Madrid. “Temimos un tsunami, había olas de otro mundo”, recuerda la colombiana Lorena Fuentes, que llegó a Valencia hace dos años y nunca había vivido un temporal como el que azotó esta madrugada la región y que provocó al menos 95 muertos.
Lorena, que trabaja en un restaurante colombiano de Valencia, recibió la alerta a última hora del martes y se dirigió a su casa, frente a la popular playa de la Malvarrosa.
“Ya había empezado el temporal. El viento estaba terrible. Azotaba las ventanas y el mar se escuchaba horrible. Pensamos que podía haber un tsunami”, relata en una conversación telefónica con EFE.
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“Había olas de otro mundo”, continúa esta colombiana originaria de Cartagena de Indias, que tiene dos hijos pequeños que este miércoles no pudieron acudir al colegio.
“Por fortuna estamos bien”, celebra Lorena, que no podía imaginar un temporal semejante, con un saldo provisional de 95 muertos, barrios anegados, cientos de vehículos arrastrados y, según los informes provisionales, dos ciudadanos colombianos y una boliviana todavía desaparecidos.
La comunidad latinoamericana tiene una notable presencia en las zonas de España afectadas, en especial en la región de Valencia, donde según datos oficiales residen más de 34 mil colombianos, unos 19 mil venezolanos y cerca de 12 mil hondureños, entre otros.
Nicole, también colombiana, no logró llegar hoy a su trabajo en Valencia. El temporal inundó las calles de su pueblo, Xirivella, en el área metropolitana de la capital, una de las zonas más castigadas.
Vive en un piso alto y su casa no sufrió daños, pero desde su ventana vio a los vecinos de las plantas bajas salir del edificio de madrugada buscando lugares seguros para evitar la crecida del río, algunos de ellos ancianos o con problemas de movilidad que tuvieron que autoevacuarse sin ayuda.
Su compatriota Don Jon contempló impotente en la noche del martes en Alginet cómo la riada se llevaba su moto.
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“Por fortuna estamos todos bien -relató-. Mi familia y yo vivimos en un segundo piso y hasta aquí no ha llegado el agua, pero he perdido la moto, que es mi herramienta de trabajo y, como no tengo papeles, no tengo derecho a ninguna ayuda”.
Con las comunicaciones caídas, amigos y familiares de afectados han recurrido a las redes sociales para buscarlos.
Es el caso de Janine, una joven boliviana embarazada de ocho meses, que desapareció de la zona de Ribarroja -una de las más castigadas-.
“Dicen que han encontrado su coche”, explica a EFE su amiga Noemí, también boliviana. “Estamos preguntando en redes sociales porque parece que están encontrando a mucha gente así”, continúa.
También a través de las redes sociales se busca a un ciudadano hondureño desaparecido, aunque Withney Godoy, la cónsul de Honduras en Valencia, apunta a EFE que ha recibido llamadas de una treintena de familiares de compatriotas que no han sido localizados.
Los cortes de luz y las caídas en la red de telefonía complican las tareas de búsqueda y Godoy puntualiza que aún no es posible sumar estas consultas a la lista de personas desaparecidas.
En Sedaví, en el cinturón metropolitano sur de la ciudad de Valencia, Francisco Puente, español de 69 años, dijo: “Yo venía de dejar a mis nietos en la otra calle y eran las 7:10, y cuando nos vamos al balcón veo que entra por aquí el agua”, señalando la calle por donde la riada se llevó su automóvil.
Se emociona cuando se le pregunta si recordaba algo así. “Nunca”, dice con la voz temblorosa.
Las calles de Sedaví, una localidad con 10 mil habitantes, están llenas de barro. Los automóviles se apilan vacíos en los cruces, con los vidrios rotos, rodeados de la tierra que los empujó el martes por la noche.
Al otro lado del puente, en el barrio de La Torre de Valencia, igualmente cubierto de barro, vecinos hacen cola para recoger agua mientras cae una noche que temen que volverá a ser larga, sin luz ni agua corriente en sus casas.
A unos 30 kilómetros, se ubica la localidad de Ribarroja del Turia, donde José Manuel Rellán recuerda la pesadilla que se vivió la noche anterior.
“Estamos incomunicados, no se puede acceder a la parte del pueblo. Las carreteras están todas cortadas, puentes cortados, puede que hayan desaparecido”, afirma a AFPTV.
“Es que ha estado 10 horas lloviendo sin parar (...) Hay poblaciones que han tenido 500 litros por metro cuadrado en 12 horas. Y el resultado es lo que ves”, indica este hombre de 49 años, señalando el agua mezclada con el fango todavía visible en las calles de su localidad.
En esta localidad de 22 mil habitantes, las lluvias caídas durante la noche provocaron el desbordamiento del río Turia y dejaron atraparon a muchos vecinos, en sus vehículos o en sus casas.
Varios centenares de trabajadores tuvieron que quedarse en sus empresas porque no pudieron volver a casa.
“Tengo muchos amigos que lo han perdido todo. Han perdido la casa, han perdido los coches, ha perdido todo. Mi fábrica está destrozada, donde trabajo yo. Es difícil porque no sabes lo que va a pasar ahora”, confiesa Rellán, apesadumbrado.
Algunos videos mostraban rescates de personas que se quedaron atrapadas. Uno de ellos conmovió porque la señora se negó a dejar a su perrito y se los llevaron a ambos en helicóptero.
Esther Gómez, concejal socialista del Ayuntamiento de Ribarroja del Turia, dice que la noche fue caótica, con unos servicios de emergencia puestos a prueba.
“En unos minutos” pasamos de “estar en un sitio en el que no ocurre nada, a que haya un desbordamiento tan grande”, dice la mujer, de gafas cuadradas y cabello largo suelto.
“Estamos asustados. La gente ha hecho lo que ha podido. Los servicios de atención y de seguridad han sido también desbordados, porque era tan grande la cantidad de sitios afectados, que no podían llegar a todos los sitios”, señala.