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Charlottesville.— Charlottesville despertó ayer 365 días después de la trágica marcha supremacista blanca que cambió para siempre esa ciudad, que no ha olvidado el ataque y sigue con la lucha contra el racismo y los movimientos neonazis.
El centro neurálgico de la actividad estuvo situado ayer en una de las esquinas de la calle Cuarta del sureste de la ubre, en Virginia, el lugar exacto donde Heather Heyer, de 32 años, fue embestida brutalmente por un joven neonazi que condujo su vehículo a alta velocidad hacia una concentración antirracista.
Varios centenares de personas acudieron a ese punto, adornado con flores, fotografías, mensajes y cartas de recuerdo a Heyer y custodiado fuertemente este fin de semana por las autoridades locales ante posibles riesgos de grupos racistas.
La visita más esperada fue la de Susan Bro, madre de Heyer, quien asistió al lugar con un ramo de flores que depositó en el memorial justo a las 13:42 hora local, tiempo exacto en que el vehículo impactó a su hija, causándole la muerte.
“Gracias a todos por venir a recordar a mi hija, pero esto no sólo tiene que ver con Heather, hubo muchas personas heridas que aún están recuperándose”, dijo emocionada.
“Tenemos un problema enorme de racismo en esta ciudad y en este país y tenemos que arreglarlo”, exclamó la madre, ahora también activista y fundadora de la Fundación Heather Heyer, que brinda becas a jóvenes activistas y les apoya en su carrera.
Bro recordó que “muchas madres pierden a sus hijos cada día” y no reciben atención.