San José. – Los descendientes familiares de los máximos líderes de la revolución comunista de Cuba —Fidel y Raúl Castro— aparecen en Facebook, Twitter, Youtube o WhatsApp en fotografías y videos de los pasajes de su vida de privilegios en Cuba en yates, automóviles de lujo, banquetes y fiestas y de placeres restringidos a un exclusivo núcleo social y político.

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En las ostentosas actividades de los Castro y sus allegados… parece que no hay bloqueo de Estados Unidos: no falta nada —ni gasolina o diésel y ni alimentos o bebidas— y no hay sacrificios ni consecuencias de las sanciones económicas que Washington impuso a Cuba en 1962.

En contraste, en las mismas redes proliferan videos y fotografías del calvario por el que más de 11 millones de cubanos transitan cada día —sin combustibles, a pie, con interminables filas en comercios y terminales de autobuses por seis o más horas— para tratar de conseguir medicinas, alimentos y artículos básicos, gas para cocinar y gasolina o diésel para sus vehículos.

En esas labores cotidianas… sí falta todo: allí sí hay bloqueo económico de EU y muestra de lo que el régimen proclama como sacrificio popular al resistir frente “al imperio”.

“Aquí en Santiago (oriente de la isla) no hay combustible ni para que una ambulancia lleve un enfermo al hospital. ¡Y sí hay para movilizar soldados y policías!”, relató el cubano Herodes Díaz, profesor de Enseñanza Especial y corresponsal de medios de prensa independientes o no oficialistas que operan en Cuba en la ilegalidad.

“Ya no hay filas en las estaciones de combustible de Santiago, porque ya no hay combustibles. Un litro de gasolina vale 500 pesos cubanos (dos dólares y 75 centavos) en el mercado negro, casi 24% del salario mínimo”, (unos 12 dólares), dijo Díaz a EL UNIVERSAL.

“La Cuba profunda está en llamas…sin privilegios. Todos los días hay cortes de electricidad en Santiago. Tuvimos un mes sin gas de cocina. Los cubanos sabemos que en las casas de los Castro ni faltan los alimentos, la gasolina ni gas. Y sin apagones”, agregó.

Intocable y todo poderosa, la familia Castro infunde temor y significa poder en Cuba. Como líder de la guerrilla que triunfó en 1959 tras unos 25 meses de guerra, primero Fidel, fallecido con 90 años en 2016, y luego su hermano Raúl (cumplirá 92 en junio próximo) comandaron la revolución en los últimos 64 años.

Sus parientes —Fidel, comandante en jefe, gobernante de 1959 a 2006 y con ocho o nueve hijos, y Raúl, general, presidente de 2006 a 2018 y con cuatro— viven un legado de poder.

Uno de los Castro más famosos en la noche habanera y en el deleite en playas y mares de la isla por una vida —cuantiosos gastos, excesos y sin carencias— vedada a la casi totalidad de la población es Raúl Guillermo Rodríguez Castro, nieto y guardaespaldas del general.

Rodríguez, conocido como El Cangrejo y con reiteradas apariciones en paseos en yates, comilonas con abundancia de alimentos y bebidas y jolgorios en discotecas, captó influencia al amparo de que su abuelo fue presidente y secretario general del Partido Comunista de Cuba (PCC) de 2008 a 2018.

Entre otras figuras de la dinastía Castro que ganó relevancia desde 2021 al alardear en las calles capitalinas algunas de sus ventajas al integrar un clan con un apellido que abre puertas y da vía libre al disfrute social surgió Sandro Castro Arteaga, nieto de Fidel y de Dalia Soto del Valle.

En marzo de 2021, el joven se mostró en redes sociales con un automóvil de lujo en las calles de La Habana en un viaje a 140 kilómetros por hora, sin importar gasto de combustible y en un hecho que encendió un malestar social al evidenciar las distancias entre la vida en las altas esferas de la revolución y la de millones de hogares.

Los casos de ambos y otros de sus familiares —en un gigantesco yate en aguas de Turquía en el mar Mediterráneo o en fiestas en un apartamento de lujo en La Habana— volvieron a la polémica social en Cuba al agravarse la escasez de combustible. El régimen cubano alegó repetidamente que sus dificultades energéticas son por culpa del bloqueo de EU.

Tras perder en 1991 a la ahora desaparecida Unión Soviética como su surtidor de petróleo en un trueque de azúcar por más de tres décadas, Cuba agradeció en los siguientes 30 años a México, Venezuela, Irán, Rusia y Argelia por el combustible que le enviaron a crédito o en términos financieros blandos, porque evitó el colapso económico y mantuvo encendido un crucial motor: la movilización política.

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Pero el festín PCC para realizar multitudinarios actos propagandísticos de repudio a EU y gastarse en esas movilizaciones masivas el petróleo enviado por México, Venezuela, Rusia, Irán y Argelia… acabó en 2023.

Pese a sus agudas carencias energéticas, que ahondaron las dificultades del transporte, Cuba jamás escatimó en consumir sus escasas existencias de gasolina y diésel para movilizar a centenares de miles de personas a marchas propagandísticas como las de cada primero de mayo por el Día Internacional de los Trabajadores.

La factura de esos actos, que siempre tuvieron epicentro en la Plaza de la Revolución, en La Habana, surgió al día siguiente con el colapso del transporte por la falta de combustibles.

Ante la honda escasez de gasolina y diésel, en un sistema energético que depende del petróleo para operar sus plantas, Cuba decidió anteayer suspender, por primera vez desde 1959, las masivas movilizaciones del próximo primero de mayo.

Venezuela, principal socio de La Habana, surtió de petróleo a Cuba al menos en los últimos 22 años, pero entró en crisis en 2014 y sus entregas petroleras a la isla bajaron de unos 80 mil barriles diarios en 2020 a unos 55 mil en 2023, según fuentes energéticas regionales. Cuba requirió en 2019 unos 50 millones de barriles de petróleo o unos 137 mil al día.

El conflicto energético de Cuba se sumó al incesante agravamiento de sus múltiples dificultades socioeconómicas, con un monocultivo —azúcar— y obligada a importar el 80% de su consumo anual de alimentos para la subsistencia familiar cubana más que en fiestas.

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