Washington. Pocas veces un estado vive una segunda vuelta de unas elecciones para dos asientos en el Senado de Estados Unidos, un hecho extraordinario de por sí pero que se ha producido en Georgia con el añadido de que está en juego el control de la Cámara Alta y, con ello, cuán suave o complejo será el aterrizaje de Joe Biden en la Casa Blanca y sus primeros años como presidente de Estados Unidos.

Las dos vacantes que quedan por rellenar del Senado de Washington decidirán qué partido tendrá el control de la cámara. Los demócratas necesitan ganar las dos contiendas para poder conseguirlo: cualquier otra variable dará a los republicanos la mayoría y, con ello, ser una espina clavada constantemente en el costado del próximo presidente del país.

Por eso todos los ojos fueron hacia Georgia, convertida ya en la campaña senatorial donde más dinero se ha invertido: más de 830 millones de dólares. Por un lado los republicanos David Perdue y Kelly Loeffler; del otro, los demócratas Jon Ossoff y Raphael Warnock. El análisis de encuestas de FiveThirtyEight daba a Ossoff una ventaja de 1.8 puntos sobre Perdue; la ventaja de Warnock sobre Loeffler era de 2.1 puntos. Sin embargo, la media de sondeos de RealClearPolitics daba solo medio punto de ventaja a ambos demócratas.

De las dos contiendas,  en una medios declararon ganador al reverendo demócrata Raphael Warnock, quien derrotó a la republicana Kelly Loeffler.

No hubo grandes problemas en la votación, y se esperaba una alta participación -aunque un poco menor que hace un par de meses, por el hecho de no estar ligada a una presidencial y ser una segunda vuelta. Sin embargo, hubo más de 3.1 millones de votos anticipados.

Se preveía un recuento de votos lento, aunque más rápido que en noviembre; los funcionarios del estado advirtieron que los resultados no se sabrán hasta un día o dos tras el cierre de las casillas de votación.

Los demócratas confiaban en un resultado histórico, en poner un senador demócrata por primera vez en décadas. “Me siento muy optimista”, dijo el presidente electo Joe Biden, confiando en las opciones de los dos candidatos de su partido. Los republicanos, por su parte, esperaban una alta participación, especialmente en la parte más rural del estado, para mantener el color rojo en el territorio.

Que todos los ojos del país estuvieran centrados en Georgia convirtió esta elección regional en un evento nacional, afectado por todo lo que pasa en el resto de EU. Y, evidentemente, afectado por todo lo que rodea al presidente Donald Trump, los últimos coletazos por intentar revertir su derrota electoral y sus falsos reclamos de fraude electoral y desconfianza en el sistema.

Unas declaraciones que han hecho mella: cerca del 90% de los demócratas creen que las presidenciales fueron justas, mientras que menos del 20% de los republicanos creyeron lo mismo. Como no podía ser de otra forma, la pandemia de coronavirus fue el principal tema de preocupación de los votantes, según sondeos a pie de urna.

Una de las mayores dudas era sobre si y cómo podría afectar la infame llamada de Trump al secretario de estado de Georgia, Brad Raffensperger, exigiéndole que “encuentre” votos para revertir los resultados presidenciales de noviembre. “Nunca hemos tenido elecciones más seguras e íntegras”, prometía Raffensperfger, republicano, a pocas horas de cerrar las casillas electorales.

Ya fuera por la certeza de que no habría resultado ayer por la noche o por precauciones por el coronavirus, ninguno de los candidatos había programado una fiesta de celebración. De hecho uno de ellos, Perdue, tuvo que esperar resultados haciendo cuarentena, después de estar en contacto con un positivo por Covid.

Google News

Más Información

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses