Los sonidos de la guerra son parte de la rutina en este mercado en territorio ruso, cerca de la frontera con Ucrania . Oigo explosiones a lo lejos, pero nadie se inmuta.
A pocos metros, muchos puestos han quedado reducidos a metal retorcido. Fueron alcanzados por un mortero hace unos días.
En aquel momento el mercado estaba cerrado, así que nadie resultó herido. Pero muchos puestos siguen cerrados y solo hay un puñado de clientes. En el exterior de algunos edificios hay sacos de arena apilados.
En muchas partes de Rusia esto parece una guerra virtual: un conflicto que se desarrolla entelevisión, lejos de casa. Pero en la región rusa de Belgorod la guerra parece muy real y muy cercana.
Raisa Alexandrovna, vendedora de dulces, ha perdido la sensación de seguridad.
"Nadie nos protege", me dice. "Cuando la gente vuelve a casa por la noche, no sabe si seguirá de una pieza por la mañana".
Todas las personas con las que hablo en el mercado me cuentan que viven atemorizadas por los bombardeos ucranianos. Pero omiten mencionar que fue su país el que invadió Ucrania.
Confirman que, hace un año, la vida aquí era tranquila y pacífica. Sin embargo, se niegan a vincular una cosa con la otra y culpar al Kremlin de lo que ha ocurrido.
"Teníamos que iniciar esta operación militar", insiste Raisa. "Es lo correcto. Pero deberíamos haber estado mejor preparados. Deberíamos haber reclutado gente en el ejército de inmediato. Muchos de nuestros jóvenes están muriendo. No quedará nadie para que nuestras mujeres se casen".
"¿Pero qué pasa con los ucranianos que han muerto a causa de la invasión rusa?", pregunto.
"Sí, han muerto personas de ambos bandos", responde Raisa. "Pero las mentes de los ucranianos han sido alteradas. Una nueva generación ha crecido allí odiando a los rusos. Tenemos que reeducarlos. Rehacerlos".
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Dentro de una cúpula
En la capital regional se ha erigido una gigantesca letra "Z" -símbolo de la operación militar rusa- a lo largo de una transitada autopista.
En los últimos meses también se han producido explosiones en la capital regional, la ciudad de Belgorod; como en el aeropuerto, un depósito de petróleo y un aparente ataque a una central eléctrica.
De repente, los residentes han tenido que pensar dónde protegerse. Varios refugios se han abierto en sótanos de edificios residenciales.
Las conversaciones aquí son similares a las del mercado, y la mayoría de la gente me dice: sí, la seguridad solo se convirtió en un problema después de la invasión, pero no, no culpan a la invasión en sí.
Es como si hubiera un bloqueo psicológico que impidiera a la gente relacionar el deterioro de la situación de seguridad con la decisión de su presidente.
Y si existe una especie de firewall (sistema informático para bloquear accesos no autorizados), este es alimentado por mensajes patrióticos.
Desde las vallas publicitarias de Belgorod se ven retratos de soldados rusos condecorados que han luchado en Ucrania. Las imágenes y los eslóganes animan al público a unirse en torno a la bandera.
"¡Gracias por sus actos heroicos!", reza un cartel.
"¡Por la madre patria!", muestra otro.
"¡Todo por el frente! ¡Todo por la victoria!".
"¡Cree en ti mismo, pero vive por Rusia!".
A los eslóganes de la calle se suma la propaganda de la televisión estatal rusa.
De la mañana a la noche, los informativos y los programas de entrevistas aseguran a los televidentes que Rusia tiene razón, que Ucrania y Occidente son los agresores y que en este conflicto está en juego el futuro mismo de Rusia.
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El mensaje funciona
En una tienda de tejidos de Belgorod, me pongo a charlar con el dueño. Cree claramente que, al criticar a Rusia, Occidente está tomando el pelo a todo el mundo.
"Occidente desempeña un papel negativo", me dice. "Es evidente que quiere destruir a Rusia. Ya lo hemos visto antes. Con Adolf Hitler".
Fuera de la tienda, Ksenya, una estudiante de derecho, coincide.
"Ucrania es una marioneta de Occidente", dice Ksenya, "y Occidente siempre ha querido destruir Rusia. Hitler quería apoderarse de nuestra tierra. ¿Y quién no? Tenemos un país tan enorme...".
No todo el mundo comparte esa opinión, pero pocos están dispuestos a admitirlo en público.
"No creo que pueda influir en la situación", apunta Iván, en otra parte de la calle. "Entiendo en qué país vivo y lo que han hecho las autoridades para impedir que la gente corriente exprese sus opiniones. Cualquier expresión de este tipo es peligrosa".
Las referencias a Hitler no son casuales. Se oyen continuamente en la televisión rusa.
Para encender el fervor patriótico e impulsar el apoyo público a la "operación militar especial", el Kremlin pinta la guerra en Ucrania con colores similares a los de la Segunda Guerra Mundial: con Rusia luchando contra el fascismo, batallando para defender la Madre Patria de invasores extranjeros.
La realidad es muy distinta: en 1941, la Alemania nazi invadió la Unión Soviética. En 2022, la Rusia de Vladimir Putin lanzó una invasión a gran escala de Ucrania.
"Los ucranianos son rusos. Simplemente lo han olvidado"
En un descampado a las afueras de Belgorod veo de primera mano cómo se están estableciendo vínculos con la Segunda Guerra Mundial.
Un grupo de hombres armados ha accedido a reunirse conmigo. Se autodenominan Smersh ("Muerte a los espías") en honor a una famosa unidad de contraespionaje creada por Stalin en la Segunda Guerra Mundial.
No revelarán sus rostros, ni sus nombres, pero hablarán brevemente de sus actividades.
"En este momento estamos entrenando una fuerza de defensa territorial para la región de Belgorod", explica uno de los hombres.
"Algunos de los que se están entrenando tienen experiencia en combates. Algunos son expolicías y exmilitares. Defenderán la región de Belgorod si se produce un ataque contra Rusia. En cuanto a nosotros, llevaremos a cabo cualquier tarea que nos encomiende el comandante en jefe, en cualquier ciudad, en cualquier parte del mundo".
Entre los hombres que están siendo entrenados se encuentra Evgeny Bakalo, un escritor y empresario local.
En Belgorod, Evgeny ha creado un grupo de apoyo a los ucranianos que han cruzado a Rusia huyendo de la guerra. La opinión de Bakalo sobre Ucrania coincide con las controvertidas opiniones del presidente Putin.
"Somos un solo pueblo", me dice. "Los ucranianos son rusos. Simplemente lo han olvidado".
Un año de guerra y la feroz resistencia ucraniana sugieren lo contrario: que ahora, más que en ningún otro momento de su historia postsoviética, el pueblo ucraniano valora su soberanía e independencia y está decidido a no verse forzado a volver a la órbita de Moscú.
"Gran Guerra Patria"
Mientras tanto, Moscú sigue presentando a los funcionarios ucranianos como neonazis y a los gobiernos occidentales como simpatizantes nazis: otra razón para las frecuentes referencias del Kremlin a la década de 1940.
Bajo la presidencia de Putin, la idea nacional se construye en torno a la Segunda Guerra Mundial, a la que la mayoría de los rusos se refieren como la "Gran Guerra Patria": tanto por la victoria de la Unión Soviética en esa guerra como por el enorme coste humano de esa victoria. Es un tema enormemente emotivo.
Olga, que dirige el coro de una iglesia en Belgorod, me dice que está "muy asustada" cuando bombardean la ciudad.
Cuando le sugiero que esto no estaría ocurriendo si no hubiera comenzado la "operación militar especial", su reacción inmediata es hacer referencia a la Segunda Guerra Mundial.
"Me remito a la Gran Guerra Patria", me dice Olga, "que fue una época de grandes sacrificios. Siempre se hacen sacrificios. Cuando nuestros hombres salen a luchar saben que pueden morir".
El marido de Olga no está en casa. Se ha presentado voluntario para luchar en la "operación militar especial". Ella acepta el relato oficial, la versión de los hechos que gran parte del mundo tacha de realidad alternativa del Kremlin.
"Rusia no provocó esta guerra", me dice Olga. "Un ruso estaría dispuesto a darte hasta lo que lleva puesto. Rusia no atacó a Ucrania. Los rusos son amantes de la paz y generosos".
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