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En la calurosa mañana, en el vecindario de Longfellow, en Minneapolis, un hombre de 28 años llamado Nuwman está parado fuera del Tercer Recinto del Departamento de Policía de la ciudad bebiendo un gran café mientras el humo todavía sale de las ruinas humeantes de los edificios cercanos.
Era el tercer día consecutivo de protestas por la muerte de George Floyd, de 46 años, después de que un oficial de policía blanco llamado Derek Chauvin se arrodillara en su cuello durante 8 minutos y 46 segundos.
En el lugar, al que habían acudido porque habían denunciado a Floyd por supuestamente intentar usar un billete falso, junto a Chauvin actuaron al menos otros tres agentes.
Floyd rogó por su vida antes de caer inconsciente a la vista de los testigos y la cámara de un teléfono celular. Se lo llevó una ambulancia y fue declarado muerto en el hospital.
- La oleada de protestas por la muerte del afroestadounidense George Floyd en custodia policial que llevó a la quema de una comisaría
- Quién era George Floyd, el afroestadounidense muerto bajo custodia policial en Minneapolis (y qué se sabe del agente involucrado en el incidente)
"Esto es resultado de lo que pasa todos los días. Todos los días que estos policías han hecho cumplir su protocolo han llevado a esta situación", dice Nuwman, mientras su voz se eleva con emoción por el ruido de los manifestantes y las sirenas.
"Este no es solo un momento singular. Es un cataclismo. Una combinación de todas las cosas que sucedieron antes".
La misma noche del día en que conversamos, los manifestantes irrumpieron en la comisaría y obligaron a los policías a escapar por el estacionamiento trasero.
Sin embargo, esta no es la primera vez que la brutalidad policial contra un afroestadounidense se reporta en la región.
En 2016, Philando Castile murió por los disparos de un oficial de policía en un vecindario a solo 15 minutos del actual epicentro de la protesta.
En 2017, un oficial de Minneapolis fue acusado de la muerte a tiros de Justine Damond después de que la mujer llamara para denunciar un posible asalto sexual.
En 2015, estallaron protestas por la muerte a tiros de Jamar Clark, un hombre de 24 años que estaba siendo perseguido por oficiales de Minneapolis.
Las tres muertes provocaron movimientos de protesta y arrojaron resultados mixtos en términos de enjuiciamiento de los presuntos responsables.
Yanez, el exoficial que disparó a Castile, fue juzgado y absuelto. Mohamed Noor, el exagente tras el caso de Damond, fue sentenciado a 12,5 años. No se presentaron cargos en el caso de Clark.
Para algunos, la muerte de Floyd fue la continuación de esas historias.
Algunas de las últimas noticias
- Las protestas continuaron en varias importantes ciudades de EE.UU. este viernes, por cuarto día consecutivo.
- El Servicio Secreto de EE.UU. cerró de emergencia los accesos a la Casa Blanca ante la cercanía de centenares de manifestantes en Washington.
- La gobernación de Minneapolis declaró un toque de queda durante la noche del viernes y anunció el despliegue de la Guardia Nacional.
- Tras ser apresado, Chauvin enfrentará los mismos cargos que se presentaron contra Mohamed Noor, el otro expolicía de Minneapolis que fue condenado el año pasado.
- Tras la polémica de Trump con Twitter (que ocultó un mensaje del presidente por considerar que incitaba a la violencia) el creador de Facebook, Mark Zuckerberg anunció que su red social no tomó igual medida porque consideró que no violaba las normas de la plataforma.
La "paradoja de Minnesota"
Minneapolis, si bien es una ciudad próspera que celebra las políticas y los políticos liberales, ha luchado durante años con la desigualdad socioeconómica y la segregación.
Es un fenómeno que se ha denominado la "paradoja de Minnesota".
Las ciudades gemelas, como se conoce a Minneapolis y St Paul, siguen siendo abrumadoramente blancas: aproximadamente una cuarta parte de la población no lo es y sus vecindarios aún están altamente segregados.
La mayoría de los afroestadounidenses viven en los lados norte de las ciudades.
Ambas fueron moldeadas por políticas racistas que datan de principios del siglo XX, cuando a las familias negras no se les permitía comprar casas en ciertos vecindarios.
En la década de 1960, el estado construyó una carretera principal que atravesó y destruyó una próspera comunidad negra conocida como Rondo en St Paul.
Según un estudio de 2018, la tasa de propiedad de vivienda negra en las Ciudades Gemelas se encuentra entre las más bajas de la nación.
Incluso antes de que la pandemia de coronavirus provocara despidos masivos, el 10% de los residentes negros de las ciudades estaban desempleados en comparación con el 4% de los blancos. Esa disparidad se ubica como una de las peores del país.
En 2016, el hogar blanco promedio en las Ciudades Gemelas ganaba alrededor de US$76.000 al año, mientras que el hogar negro promedio, solo US$32.000.
El 32% de los ciudadanos negros vivía por debajo de la línea de pobreza, mientras que solo el 6,5% de los blancos estaba en ese rango.
A medida que el covid-19 asola el área, estas disparidades seguramente empeorarán, ya que miles perderán sus empleos y sus hogares debido a desalojos y ejecuciones hipotecarias.
Las disparidades raciales se manifiestan también en la forma en la que la policía hace su trabajo.
Según los datos del Departamento de Policía de Minneapolis, en 2018, el 55% de los conductores detenidos por "violaciones de tráfico" eran negros.
Este viernes por la tarde, residentes de St Paul y Minneapolis salieron a las calles con escobas y cubos, y comenzaron a recoger, literalmente, los pedazos de la ciudad.
Tras el anuncio de que el exoficial Chauvin había sido arrestado y acusado de homicidio en tercer grado, los manifestantes en el Ayuntamiento de Minneapolis hicieron silencio.
Pero el reclamo que los había unido hasta ese momento fue rápidamente reemplazado por una nueva demanda: "Uno menos, quedan tres".
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