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Ballydehob, Irlanda. Leonid Shapoval, un niño ucraniano de cinco años con leucemia, iba a recibir esta semana un trasplante de médula ósea. Pero tras la invasión rusa, huyó con su familia a Irlanda, donde ahora espera ser tratado gracias a la generosidad de la población local.
En estos momentos debía estar recuperándose en un hospital de Kiev , pero el pequeño se encuentra en casa de su tía abuela, en el suroeste de Irlanda, donde sus padres relatan la huida de su país devastado por la guerra, agravada por la enfermedad de su hijo.
La madre de Leonid, Yana, de 31 años, su marido Serhiy, de 30, y el niño se fueron de Cherkasy, en el centro de Ucrania, con una sola maleta de pertenencias, incluidos los documentos médicos de Leonid.
Es “lo más importante que teníamos”, dice Yana a la AFP.
Condujeron hasta Polonia, tomando caminos de tierra para evitar las zonas de combate, y su coche fue sacudido a veces por las explosiones cercanas, antes de llegar finalmente a la frontera.
Debido al estado de salud del niño, fueron escoltados para cruzar la frontera de forma urgente, evitando unos 20 kilómetros de filas. Cinco días después llegaron a Dublín vía Zúrich, donde tuvieron que convencer a las autoridades suizas de que el gobierno irlandés les había permitido entrar sin los requisitos habituales de visado.
Su llegada al aeropuerto de Dublín, donde su familia le recibió con la bandera ucraniana, fue un momento de “alivio teñido de amargura”, describió Yana.
“Sentí que aquí estaríamos a salvo y nos ayudarían, que se haría todo lo posible para cuidar” de Leonid, dice su madre. Pero esta psicóloga confiesa al mismo tiempo que sufre el “síndrome del superviviente”, sintiéndose culpable por haber sobrevivido al sangriento conflicto.
El hospital en el que Leonid pasó gran parte de los últimos ocho meses tras el diagnóstico de leucemia ha sufrido daños desde la invasión rusa, explica Yana. Pero, pese al peligro, muchos niños permanecen allí. “Estos niños lo están pasando especialmente mal ahora (...) da mucho miedo ver lo que está pasando”, afirma.
Durante su huida, la familia se puso en contacto con el diputado irlandés Michael Collins, que fue alertado de su situación por la tía abuela de Leonid, Victoria Walden, y su marido David, con quienes los Shapoval viven ahora.
“Hemos estado en comunicación con el ministerio de Relaciones Exteriores”, explica Collins, subrayando que “había mucha preocupación”.
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El diputado está ayudando a la familia en sus esfuerzos por tratar a Leonid en Irlanda, con el apoyo de la población local que se ha conmovido por la situación del niño.
“Todo el mundo quiere hacer algo y es muy amable y, francamente, típicamente irlandés”, afirma.
Una recaudación de fondos en línea permitió obtener más de 65 mil euros (71 mil dólares), superando con creces el objetivo inicial de mil euros.
Al día siguiente de su llegada a Irlanda, Leonid fue examinado por los doctores en un centro médico local y luego trasladado al hospital de la ciudad de Cork, a 90 minutos por carretera.
Ahora debe ser atendido en el hospital infantil de Dublín, donde la familia espera que pueda sometérsele a un trasplante de médula ósea.
“Gracias a todos los que nos están ayudando, estamos muy contentos”, dice su madre, que afirma estar “sorprendida de ver lo amables que son todos, lo mucho que todos quieren ayudar”.
Leonid también está agradecido: “Gracias a la gente que nos ayuda”, afirma.
El pequeño y su familia forman parte de los cerca de mil 800 refugiados de Ucrania que han llegado a Irlanda desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero.
Irlanda, que tiene una población de cinco millones de habitantes, dijo estar dispuesta a recibir a unas 100 mil personas que han huido de Ucrania.
ed