régimen duvalierista y crearon estructuras paramilitares de mando y represión interna.

Uno de esos aparatos fue el de los “attaché”, que ganó fuerza con un golpe de Estado en 1991 y, en un régimen conducido por el general Raoul Cédras, de otra “rosca”, mantuvo el poder hasta 1994. Luego surgieron otros al amparo del caos político permanente en Haití.

Paralelismo

Con diferencias, pandilleros o gánster de 2018 a 2021, “attaché” de 1991 a 1994 o “Tontons—Macoutes” de 1959 a 1986 tienen un factor en común: su nexo con el gobierno.

“Moïse estuvo ligado a los pandilleros. Duvalier formó los ‘Tontons—Macoutes’ para disminuir el poder del Ejército. Moïse usó a las pandillas para disminuir el poder de la Policía Nacional”, dijo el economista y sociólogo haitiano Camille Chalmers, profesor de la Universidad Estatal de Haití y dirigente del opositor Foro Patriótico Popular, de Puerto Príncipe.

“Moïse tenía relación muy estrecha con esos grupos que siempre defendieron a su gobierno. Hay relaciones directas entre dirigentes del gobierno y esas pandillas que lograron controlar territorio ejerciendo una violencia terrible contra la población”, aseveró Chalmers a EL UNIVERSAL.

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Los “Tontons-Macoutes” operaron como “fuerza institucionalizada con reglamentos y estatutos. Las pandillas carecen de reglamentos y actúan con violencia desmesurada en función de las órdenes políticas que reciben del gobierno”, recalcó.

El pasado 5 de julio, y en una de las últimas actividades de la gestión que inició en 2017, el gobierno de Moïse negó tener nexos con las pandillas y confirmó en un reporte que existen unas 162 bandas (la mayoría en la capital) con unos 2 mil 700 miembros. Moïse alertó de reiteradas amenazas de muerte en su contra.

Integradas por adolescentes, jóvenes y hasta niñas, las bandas disponen de una base “poco conocida pero igualmente peligrosa” y, al menos desde 2018, se expandieron a áreas urbanas y rurales de población precaria y vulnerable, precisó el informe.

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El gobierno prometió promover los derechos humanos y erradicar el conflicto de “la ‘gangsterización’ de los barrios de clase trabajadora, ofreciendo servicios públicos esenciales a las poblaciones de las zonas más vulnerables”.

Pero el terror persistió y antenoche, víctima de bandidos, un hombre de 72 años fue linchado, asesinado a balazos y calcinado en un pueblo del extremo occidental de Haití, en una nueva jornada de balaceras y pánico nocturno.