Bruselas
Como candidato a dirigir el Partido Conservador, Boris Johnson prometió que una vez siendo primer ministro británico viajaría de inmediato a Berlín, París y Bruselas para logar lo que Theresa May no pudo: negociar un acuerdo de salida de la Unión Europea (UE) que cuente con el apoyo de la Cámara de los Comunes.
El nuevo inquilino del 10 de Downing Street será recibido con la cordialidad que distingue al mandatario francés, Emmanuel Macron; a la canciller alemana, Angela Merkel, y al ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, pero de ahí a que logre su objetivo parece altamente improbable.
Las conversaciones serán sólo eso, charlas con las más altas autoridades de las capitales europeas y no como parte de un proceso de negociación formal que conduzca a un cambio del acuerdo suscrito entre May y los Veintisiete.
Después de todo, el pacto sellado en la Decisión del Consejo Europeo 2019/584, y rechazado en tres ocasiones por la Cámara de los Comunes, es el único posible para una salida ordenada.
El Grupo de Gestión para el Brexit (BSG, por sus siglas en inglés) del Parlamento Europeo, integrado por seis distinguidos eurodiputados, entre ellos el expresidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, fue preciso en su misiva de bienvenida al nuevo premier británico.
La carta sostiene que la única fórmula posible para una salida ordenada es aquella que proteja los derechos de los ciudadanos, cubra las obligaciones financieras asumidas por Londres como estado miembro, garantice la integridad del Mercado Único, salvaguarde el Acuerdo de Viernes Santo para la paz en la isla de Irlanda y evite una frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
“El acuerdo de salida acordado por la Unión Europea y el gobierno británico ofrece esas garantías.
“No obstante, el BSG está dispuesto a considerar cambios en la Declaración Política, en particular si dichos cambios aportan mayores detalles y una futura asociación más ambiciosa entre la Unión Europea y Reino Unido, de modo que resulte innecesaria la aplicación del backstop irlandés [que previene una frontera física]”, detalla.
La oferta puesta sobre la mesa por la Eurocámara, la instancia que tendrá la última palabra sobre un acuerdo eventualmente modificado, no sólo se queda corta a las exigencias de Johnson, va en contra de sus dos principales objetivos, eliminar el backstop irlandés y reducir al máximo la integración con la Unión Europea, de forma que los británicos tengan absoluta independencia para convertirse en “el centro de la más ambiciosa red de tratados de libre comercio”.
Si Bruselas opta por no dialogar y Johnson se muestra inflexible, la Unión Europea y Reino Unido se encaminarán hacia un Brexit sin pacto el próximo 31 de octubre.
Johnson acusará a la Unión de inflexible y buscará materializar el Brexit duro. Sin embargo, se topará con los problemas de su antecesor, puesto que, aunque May se fue, el Parlamento se mantiene intacto.
Si bien no hay una mayoría parlamentaria a favor de ningún acuerdo concebible, tampoco existe una mayoría para una salida sin acuerdo. Ante dicho escenario, al nuevo líder conservador le quedarán un par de opciones, según diversos analistas.
Una de ellas es convocar a elecciones anticipadas, buscando asegurar una mayoría parlamentaria que le permita forzar el Brexit.
La apuesta en las urnas sería altamente arriesgada. El Partido del Brexit, de Nigel Farage, va al alza, al igual que los europeístas liberales. May fue a las urnas en la primavera de 2017 confiando en ganar más escaños, pero perdió la mayoría.
“Si bien la celebración de elecciones anticipadas pueden ser la mejor oportunidad de Johnson para derrotar a los laboristas de Jeremy Corbyn, es poco probable que recupere la mayoría que despilfarró May en 2017”, dijo Felicity Matthews, investigadora del think tank The UK in a Changing Europe.
Según la firma YouGov, Johnson llega a la jefatura de gobierno con un nivel de aprobación de 31%, al tiempo que 58% tiene una visión negativa de él. “Johnson sigue siendo increíblemente divisionista”, aseguró Matthews en un análisis.
Como último recurso, podría recurrir a un eventual pacto con Farage para obtener la mayoría que haga posible el Brexit, pero “una alianza de este tipo supondría una amenaza existencial para el Partido Conservador, alineando por igual a los remainers y los leavers más moderados”, advierte. La otra opción es incierta. Podría llegar a la conclusión que la única alternativa es por la vía de un nuevo referéndum. La pregunta sería simple: ¿Nos vamos sin acuerdo o no hay Brexit?