San José.— Mujeres y hombres con raíces palestinas, israelíes, libanesas, egipcias, sauditas, sirias, iraníes, turcas, marroquíes, libias, tunecinas, argelinas, jordanas, iraquíes, kuwaitíes, qataríes, yemenitas o emiratíes comparten en paz en las calles de América Latina y el Caribe y compiten por las más distintas actividades comerciales, industriales, financieras, turísticas, culturales y sociales.

De ambos sexos, son joyeros, banqueros, sastres, zapateros, restauranteros, vendedores de ropa, textileros, muebleros, artesanos y de múltiples giros empresariales: es la verdad cotidiana hemisférica.

Ante la nueva guerra que estalló el sábado anterior entre Israel y Hamas, fuerza paramilitar palestina acusada de terrorista y que se declara nacionalista e islamista, la realidad emergió inconfundible para la investigadora brasileña Karime Cheaito, maestra en Estudios Estratégicos de la (estatal) Universidad Federal Fluminense, científica social de la Universidad Estatal Paulista, ambas de Brasil, y experta en grupos armados de Medio Oriente.

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“Los países de América Latina y el Caribe tienen una comunidad árabe importante, que apoya a Palestina, y una comunidad también importante de judíos sionistas, que apoyan a Israel. Sin embargo, el posicionamiento de las poblaciones no se corresponde necesariamente con el posicionamiento de los gobiernos”, explicó Cheaito a EL UNIVERSAL.

Al identificar un “posicionamiento simbólico” regional sobre la guerra en Palestina e Israel, sugirió que “quizás” Brasil, que ejerce como presidente del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), “pueda soportar un peso mayor (porque) está involucrado en las discusiones”.

“La cuestión palestina estuvo presente, en diferentes grados, dentro de los movimientos de izquierda latinoamericanos”, recordó.

“El problema” con Hamas “es más complejo” e “histórico”, porque “no cuenta con el apoyo consensuado de los palestinos y en Gaza, concretamente, pero representa hoy la principal resistencia a Israel, además de la asistencia que proporciona a los palestinos en Gaza”, planteó.

La guerra volvió a exhibir las divisiones en América Latina y el Caribe acerca del conflicto palestino-israelí, con posturas cruzadas: Israel acudió al terrorismo y Hamas se defendió o Hamas lanzó ataques terroristas e Israel se protegió.

El sábado pasado en su cuenta de X (antes Twitter), el presidente de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, defendió “el derecho de los dos pueblos (israelí y palestino) a existir libres” y publicó 64 fotografías de lo que describió como “niños palestinos asesinados por la ocupación ilegal de su territorio” por parte de Israel.

Petro evitó marcar diferencia entre los palestinos y Hamas o Movimiento de Resistencia Islámica creado en 1987 para crear un estado islámico en la región de Palestina que, con Jerusalén como capital, incluiría los actuales territorios de Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza y la eliminación del estado israelí, creado en 1948.

“Ningún demócrata en el mundo puede aceptar que Gaza sea convertida en un campo de concentración. Los campos de concentración son prohibidos por el derecho internacional y quienes los desarrollen se transforman en criminales de lesa humanidad”, adujo Petro anteayer en X. Petro fue severamente cuestionado por apoyar la causa palestina y sin repudiar a Hamas por el terror, los asesinatos y la toma de rehenes civiles en su actual ofensiva bélica.

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La (no estatal) Confederación de Comunidades Judías de Colombia acusó el domingo que “las recurrentes declaraciones” de Petro parecieran justificar a “Hamas, sus crímenes de guerra y de lesa humanidad” y rechazó “la obstinación” del mandatario “en negarse a condenar abiertamente y sin subterfugios la salvaje agresión” de esa organización a Israel.

Petro comparó a Gaza con el campo de concentración que los nazis operaron en Auschwitz, Polonia, para el exterminio mayoritariamente de judíos en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Cuba, que en 1973 rompió lazos diplomáticos con Israel, aseveró el domingo que “la diaria usurpación israelí de los territorios palestinos desencadenó una reacción armada que ahora les sirve a los sionistas para tratar de borrar del mapa a Palestina”.

Tras pedir reconocer ambos estados, el periódico Granma, órgano oficial del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC), publicó que “la reacción palestina ante la indiferencia internacional y los crímenes que comete Israel todos los días contra su población, debe constituir una alerta para que, de una vez y por todas, se detenga este genocidio”.

El izquierdista expresidente boliviano Evo Morales (2006-2019) ratificó el sábado su apoyo a Hamas y anunció que “condenamos las acciones imperialistas y coloniales del gobierno sionista israelí”.

Sin referirse a los actos terroristas de Hamas que desataron la actual guerra, reafirmó la distancia con su excorreligionario, el izquierdista presidente de Bolivia, Luis Arce, y fustigó a la cancillería de su país por un comunicado que emitió sobre los hechos en Gaza en el que eludió condenar a Israel.

En el otro extremo ideológico, el presidente de El Salvador, el derechista Nayib Bukele, argumentó el domingo en X que “como salvadoreño con ascendencia palestina, estoy seguro de que lo mejor que le podría pasar al pueblo palestino es que Hamas desaparezca por completo”.

“Esas bestias salvajes no representan a los palestinos. Cualquiera que apoye la causa palestina cometería un gran error al ponerse del lado de esos criminales”, advirtió Bukele, en un reclamo sin citar a Petro con el que agudizó sus frecuentes roces políticos con el gobernante colombiano.

Costa Rica condenó el sábado “de la manera más enérgica los atroces y deplorables ataques terroristas” de Hamas a Israel. Costa Rica se afianzó como viejo e incondicional socio de Tel Aviv y, al igual que las restantes naciones latinoamericanas y caribeñas, alberga a numerosas comunidades judías, árabes y de otros orígenes que conviven en paz en sus calles en una competencia económica diaria.

El presidente venezolano Nicolás Maduro exigió el lunes “que se inicien inmediatas negociaciones de paz para restablecer los derechos históricos a la independencia, al territorio, a la paz del pueblo palestino. Abogo por el pueblo de Palestina, abogo por la paz”, enunció, al calificar a Jesucristo como el “primer antiimperialista”.


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