San José
Octubre y noviembre de 2019 heredaron una de las más graves y profundas sacudidas y revueltas políticas y socioeconómicas de América Latina y el Caribe en la década de 2010. Todo detonó en Ecuador, con la decisión que el presidente Lenín Moreno adoptó a inicios de octubre de eliminar un subsidio de los combustibles y que, al provocar un violento estallido popular, se vio obligado a derogar.
La crisis contagió el 18 de ese mes a Chile, por el intento del mandatario chileno, Sebastián Piñera, de aumentar las tarifas del transporte e introducir otras medidas económicas, lo que generó una violenta reacción callejera de repudio. En otra complicación del escenario continental, las elecciones presidenciales del 20 de octubre en Bolivia desataron un agudo conflicto por la pretensión de Evo Morales de reelegirse para un cuarto periodo consecutivo.
Acusado de alentar un fraude electoral, Morales quedó acorralado por la hostilidad popular y opositora y, presionado por las cúpulas militares y policiales tuvo que dimitir el 10 de noviembre tras aceptar un veredicto de una auditoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que reveló numerosas irregularidades en los comicios. Evo advirtió repetidamente que fue víctima de un golpe de Estado.
El contagio de las dificultades hemisféricas atacó a Colombia, que el 21 de noviembre protagonizó el inicio de un paro nacional con violencia y en rechazo a las políticas socioeconómicas del presidente colombiano, Iván Duque.
Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia se sumaron a las dificultades que azotaron desde febrero a Haití, por la condena al presidente haitiano, Jovenel Moïse, por las denuncias de presunta corrupción política en un panorama de permanente inestabilidad política.
Las prolongadas crisis de los sistemas democráticos en Venezuela, por el constante acoso opositor en contra del cuestionado presidente venezolano, Nicolás Maduro, y en Nicaragua, con el incesante rechazo de la oposición al mandatario José Daniel Ortega atizaron el incendio del mapa latinoamericano y caribeño.
En el trasfondo emergió un dato inquietante. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió que en un proceso que atizará la crisis migratoria hemisférica y agravará el fenómeno de desigualdad social que este año provocó violentos estallidos en varios países latinoamericanos y caribeños, la región sufrirá un aumento de 2018 a 2019 de la pobreza moderada, de 30.1% a 30.8%, y de la miseria extrema, de 10.7% a 11.5%.
La alerta de Cepal, entidad que integra el sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se tradujo en más desigualdad: 12.5 millones de nuevos pobres de 2018 a 2019 en América Latina y el Caribe.
El crecimiento de diversos rangos de pobreza sigue “la tendencia al alza que se registra desde 2015”, precisó la Cepal, que instó a avanzar a “un nuevo pacto social que consolide acuerdos entre diversos actores, brindando legitimidad y solidez a políticas y reformas estructurales transformadoras en aras de una mayor igualdad”.
En una zona que, según la División de Población de la ONU, cerrará 2019 con más de 660.3 millones de habitantes frente a 653.9 en 2018, la miseria extrema creció de 69.9 millones de habitantes a 75.9 millones y la moderada de 196.8 millones a 203.3 millones.
El monto total de pobres pasó de 266.7 millones a 279.2 millones, puntualizó, al describir parte de un contexto social en el que se registró el remezón de octubre y noviembre de 2019.