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Madrid.— Los españoles Marcos y Alberto integran una pareja homosexual desde 2005. Luego de asentar su relación, barajaron la idea de tener un hijo y hace tres años decidieron apostar por la gestación subrogada para cumplir su deseo. Finalmente eligieron México para llevar a cabo el proceso, concretamente el estado de Tabasco.
El fruto de la decisión de Marcos y Alberto se llama Gonzalo, un niño que nació en tierras mexicanas y que se mantiene en contacto a través de videollamadas con su madre gestante, la tabasqueña Milagros, a quien llaman Mili. “Exploramos otras formas de acceso a la paternidad, particularmente la adopción. En 2015 decidimos emprender la aventura, pero no había países con los que España tuviera convenios que permitieran adoptar a una pareja homosexual”, dice Marcos a EL UNIVERSAL.
“Entre las opciones a las que podíamos recurrir como homosexuales, México no nos ponía ninguna dificultad y nos ofrecía un equilibrio, porque cuenta con una sanidad pública, lo que economiza el proceso. Además no existía la barrera del idioma, lo que nos permitía tener una relación más fluida con la gestante y controlar las garantías del proceso”, agrega Marcos, abogado de profesión.
Los especialistas aseguran que es muy positivo que los niños que nacen por gestación subrogada puedan conocer su historia, además de mantener el contacto con la madre biológica si el menor así lo decide. Marcos y Alberto están dispuestos a seguir esta recomendación al pie de la letra.
“Gonzalo al día de hoy, con la capacidad que tiene, sabe que nació en México y que nació de la barriguita de Milagros. Habla frecuentemente con ella a través de videollamadas. Tiene dos papás y Mili es su gestante, eso lo tiene totalmente normalizado”, refiere la pareja española antes de explicar que el niño, con motivo del día de la Madre, ha preparado un regalo para su gestante.
No todo el proceso transcurrió de manera apacible. Marcos y Alberto recuerdan con angustia el momento en que les avisaron de que los acontecimientos se habían precipitado. Tomaron urgentemente un avión y viajaron a México para seguir de cerca las incidencias de lo que se presentaba como un parto prematuro. Los padres hicieron guardia permanente en el hospital. El niño nació en septiembre de 2016, por cesárea.
Marcos y Alberto aclaran que no tienen inconvenientes para repartirse las tareas de cuidado infantil y se organizan en función de la disponibilidad de cada uno. “En nuestro caso es una corresponsabilidad, sin roles ni estereotipos. No nos hizo falta ninguna asesoría, esto es instintivo, hemos ido aprendiendo sobre la marcha”, apuntan, aunque reconocen que el primer año estuvieron más centrados en Gonzalo, porque había que descartar las secuelas que podían aflorar en él como bebé prematuro. Alberto fue quien contribuyó a la fecundación, pero ese hecho no marca ninguna diferencia.
“No me siento menos padre que Alberto por no haber aportado la semillita. En casa, Gonzalo hay cosas que quiere con un papá y cosas que quiere con el otro. La paternidad no la dictan los genes. En las parejas homosexuales uno de los dos tiene que elegir. Y eso se hace por amor”, señala Marcos.
La pareja está convencida de que Gonzalo no va a ser discriminado por tener dos papás, pero les preocupa el discurso de odio que se está generando en España en materia de gestación sub- rogada, un proceso que no se halla regulado en el país ibérico y al que se opone el gobierno socialista. Pese a las trabas, los padres sí pueden inscribir en el registro español a los bebés que son concebidos por mujeres contratadas en el extranjero. El costo de una gestación subrogada como la emprendida por Marcos y Alberto puede ascender a 80 mil dólares, tramitada por una agencia internacional. “No somos ricos, renunciamos a otras cosas para poder ser padres. Vivimos en un piso de alquiler y estábamos ya endeudados”.
La pareja viajará en agosto a México, a Cancún y Villahermosa, donde pasarán unos días para que Gonzalo conviva unos días con su madre biológica.