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Washington/Bruselas.— Aun sin tener certeza sobre la calidad y eficacia de las posibles vacunas contra el Covid-19, los países buscan contratos para intentar conseguir acceso a éstas, en momentos en los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió ayer que los efectos de la enfermedad se harán sentir durante las próximas décadas.
“Mientras el desarrollo de las dosis avanza en tiempo récord, debemos aprender a vivir con este virus y luchar con las armas de las que disponemos”, afirmó el director de la institución, Tedros Adhanom.
Las farmacéuticas francesa Sanofi y británica GSK anunciaron ayer un contrato con Estados Unidos por más de 2 mil millones de dólares para el desarrollo del antídoto.
Horas después, la Comisión Europea (CE) informó que reservaba 300 millones de dosis de un futuro remedio, que podría estar listo en 2021. La presidenta de ese organismo, Ursula von der Leyen, señaló: “Invertimos en una cartera diversificada de vacunas prometedoras basadas en varios tipos de tecnologías. Esto aumenta nuestras opciones de obtener rápidamente un remedio efectivo contra el coronavirus”.
Ambas empresas recibirán hasta 2 mil 100 millones de dólares —mil 772 millones de euros— de la Casa Blanca a cambio del suministro inicial de 100 millones de dosis. El laboratorio francés precisó que Wa- shington dispone de una opción para el suministro de 500 millones de dosis suplementarias a largo plazo.
Sanofi y GSK anunciaron este miércoles un acuerdo de 60 millones de dosis con Reino Unido.
El laboratorio francés anticipa lanzar su ensayo clínico de fases 1 y 2 en septiembre próximo, antes del estudio de la etapa 3, la última, de aquí a fines de año, para una aprobación que podría darse en el primer semestre de 2021. Estos ensayos a gran escala de la fase final incluirán a México.
Estategias similares se multiplican en todo el mundo, porque en la lucha contra la pandemia los laboratorios deben acelerar las etapas de desarrollo de un antídoto y preparar sus unidades de producción sin conocer los resultados de los ensayos clínicos; es decir, sin saber si éste verá la luz algún día.
Firmar acuerdos con los Estados les permite compartir los riesgos, mientras que los gobiernos tienen garantizado un suministro de vacunas si los análisis tienen éxito.
Esta competencia levanta polémica, porque cuestiona el acceso al medicamento de los países en vía de desarrollo, y alimenta los temores a que sean suministrados de último.
A mediados de julio, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución que señala que cualquier antídoto contra el Covid-19 debe ser considerado “un bien público mundial” e insistió en la necesidad de un “acceso rápido, justo y sin trabas a medicamentos, vacunas, diagnósticos, así como terapias seguros, asequibles, eficaces y de calidad”.
En este contexto, el principal epidemiólogo de EU, Anthony Fauci, espera que China y Rusia “estén probando” las vacunas contra el virus que desarrollan “antes de administrarla a alguien”.