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@Sasamendoz

Lo primero que hace el presidente interino Juan Guaidó al llegar a la sede de El Nacional es abalanzarse encima del enrejado del estacionamiento para saludar a la gente que no logró entrar a las instalaciones del diario.

El edificio está rodeado de personas que caminaron desde Los Cortijos, La California o El Cafetal para asistir a la juramentación de Voluntarios X Venezuela, organización creada para apoyar el ingreso de la ayuda humanitaria al país, prevista para el 23 de febrero.

Luego es recibido con puñitos, abrazos y saludos de mano de quienes están en la primera fila del público.

Guaidó no llega a la tarima por las escaleras: brinca ayudado por su equipo de seguridad.

Bajo un sol inclemente, el también presidente de la Asamblea Nacional ofreció un discurso en el que juramentó a los voluntarios, anunció concentraciones en todo el país para el 23 de febrero e insistió en la guía política que es la columna vertebral de su plan y que todos exclaman: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

“Mientras que Maduro usurpa funciones y cree que por ponerse una banda ya es presidente, mientras anda en una carrera armamentística y hace desfiles militares, nosotros estamos aquí diciéndole al mundo que nuestro movimiento es profundamente pacífico y también profundamente determinado. Y determinado no solo para que ingrese la ayuda humanitaria, sino para que cese la usurpación”, dijo Guaidó a poco de terminar su discurso.

Cientos de personas lo esperan al bajar de la tarima. Y se repite la escena: selfies, abrazos, saludos.

Cumplirá, ahora, con una agenda de entrevistas. No sin antes lavarse la cara y secarse el sudor. Pasado el mediodía, el trabajo apenas comienza.

—Uno de los temas a los que menos se ha referido es la libertad de expresión, más allá de la promesa de que volverá RCTV. ¿Qué tan importantes son para usted y para el período de transición los medios de comunicación?

—La libertad de expresión es uno de los derechos civiles de los ciudadanos que tienen que ver con el ejercicio de la democracia y la ciudadanía. Creo que es fundamental. Hemos hablado de RCTV como símbolo, pero sé muy bien la lucha de los medios, los centenares de radios que han cerrado, empleos que se han perdido, los impresos que se han perdido, como El Nacional, que ya hoy día lamentablemente no circula. Estamos en una dictadura que le tiene miedo al pensamiento crítico, a la libertad de expresión, a la verdad. La libertad de expresión es un elemento central para la recuperación de la democracia, del Estado de Derecho y de los contrapesos naturales para tener una democracia sana. En el oriente del país, de los ocho principales medios impresos queda solo uno y es semanal. Se repite en Aragua, Carabobo, Barquisimeto, en Los Andes. Las dictaduras odian la verdad, la libertad de expresión, los derechos civiles. Entonces creo que es un pilar fundamental de nuestra lucha. Lo dijimos hace mucho tiempo, las democracias no son solo elecciones. Tiene que ver con los contrapesos, instituciones fuertes, las ONG y, por supuesto, con la libertad de expresión.

—Uno de los mecanismos que ha utilizado el chavismo para acorralar a los medios de comunicación ha sido la asfixia económica. Varios, entre ellos El Nacional, han cerrado porque la Corporación Maneiro les negó las divisas para la compra de papel e insumos. ¿Usted cree que debería ser eliminada?

—La Corporación Maneiro es una especie de tribunal de inquisición para la prensa libre porque es donde centralizan la supuesta compra de papel. En un Estado de Derecho, con libre convertibilidad de la moneda, con una industria privada sana, con un sector empresarial fortalecido, con el respeto a la seguridad jurídica y a la Constitución, no es que debería desaparecer, sino que por la vía de los hechos ya no tendría ninguna función. Cualquier venezolano que tuviera la posibilidad de crear un medio impreso o revista, debería tener la posibilidad de ir a cualquier proveedor de papel, productor o importador y adquirir la divisa. Lo que hace la Corporación Maneiro es obviamente una abominación, no solo de cara a la prensa, sino a la seguridad jurídica, al libre comercio y a la propiedad privada. Eso solo tiene sentido en dictadura.

—También han sido bloqueados medios digitales a través del servicio de Internet de Cantv. ¿Cómo evitar en el gobierno de transición que este servicio esté monopolizado en una sola compañía?

—EI Internet hoy en el mundo es un derecho de tercera generación. Ya hay países que lo consideran un derecho fundamental. El acceso a Internet también es acceso a la información. Venezuela tiene la segunda navegación más lenta del planeta, y creo que la peor de Latinoamérica. Es un miedo al saber. Hoy poca gente tiene acceso a megas, que sería lo más inmediato porque los celulares son un elemento personal. La conectividad, el acceso a la información, de nuevo, tiene que ver hoy con libertad de expresión, pero también con el empoderamiento ciudadano. Porque mientras más acceso tengas a información, a conocimiento, más vas a poder desarrollarte.

—¿Para usted qué ha representado El Nacional en la lucha por la democracia?

—El Nacional es uno de los periódicos de mayor tradición en nuestro país. Admiro no solo su trabajo por la verdad, sino su resistencia. El asedio que han sufrido los medios de comunicación es casi sin precedentes. No es poca cosa ante los que tratan de ocultar la verdad, vender un mundo paralelo y de esconder la emergencia humanitaria, la migración, la crisis hospitalaria y de la educación.

—La gente está muy ansiosa para que haya una salida rápida a la crisis del país. Si esa salida tarda mucho, ¿no teme usted que el entusiasmo que hay hoy día se apague? ¿En cuánto tiempo vislumbra que habrá un cambio de gobierno?

—Ya ha tardado demasiado. Son 20 años. El desmontaje del Estado de Derecho fue progresivo. En algún momento dimos por sentada la democracia en Venezuela y la perdimos. No es solamente que puede tardarse, sino que ha tardado demasiado. Y depende de todos. Lo dijimos el mismo 5 de enero de este año: reconstruir la mayoría, y lo hemos logrado. Ejercer la mayoría, y lo estamos haciendo en las calles, en el Parlamento, desde la Presidencia encargada, a pesar de que vivimos en una dictadura. Esa angustia, esa ansiedad que sentimos todos, no tiene que ver sobre si tarda más o menos. Tiene que ver con la sensación de qué pasa si esta vez no. Porque nos ha pasado antes. Hemos cometido errores. Pero creo que el cambio es indetenible en Venezuela cuando vemos las demostraciones no solamente de movilización, sino de unión de todos los sectores, como los sindicatos, que por primera vez se reunieron todos en un mismo espacio. O cuando vemos las universidades, el voluntariado, a todo el país movilizado, a todos los partidos políticos juntos y trabajando, cuando vemos el Plan País, cuando hablamos de futuro. Tiene que ver con cada uno de nosotros. Ninguno de lo que estamos hoy en este proceso está dispuesto a entregar sus libertades y la democracia. Esto es irreversible.

—¿Habrá nuevo gobierno en carnavales?

—Esperemos que sea lo más pronto posible. Me habría encantado vivir siempre en democracia. Nadie elige vivir en dictadura. Así que si debemos invertir los carnavales en protestar, seguramente lo haremos. Esperemos que pronto vivamos un carnaval con la alegría de antes. Y con agua, por cierto (se ríe).

—En su discurso de hoy dijo dos cosas importantes: “La ayuda humanitaria va a entrar sí o sí” y “Maduro ya está derrotado”. También hizo un nuevo llamado a la Fuerza Armada. ¿Todavía espera que reaccione?

—La Fuerza Armada tiene un rol en el desarrollo del país, no solo en que permita el ingreso de la ayuda humanitaria, sino en recuperar a Venezuela. Vamos a contar con la Fuerza Armada, sin duda. El primer proceso para poder establecer una relación de confianza con algún grupo es hablar. Estoy seguro de que hay que hablarles primero para establecer confianza. Porque hay mucha persecución. Ahí están los sargentos que manifestaron descontento desde Cotiza, los 170 oficiales del año pasado, el general de división de la Aviación que renunció, los delegados militares de embajadas y consulados. Yo creo que 80% u 85% del seno de la Fuerza Armada, como 90% del país, están desesperados por el cambio.

—Otro tema que ha sido controversial es el de la intervención militar. ¿Está o no está de acuerdo con una intervención?

—Lo que pasa es que esa pregunta se ha vuelto polémica porque el régimen de Maduro ha tratado de hacerlo ver como si nosotros estuviésemos promoviendo una opción u otra. Uno, eso minimiza la acción social organizativa y política del pueblo de Venezuela, que ha sido contundente y poderosa. Han querido hacer ver que esto es un proceso dirigido desde otro sitio. Esa opción evidentemente nadie la quiere por tener un costo social elevado. Pero nosotros hemos dicho que vamos a utilizar cualquier opción, cualquiera, que tenga menos costo social, que genere gobernabilidad y estabilidad al país, que nos permita atender rápidamente la ayuda o la emergencia humanitaria y, por supuesto, que nos permita realizar pronto unas elecciones libres.

—¿Teme usted una guerra civil?

—Yo quisiera saber quién hoy está dispuesto a inmolarse por Maduro. Esa opción de guerra civil, de personas que digan “vamos, compañeros, vamos a ir a defender al usurpador, que tiene un gran plan para Venezuela”, lo creen, tal vez algunos países del mundo, alguna izquierda con poca información de lo que pasa en Venezuela. Yo entiendo que los que creen en esa opción no saben ni quién es Maduro.

—¿Qué significan para usted los días 23 y 24 de febrero?

—Una gran oportunidad para atender la emergencia, para que la Fuerza Armada se ponga del lado de Venezuela. Para que el mismo PSUV diga que este señor no tiene opción de conducir el país. ¿Quiénes están perdiendo hoy en el país? Todos los venezolanos, y mucho. Pero si alguien está perdiendo más hoy todos los días capital político es el PSUV. Si me preguntas quién es el principal interesado de que salga hoy el usurpador, pues debería ser el PSUV. Hasta el PSUV pudiera pensar en futuro. Pues tendrían que tener claro que con Maduro no tienen futuro político.

—¿Espera que Rusia y China en algún momento cambien su posición y le brinden apoyo? ¿Ha mantenido conversaciones con los gobiernos de esos países?  

—Rusia y China también, como nosotros, tienen intereses en Venezuela porque cuentan con grandes inversiones aquí. Ellos tienen muy claro que con Maduro en el poder, usurpando funciones, no hay capacidad de recuperación de sus inversiones. No van a levantar la producción petrolera, no hay capacidad de atender 90% de las inversiones de China en Venezuela, que están todas destruidas y sin finalizar. Si alguien tiene hoy claro el panorama, son Rusia y China. Incluso para esos países la mejor opción es la del futuro.

—¿Ha tenido conversaciones con ellos?

—Hemos tenido conversaciones con todos los países del mundo que están dispuestos a hablar del cese de la usurpación, el gobierno de transición y, por supuesto, de elecciones libres.

—¿Qué aporte puede tener en este momento el concierto en la frontera organizado por Richard Branson? ¿Usted va a estar allí?

—Millones de beneficios. No solo millones de dólares para invertirlos en la ayuda humanitaria, que ya es un logro. Lo segundo es que tendremos la oportunidad de que, a pesar de la censura, podremos llevar la voz no solamente a toda Venezuela, que ya está muy clara, sino a todo el mundo, a todo el planeta. Cuando tienes la confabulación de las personas más influyentes del mundo para visibilizar nuestra crisis y aportar a la libertad de Venezuela, eso de por sí ya es ganancia. Además, el concierto lo vamos a hacer el 22 de febrero, un día antes de que ingrese la ayuda humanitaria. Quiero agradecer a Richard Branson, un filántropo mundial, por el respaldo y a todos los artistas que se suman a esta noble causa.

—¿Va a estar en el concierto?

—Vamos a estar haciendo lo mejor posible para conducir el proceso de que ingrese la ayuda humanitaria.

—¿Cómo garantizará la transparencia del dinero y los insumos que se reciben para la ayuda humanitaria?

—La garantía es que llegue a los más vulnerables. Desde el primer momento en que organizamos la ayuda humanitaria, hemos buscado los contrapesos naturales: las ONG, las fundaciones, la Iglesia. Son los canales con los que tenemos más disposición. Hoy continúa secuestrada la burocracia por el régimen de Maduro, lo que eleva el costo de la crisis todos los días. Así que para garantizar que la ayuda llegue adonde debe, nos hemos aliado con gente que tiene años de experiencia.

—¿Está planteada una contraloría?

—Vamos a trabajar no solo en una contraloría, sino en un elemento público para que la gente misma pueda revisar cuánto se donó, cuánto se recibió, en qué se invirtió, adónde llegó. Todo muy transparente. Estamos en proceso, además, de la creación de una contraloría sana para el país.

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