El resultado de las elecciones municipales y autonómicas en España representa un duro golpe para el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), pero principalmente para el presidente del gobierno, quien se vio obligado a adelantar elecciones al 23 de julio.
Los españoles estaban convocados para renovar todos los municipios del país y 12 de las 17 comunidades autónomas (regiones). Sin embargo, fue una noche triste para los socialistas después de unos comicios que la oposición de derecha, gran ganadora de la jornada, manejó como un plebiscito sobre Sánchez.
“Hemos ganado con claridad y hemos dado el primer paso para un nuevo ciclo político (...) en los próximos meses”, se congratuló el líder del Partido Popular (PP, derecha), Alberto Núñez Feijóo.
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El PP es justamente el gran ganador tanto de las elecciones municipales como de las autonómicas, al llevarse 31.53% de los sufragios y casi siete millones de votos, con alrededor de 800 mil votos más que los socialistas, que obtuvieron el 28.11%. Durante el mensaje de celebración de Núñez, en la sede del PP en Madrid, centenares de seguidores coreaban "¡presidente, presidente!”.
Los medios hablaron de un “tsunami” de la derecha. En una de sus dolorosas derrotas, los socialistas perdieron la alcaldía de Sevilla, la mayor ciudad de Andalucía (sur) y uno de sus baluartes, en beneficio del PP, según la televisión pública TVE.
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Los socialistas tampoco lograron ganar en Barcelona, la gran metrópolis de Cataluña, que ocuparon desde 1979 hasta 2011, aunque podrían intentar un pacto con otros partidos de izquierda para gobernar en coalición. Perdieron, asimismo, Valencia, la cuarta región del país por población, según la televisión pública TVE.
Además, el PP aseguró la conquista de al menos seis de las 10 regiones hasta ahora gobernadas por los socialistas (directamente o en coalición): la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura, La Rioja, Baleares y Cantabria.
El otro gran ganador de la jornada es el partido de extrema derecha, Vox, tercera fuerza en el Parlamento nacional y que quedó en tercera posición en las municipales, además de que ingresó a varios parlamentos regionales, donde su apoyo será "absolutamente decisivo" para que la derecha desbanque a la izquierda, dijo su líder Santiago Abascal.
Los resultados indican que el PP tendría que pactar justamente con Vox para poder formar gobierno en algunas regiones. Sin embargo, de cara a las elecciones anticipadas, eso podría representar un problema para Núñez, consciente de que los españoles suelen votar por discursos más de centro.
Aunque el nombre del presidente del gobierno no estaba en las papeletas, sabía que su futuro estaba tan en juego como el de Núñez. Ambos le dieron un cariz nacional a la jornada electoral, por su implicación en la campaña, y fue el líder socialista el gran perdedor.
“No es lo que esperábamos tras estas semanas de campaña electoral y evidentemente tenemos que hacer también una reflexión de cara a los próximos meses”, admitió la portavoz socialista, Pilar Alegría.
Presidente del gobierno desde 2018, Sánchez llegó a esta prueba electoral con desventajas: el desgaste del poder, así como la alta inflación - si bien menor que en la mayoría de los países europeos - y la caída del poder adquisitivo resultante.
Además, la imagen del gobierno sufrió por los reiterados enfrentamientos entre los socios de coalición: los socialistas y la izquierda radical de Podemos. Según los resultados parciales, Podemos también habría sufrido un retroceso neto.
Sánchez hizo campaña sacando pecho del balance de su gobierno, sobre todo presumiendo de buenos datos económicos, pero pareció haber surtido más efecto la campaña de Núñez Feijóo, quien acusó al jefe de gobierno de estar subordinado tanto a la izquierda radical como a partidos independentistas del País Vasco y Cataluña, que suelen apoyar al gobierno para aprobar sus reformas.
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