El estado de Alabama repudió al republicano Roy Moore —ex juez acusado de acoso sexual a menores— y entregó su asiento en el Senado de Estados Unidos al demócrata Doug Jones , en un resultado electoral histórico que golpea a los ultraconservadores y al propio presidente Donald Trump .

Las elecciones para la vacante en el Senado por Alabama se habían convertido en un plebiscito federal y la tensión se mantuvo hasta el último momento.

Al final saltó la sorpresa y Alabama propinó un golpe terrible a la Casa Blanca, impulsado por los aires de cambio liderados por la oleada social que desprecia tanto la radicalidad del presidente como los casos de abuso sexual contra las mujeres.

Jones, ex fiscal de 63 años, se convirtió ayer en el primer demócrata en ganar una elección para el Senado en Alabama en más de 20 años.

“Hemos demostrado al país el camino que nos puede unir”, exclamó Jones, eufórico en un día que calificó de “histórico” para una campaña centrada en la “dignidad y el respeto” y que ha demostrado, en su opinión y parafraseando a Martin Luther King, que la moral siempre consigue justicia.

La victoria de Jones no se entendería sin las revelaciones del diario The Washington Post, que destaparon el historial pedófilo de Moore hace 40 años, cuando molestaba y acosaba adolescentes en su ciudad natal. En pleno movimiento social contra el abuso sexual en EU, la duda moral contra Moore fue fundamental para que los republicanos le dieran la espalda, ya fuera absteniéndose o apuntando otro nombre en una papeleta en blanco.

Las informaciones del Post se apilaron a la figura de un candidato extremo, ultraconservador y fanático religioso, representante del populismo de la derecha alternativa que apoyó a Trump. La estrategia no funcionó esta vez, ni siquiera en un estado tan profundamente conservador como lo es Alabama.

En un gesto inesperado, el presidente felicitó a Jones por una “bien peleada victoria”, si bien culpó de la derrota de su protegido a los votos en blanco o por otro candidato no republicano. Al final la diferencia fue de unos 10 mil votos.

Moore, por su parte, se negó a conceder la derrota, e insinuó que podría pedir un recuento. “Esto no ha terminado”, dijo a sus seguidores.

Jones comandó una campaña perfecta, centrada en el ámbito estatal y dejando que la figura de Moore se desintegrara con la presión nacional. Consiguió movilizar a su electorado a niveles históricos, comparables a los de la primera época de Barack Obama. La comunidad afroestadounidense fue fundamental: 96% apoyó al demócrata.

El resultado es un serio aviso para Trump, que ve cómo un estado que el que el año pasado ganó por 27.7 puntos de diferencia, ahora le da la espalda por segunda vez —ya antes había defenestrado a su candidato en las elecciones primarias del partido—.

La llegada del demócrata al Senado se espera para los primeros días de enero y cuando jure su cargo dejará la mayoría republicana en la Cámara Alta en una diferencia pírrica, 51 contra 49, lo que hará todavía más difícil a los conservadores llevar a cabo alguna de las propuestas legislativas del presidente.

Sin embargo, en las filas conservadoras moderadas del Senado respiran aliviados: nunca estuvieron dispuestos a lidiar con un personaje como Moore y la derrota del ex juez les da aire fresco para volver a moderar su mensaje e intentar hacer ver al mandatario que su retórica y su figura tiene que evolucionar ante una base republicana que empieza a no aceptar todo lo que le llega desde la Casa Blanca de Trump.

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