Londres.—El G7 lanzó ayer una advertencia a Rusia, al afirmar que pagará “un alto costo” si efectúa cualquier agresión militar en contra de Ucrania.
Las potencias no han revelado cuáles serían las posibles sanciones a Moscú, una vez descartada una respuesta militar, pero advirtieron que éstas acarrearían “enormes consecuencias” para el régimen de Vladimir Putin.
En una declaración formal tras haberse reunido este fin de semana en Liverpool, al norte de Inglaterra, los ministros de Exteriores de las democracias más desarrolladas del mundo aseguraron que están unidos en su condena a la acumulación de tropas rusas junto a la frontera con Ucrania e instan a Moscú a “desescalar” la situación.
“Rusia no debería tener ninguna duda de que una nueva agresión militar contra Ucrania tendría consecuencias enormes y un alto costo como respuesta”, señalaron los miembros del G7: el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Japón y Canadá, más la Unión Europea.
La alianza reclamó al presidente ruso, Vladimir Putin, que “desescale, recurra a los canales diplomáticos y respete sus compromisos internacionales en transparencia de actividades militares”, al igual que ya le pidió el presidente estadounidense, Joe Biden, durante su videollamada del pasado 7 de diciembre.
Estados Unidos y Ucrania creen que Rusia prepara una incursión en territorio ucraniano que podría producirse a principios de 2022, y que por eso ha desplegado entre 70 mil y 94 mil soldados en su frontera con el país vecino, de acuerdo con estimaciones de la inteligencia estadounidense y de Kiev.
El G7 también reafirmó su apoyo al llamado Formato de Normandía, que agrupa a Rusia, Ucrania, Francia y Alemania, y cuya misión es asegurar que se implementen los Acuerdos de Minsk, que en 2014 pusieron fin a la guerra en la región oriental ucraniana del Donbás.
“Cualquier uso de la fuerza para alterar las fronteras está prohibido estrictamente bajo el derecho internacional”, subrayó el comunicado de las siete democracias liberales más ricas del mundo.
El grupo, que celebró en Liverpool su última reunión bajo presidencia británica antes de que ésta pase a Alemania en 2022, reafirmó “su compromiso inquebrantable con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania” y también elogió “la postura contenida” de Kiev en este contencioso.