La naturaleza a menudo nos toma por sorpresa. Su poder se subestima con demasiada frecuencia, con consecuencias catastróficas.
Así sucedió con el desastre de Chamoli en febrero, cuando el flanco de una montaña del Himalaya se desprendió y cayó al valle que estaba debajo.
La avalancha se cobró más de 200 vidas y destruyó infraestructura hidroeléctrica por un valor de cientos de millones de dólares.
Es posible que vieras algunas de las imágenes que se captaron en aquel momento y que muestran la espantosa pared de lodo corriendo cuesta abajo, barriendo todo a su paso.
Un grupo internacional de más de 50 investigadores ha publicado ahora una evaluación detallada de lo sucedido. Se basa en múltiples fuentes de datos, desde imágenes de satélite hasta observaciones de campo.
El desastre se inició cerca de la cima del pico Ronti, de 6 km de altura, en el distrito de Chamoli, en Uttarakhand, estado del norte de India.
Una cuña de roca cubierta por un glaciar de más de 500 metros de ancho y 180 de espesor se desprendió de repente.
El equipo calcula que así empezó el descenso de casi 27 millones de metros cúbicos de material.
Para poner este volumen en contexto, es aproximadamente 10 veces el de la Gran Pirámide de Giza en Egipto.
Cuando la masa golpeó el fondo del valle de Ronti Gad, liberó una energía equivalente a 15 bombas atómicas de Hiroshima.
"La proporción de roca y hielo era de aproximadamente de 80% y 20%. Esa proporción, combinada con la increíble altura de caída de casi 2 km, fue capaz de generar suficiente calor, a través de la fricción de la roca en desintegración, para derretir casi por completo el hielo y convertirlo en agua", explicó el líder del equipo, el doctor Dan Shugar, de la Universidad de Calgary, Canadá.
"Esto fue fundamental para transformar lo que de otro modo habría sido una avalancha de rocas normal en algo hipermóvil y capaz de viajar decenas de kilómetros a elevaciones más bajas", dijo a BBC News.
Al impactar, el material caído despidió inmediatamente grandes rocas, de unos 10 metros de ancho, a las laderas de alrededor. La ráfaga de aire arrasó 20 hectáreas de bosque cercano.
En otros casos se habría esperado que gran parte de la masa pulverizada permaneciera en su lugar. Pero no fue así. Con la consistencia de una mezcla de concreto, descendió aún más.
Cuando el flujo de escombros atravesó la planta hidroeléctrica de Rishiganga, ubicada a 15 km de distancia, cerca del pueblo de Raini, la velocidad frontal era de 25 m/s. Eso es 90 km/h, la velocidad de un automóvil que avanza rápido.
Incluso 10 km más adelante, en la central hidroeléctrica de Tapovan, el flujo todavía se movía a 16 m/s.
Casi todos los que murieron, 204 en total, estaban trabajando o visitando las plantas de energía. No recibieron ninguna advertencia de lo que se les avecinaba.
En ese momento, se especuló que gran parte del agua en el flujo podría haber venido de un lago glacial.
En el Himalaya se forman grandes masas de agua de deshielo frente a los glaciares que, en ocasiones, pueden estallar y causar una inundación repentina.
Las investigaciones del equipo lo descartan definitivamente. No se pudo identificar ninguna fuente de agua.
La otra gran pregunta en febrero fue si el cambio climático pudo haber jugado un papel en el desastre.
Eso es complicado. El equipo concluye que no se puede atribuir un evento al calentamiento global, pero señalan que la frecuencia de caída de rocas en el Himalaya aumenta a medida que aumentan las temperaturas.
"La contracción de los glaciares descubre y desestabiliza los flancos de las montañas y altera fuertemente los regímenes hidrológicos y térmicos de la roca subyacente", escriben los investigadores en su informe para la revista Science.
El coautor, el profesor Jeffrey Kargel del Planetary Science Institute en Arizona, EU, le dijo a BBC News: "Identificar un detonante específico es muy difícil".
"Lo que sí sabemos es que esta cuña gigante de roca que finalmente se derrumbó había comenzando a deslizarse los cuatro años anteriores. Imágenes de satélite (archivo) mostraron que se había deslizado varias decenas de metros. Desafortunadamente, ningún humano se había dado cuenta de esto".
La pregunta ahora es qué significa todo esto para las personas que viven y trabajan en las altas montañas de Uttarakhand.
Kavita Upadhyay, experta en políticas hídricas y periodista de India que ha escrito sobre el medio ambiente y la energía hidroeléctrica en la región, dice que se debe pensar más antes de construir grandes proyectos de infraestructura en lo que es una región muy dinámica, propensa no solo a los deslizamientos de tierra, sino también a las inundaciones y los terremotos.
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"Esta no es la primera vez que se dañan estas plantas de energía", dijo.
"Fueron dañadas en las inundaciones de 2012, 2013, 2016. Por lo tanto, hay que preguntarse sobre cómo poner esta infraestructura en una zona tan frágil. Se puede decir que no debería haber desarrollo, pero los gobiernos no van a escuchar eso".
"Están proporcionando puestos de trabajo, y para los gobiernos, la energía hidroeléctrica también se trata de alejarse de los combustibles fósiles. Pero si buscamos soluciones prácticas, al menos tengamos sistemas de alerta temprana", añadió.
Es lo que repite el experto en deslizamientos de tierra y coautor, el profesor Dave Petley, de la Universidad de Sheffield, Reino Unido.
"El desastre de Chamoli pone de relieve que estamos subestimando la amenaza a la muy costosa infraestructura que se está construyendo en zonas de alta montaña", dijo.
"La amenaza es mayor que la prevista incluso en condiciones estables. Con el cambio climático ese problema es mucho peor", señaló.
"Necesitamos evaluar mejor estas amenazas o veremos altos niveles de costos humanos, económicos, sociales y ambientales asociados con estos proyectos", le dijo a la BBC.
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