Vladimir Putin

es un enigma y descubrir qué hay detrás de su vida, lo es aún más.

Odiado por muchos, alabado por otros, el hombre quien gobierna desde hace dos décadas (a excepción del periodo en el que fue primer ministro entre el 2008 y el 2012) ha hecho de su vida privada todo un misterio.

Se dice que fue abandonado, que fue adoptado, que sufrió bullying, que era un niño problemático… en fin, rumores.

Vladimir Vladímirovich Putin nació el 7 de octubre de 1952 en Leningrado, la ciudad que hoy es mejor conocida como San Petersburgo. Eso es lo único comprobable en torno a sus primeros años de vida.

A partir de ahí existen múltiples teorías, principalmente relacionadas a sus padres biológicos.

A lo largo de su vida se ha conocido a Vladimir Spiridonovich Putin y Maria Ivanovna Shelomova como su padre y su madre, respectivamente. De hecho, en su autobiografía First Person, Putin relata que a mediados de la década de 1930 su madre trabajaba en una fábrica; mientras que su padre fue reclutado por el ejército para formar parte de la marina soviética.

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Antes de la Segunda Guerra Mundial vivían en una casa en Peterhof y, según dice Putin en su libro, ellos “estaban muy orgullosos de su nivel de vida entonces”. Pero luego se mudaron.

“Después de la guerra mi padre fue desmovilizado y comenzó a trabajar como obrero calificado en la fábrica de vagones de tren de Yegorov (...). La fábrica le dio a papá una habitación en un departamento comunal en un edificio típico de San Petersburgo, en Baskov Lane, en el centro de la ciudad. Tenía un conducto de ventilación interior a modo de patio y mis padres vivían en el quinto piso”, cuenta.

Fue en ese sitio, precisamente, donde nació y creció el niño Vladimir Putin, a quien conocían como Volodia. Era un lugar que la maestra del líder ruso, Vera Dmitrievna Gurevich, describe como un sitio “horrible”.

En First Person la maestra detalla que al ser un apartamento comunal no había ningún tipo de comodidades: no había agua caliente, bañera y el baño “era horrible”. Hacía mucho frío y las escaleras eran inseguras, con huecos por todas partes.

“Prácticamente no había cocina. Era solo un pasillo cuadrado y oscuro sin ventanas. Un quemador de gas estaba a un lado y un fregadero al otro. No había espacio para moverse. Detrás de esta llamada cocina vivían los vecinos, una familia de tres. Y otros vecinos, una pareja de mediana edad, estaban al lado. El apartamento era comunal y los Putin estaban apretados en una habitación. Sin embargo, para los estándares de aquellos días era decente, porque medía unos 20 metros cuadrados”, relata.

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Aunado a ello, el gobernante narra su eterno dolor de cabeza con las ratas, con las que convivía a diario durante su infancia en la comuna infestada.

“Había hordas de ratas en la entrada principal. Mis amigos y yo solíamos perseguirlos con palos. Una vez vi una rata enorme y la perseguí por el pasillo hasta que la llevé a una esquina. No tenía adónde correr. De repente azotó y se arrojó sobre mí. Estaba sorprendido y asustado. Ahora la rata me perseguía. Saltó por el rellano y bajó las escaleras. Por suerte, fui un poco más rápido y logré cerrar la puerta de un portazo”, comenta en su autobiografía.

Hasta aquí llega la versión de Putin sobre su familia e infancia... sin embargo, no es la única.

La otra familia

Aunque en diferentes versiones la forma en que vivían y el apartamento comunal son parte de las historias del niño Putin, los primerísimos años de su vida son los que tienden a cambiar.

De acuerdo con un artículo publicado por La Nación, de Argentina, con extractos del libro Putin -escrito por el politólogo ruso alemán Stanislav Belkowski-, el poderoso gobernante fue enviado por sus padres biológicos a una pareja de San Petersburgo quien asumió su crianza.

Para Belkowski, fundador y director del Instituto Nacional de Estrategia, la clave para comprender al jefe del Kremlin sería la ausencia de amor familiar durante su infancia y habría pasado toda su vida solo y buscando reconocimiento.

“Enviado por sus padres biológicos a una pareja de San Petersburgo, que se convirtieron en sus padres oficiales, el actual presidente habría pasado toda su vida buscando una familia de sustitución. Los traumas infantiles serían tan profundos que, con los años, Putin se transformó en un hombre solitario, que fue prácticamente obligado a asumir la presidencia y que se siente cómodo solo y en compañía de los animales”, dice el medio argentino.

Masha Gessen, autora de El hombre sin rostro: El improbable ascenso de Vladimir Putin, dice en un extracto del libro -reproducido por el medio británico Mirror-, que para ese entonces “los padres de Putin trabajaban casi todo el día (...). Fue dejado a su suerte. Pasaba el rato en el patio con otros niños, como hacían todos los niños”.

Además, en una entrevista con el medio The Telegraph, en el 2008 una mujer llamada Vera Putina afirmaba que el niño que ella regaló cuando tenía 10 años era precisamente Putin. La mujer rusa lo vio por primera vez después de muchos años, en 1999, y quedó convencida de que Putin era su hijo.

Para el momento de la entrevista Putina vivía en Metekhi, Georgia, ciudad en la que afirma crió a Putin entre los dos años y medio y los 10 años. Posteriormente fue enviado a Rusia.

“Los registros en los archivos de la ciudad más cercana a Metekhi, Caspi, indican que un Vladmir Putin se registró en la escuela de Metekhi, 1959-1960, nacionalidad declarada: georgiana”, indica The Telegraph.

Además, el medio agrega que “Shura Gabinashvili, ex maestra de ruso de la escuela del pueblo en Metekhi, afirma haberle dado clases de ruso al niño entre 1958 y 1960, y dice que ha recibido amenazas de muerte por hacer públicas las afirmaciones”.

En el relato de la señora Putina, el líder ruso nació el 7 de octubre de 1950, es decir, exactamente dos años antes de la fecha oficial de nacimiento de Putin. Según detalla la mujer, ella abandonó a su hijo en 1960 por presión de su entonces esposo y padrastro de su hijo. Entonces lo mandó con sus abuelos a San Petersburgo y luego regresó a Georgia. Desde entonces no lo volvió a ver, hasta 1999.

“¿Crees que no reconocería a mi hijo?”, dijo a The Telegraph cuando le cuestionaron cómo lo reconoció casi cuatro décadas después.

No obstante, estas también son teorías.

Lo cierto es que el medio insiste en que los detalles “de los primeros 10 años de la vida de Putin son escasos en su autobiografía”. Mientras el Kremlin, como era de esperarse, ha desmentido todas las historias paralelas sobre el origen del gobernante.

Niño ¿problemático?

Putin comenzó a estudiar en la escuela número 193, en Baskov Lane, cerca de la comuna y según supo el tabloide más popular de Rusia, Komsomolskaya Pravda, no era precisamente el estudiante más aplicado.

De acuerdo con el medio estadounidense ABC, en el 2006 el tabloide ruso encontró el libro de calificaciones de Putin en el ático de una pequeña casa de madera, donde el chico habría pasado algunos veranos de su infancia.

“El libro pintaba la imagen de un niño de 11 años que estaba lejos de cualquier tipo de grandeza en ese momento. El comentario de un instructor decía: ‘antes de la clase (Putin) arrojó borradores de pizarra a los niños’. Otros dicen: ‘No hizo su tarea de matemáticas’; ‘Se portó mal durante la clase de canto’; ‘Habla en clase’”, detallaba el medio estadounidense.

Como si fuera poco, ABC aseguraba que “el libro de calificaciones reveló que Putin fue atrapado una vez pasando notas a un niño llamado Bogandov, cuando debería haber estado prestando atención a su maestro”.

Además, el joven Putin fue expulsado de clase y castigado por olvidar su uniforme en alguna ocasión. Posteriormente, su padre Vladimir Spiridonovich Putin fue convocado a la escuela después de que el niño se peleara con un estudiante mayor. Sus calificaciones tampoco eran las mejores.

“Las calificaciones de Putin no revelaron nada excepcional. En la escala soviética de cinco puntos, obtuvo tres en aritmética y ciencias naturales y dos en dibujo. La única materia en la que sacó un cinco fue en historia. También obtuvo un cinco por comportamiento, a pesar de sus altercados en la clase de gimnasia”, añadía en aquel entonces el diario norteamericano.

Siendo un estudiante de primaria, el líder ruso encontró las artes marciales y se enamoró de ese deporte.

“A menudo lo molestaban y acosaban hasta que comenzó a estudiar Sambo, una versión de las artes marciales. Luego cambió a Judo para poder competir”, agrega Mirror.

A partir de allí el joven judoca, de 12 años, fue perfeccionando su técnica hasta obtener su cinturón negro.

Luego de graduarse en Derecho en la Universidad Estatal de Leningrado, en 1975, se unió al Comité de Seguridad del Estado (KGB) y sirvió como agente de inteligencia. Específicamente, antes de involucrarse en política, formaba parte del personal de la Primera Dirección General de Inteligencia Extranjera de la KGB y tenía como tarea seguir a los visitantes extranjeros.

Fue en 1991 cuando obtuvo su primer trabajo en la rama política, al convertirse en asesor de su mentor universitario Anatoly Sobchak, alcalde de Leningrado. Por este trabajo, renunció a la KGB y así comenzó su imparable ascenso. El resto es historia conocida.

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agv/rdmd

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